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Grecia necesita un acuerdo antes de medianoche

Una cuestión importante es cómo sostener la economía hasta que se alcancen nuevos acuerdos o los griegos abandonen el euro.

Por: Martin Wolf | Publicado: Miércoles 3 de junio de 2015 a las 05:30 hrs.
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¿Qué va a pasar con Grecia? Nadie lo sabe. Eso no significa que a nadie le importe. Por el contrario, la gente se preocupa apasionadamente, en direcciones opuestas. A ambos lados hay participantes decididos a no ceder. Este impasse ilustra el disparate que supone crear una unión monetaria entre Estados soberanos que carecen de instituciones políticas comunes, poderosos vínculos afectivos o fuertes similitudes económicas. El matrimonio es terrible, pero el divorcio es aterrador.


Grecia está ahora al borde del default. Debe 1.500 millones de euros al Fondo Monetario Internacional este mes; otros 452 millones de euros al FMI y 3.500 millones al Banco Central Europeo (BCE) el próximo mes; y 176 millones al FMI y 3.200 millones al BCE en agosto. Sin un acuerdo con el resto de la zona euro para liberar 7.200 millones en fondos restantes de su acuerdo de rescate, Atenas se verá forzada a un impago. No tiene ninguna otra fuente de dinero. Su acceso a los mercados está cerrado.


Si no se llega a un acuerdo con la zona euro, Grecia caerá en default. El BCE entonces reconsideraría la aceptabilidad de las garantías del gobierno como colateral para sus préstamos a los bancos de ese país. Los recortes se elevarían considerablemente. El BCE encontraría particularmente difícil prestar contra la garantía de un gobierno que se ha incumplido contra sí mismo.


La percepción de que el default es inminente ya ha acelerado una corrida en los bancos griegos. Sin un acuerdo, por lo tanto, los bancos pronto se verán obligados a suspender los retiros.


La música ambiental procedente de los que participan en estas discusiones es muy discordante. Alexis Tsipras, el primer ministro griego, ha acusado a los monitores del rescate de hacer demandas "absurdas".
En el otro lado están los que igualmente están decididos a no otorgar concesiones, principalmente entre ellos los gobiernos de los países miembro que se han apegado a los severos compromisos o que son más pobres que Grecia. Mientras tanto, Jack Lew, secretario del Tesoro de Estados Unidos, se concentra en abogar por la flexibilidad, aterrorizado ante las consecuencias de otra sorpresa.


No es difícil ver por qué ha resultado tan difícil llegar a un acuerdo. Como Goldman Sachs destaca, las autoridades europeas están negociando sobre la base de tres principios: primero, permanecer en el euro requiere un ajuste económico mayor por parte de Grecia; segundo, el apoyo adicional debe ser condicional; tercero, se requiere supervisión externa para garantizar el cumplimiento de esas condiciones.


Sin embargo, el gobierno griego fue elegido bajo la promesa de permanecer en la zona euro pero sin austeridad ni ajuste o supervisión externa. Estas posiciones son irreconciliables. O una parte cede o Grecia cae en default. Si Grecia se declara en default, habrá una segunda ronda de decisiones que tomar: específicamente, si tratar de permanecer dentro de la zona euro, incluso sin los bancos funcionando normalmente.


Llegar a un acuerdo no es, en principio, inconcebible. Aunque la zona euro insiste en monitorear las condiciones, tiene cierta flexibilidad sobre qué condiciones puede insistir.


Pero Grecia es vista como un reincidente en serie. Algunos -el gobierno de España, por ejemplo- están aterrorizados de que las concesiones reforzarían la credibilidad de los radicales locales. Por lo tanto, la confianza y la tolerancia están agotadas. Mientras tanto, el actual gobierno griego podría tener que colapsar y otro ser formado antes de que el país pueda hacer concesiones.


Entonces, ¿qué podría pasar después? En el supuesto de que un acuerdo no sea alcanzado antes de la medianoche, por así decirlo, el gobierno griego caerá en default, al menos técnicamente, por lo que la restricción de liquidez en la economía (y la recesión) se intensificará.


La situación fiscal -ya debilitada por los compromisos de gasto, la caída de los ingresos y un debilitamiento de la economía- se deterioraría aún más.


Este año, el saldo fiscal primario (antes de intereses) podría ser un déficit de alrededor de 1% del Producto Interno Bruto, peor que la previsión del FMI de abril.


Una cuestión importante es cómo sostener la economía hasta que se alcancen nuevos acuerdos o los griegos abandonen el euro.


Adam Lerrick, del American Enterprise Institute, sugiere cómo podría mantenerse la liquidez incluso si los bancos están cerrados. Bajo este esquema, la gente podría usar sus certificados de depósitos, que pasarían a denominarse "recibos de depósitos", en lugar de los billetes y monedas en euros que ya no podrán obtener de sus bancos. Esto mantendría el gasto en una economía dependiente del efectivo. Estos "recibos de depósitos" pueden ser establecidos como moneda de curso legal. En Grecia, por tanto, podrían ser dinero.


En esta propuesta habría un límite de emisión, ya que los recibos deben estar respaldados por depósitos existentes, uno a uno. Los griegos tendrían que hacer todavía pagos externos en euros. El valor de los recibos de depósito, un tipo de euro griego, flotaría frente el euro a medida que la demanda por el último sube y baja.


Un esquema así podría amortiguar la economía griega frente a un colapso total. También podría ser un precursor de la salida completa, si no se logra un acuerdo factible. Dado el actual estancamiento político, tal recurso podría necesitarse pronto.


Durante mucho tiempo, mi opinión ha sido que si se puede alcanzar un acuerdo, tomará tiempo. También requerirá grandes concesiones de ambas partes. Pero creo que un acuerdo debería ser en principio posible.
También es difícil exagerar la importancia de una salida, incluso de un país tan pequeño y molesto como Grecia, para el proyecto del euro (aunque mal orientado) y a la integración europea post Segunda Guerra Mundial.


Una vez que el euro sea visto como reversible, las fuerzas económicas que guían la integración, se revertirán. Cada crisis se convertirá en potencialmente letal. Los esfuerzos del BCE para eliminar el riesgo de salida habrán sido casi en vano.


Esto debe verse como un juego a largo plazo. Todos los involucrados cometieron errores enormes en el período previo a la crisis griega y de nuevo después de ella.


Equivocarse ahora sería acumular una nueva montaña de errores sobre los antiguos. Se necesita en cambio reconocer y aprender de los errores pasados.

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