Por J. Brunsden y A. Chassany
París
El gobierno socialista de Francia se ha visto en la necesidad de detener las crecientes críticas políticas y el malestar social que se ha desatado por su manejo sobre la lucha contra el terrorismo, luego del tercer ataque masivo que ha sacudido el país en 18 meses.
El primer ministro Manuel Valls fue abucheado ayer en Niza luego de prestar un minuto de silencio como tributo a las víctimas de la semana pasada en esta ciudad. Gritos de “Renuncia Valls” se escucharon entre los asistentes que se reunieron para rendir honores a quienes perdieron la vida.
Más temprano Bernard Cazeneuve, ministro del Interior, arremetió contra de las críticas del ex presidente galo, Nicolás Sarkozy, y otras figuras de la oposición que dijeron que el gobierno había fallado en aprender las lecciones de ataques terroristas islámicos anteriores, incluyendo la masacre de noviembre en Paris, que mató a 130 personas. En su discurso después de una reunión del Consejo de Seguridad, Cazeneuve dijo que su administración había aprobado tres leyes para impulsar los servicios de inteligencia en los últimos dos años y creó 9.000 empleos en la policía para “enfrentar una amenaza a la que Francia no estaba preparada”. Pero, añadió que esas medidas “no garantizan el riesgo cero” y aseguró que la batalla contra el terrorismo era “difícil” y la amenaza “multifacética”.
Rechazo social
El ánimo del público ha sido mucho menos tolerante que en los días posteriores a los otros atentados, que comenzaron con Charlie Hebdo y el supermercado judío en enero de 2015.
Más de dos tercios de los franceses encuestados después de lo ocurrido el pasado jueves en Niza “no creen” en el presidente François Hollande ni en su gobierno en cuanto al combate efectivo del terrorismo, según un sondeo de Ifop publicado en el diario Le Figaro. Tras los asaltos terroristas de 2015, la mayoría de los ciudadanos expresó una visión opuesta.
Tanto Sarkozy, de Les Républicains, y Alan Juppé, principal contendor de la centro derecha para las elecciones presidenciales, rechazaron la falta de unidad de hoy como ocurrió cuando París.