Se mantiene como una de las cúspides emocionales de la historia europea del fútbol. En una calurosa noche en Sevilla en 1982, un hermoso equipo francés y un poco menos hermoso conjunto de Alemania Occidental empataron 3-3 en la semifinal de la Copa del Mundo, antes de que los germanos ganaran por penales.
Ningún fanático galo ha olvidado jamás la impune patada de karate con la que el portero alemán, Toni Schumacher, despachó al mediocampista francés Patrick Battiston directo al hospital, o el despreocupado gesto del portero mascando chicle mientras Battiston yacía inmóvil en el césped. El presentador de televisión, George de Caunes, dijo que para los franceses de su generación esa patada evocó recuerdos de la Segunda Guerra Mundial.
Cada partido entre ambas selecciones de fútbol es un eco de los encuentros anteriores. La semifinal de la Euro 2016, esta noche entre los locales de Francia y los campeones mundiales de Alemania, se siente como una final antes anticipada. Y, sin embargo, el partido no puede igualar las emociones de Sevilla. Los recuerdos de la guerra ya no subrayan los encuentros futbolísticos de Europa Occidental. Francia-Alemania se ha convertido en una reunión de amigos, un juego en vez de una oportunidad para vengar la historia. Por lo tanto, ¿cuál es el significado del partido de Marsella?
Para Francia, será el primer encuentro en este torneo con un oponente de primera línea. Los cinco países a los que le tocó enfrentar tienen un total combinado de 36 millones de habitantes o un poco más de la mitad de la población francesa. “Nosotros no escogimos a nuestros contendores”, aseveró el centrocampista francés Moussa Sissoko. “Lo mejor para nosotros es que ahora nos toca con Alemania”.
Temido oponente
Una palabra importante para el vocabulario futbolístico alemán es “Angstgegner”: un oponente al que históricamente se le teme. El de Alemania es Italia; su triunfo en los cuartos de final del domingo ante los mediterráneos es históricamente poco común. Pero el Angstgegner de Francia sí es Alemania. Los galos regularmente vencen a sus vecinos en partidos amistosos, pero no en grandes torneos. Después de su última derrota, en los cuartos de final de la Copa del Mundo en 2014, su joven delantero Antoine Griezmann lloró en la cancha.
Francia tiene un complejo de inferioridad con Alemania en economía, geopolítica y fútbol. Ganar el encuentro proporcionaría el tipo de alegría colectiva que este país, con tantos problemas, anhela desesperadamente.
Para los alemanes, en cambio, ganar el campeonato europeo es algo aburrido. Más bien lo que está en juego para ellos es la oportunidad de construir una dinastía sin precedentes incluso en la historia futbolística germana.