Desde la crisis financiera, la economía global ha viajado en dos velocidades. Los países en desarrollo han ido a toda máquina, impulsados por el apetito voraz de China por materias primas. Mientras tanto, occidente ha cojeado, a medida que los hogares y los Estados recortan el gasto para abordar las elevadas deudas.
En los últimos doce meses, sin embargo, esta imagen ha cambiado. A medida que la confianza ha vuelto a partes del mundo rico, la caída de los precios de los commodities han expuesto las debilidades de los emergentes. En octubre, el FMI rebajó sus pronósticos para países como Indonesia y Brasil. La entidad ahora cree que gran parte de las noticias positivas para 2014 vendrán de los países con altos ingresos.
La economía de EEUU, en particular, ofrece bases para el optimismo. El mercado inmobiliario se ha fortalecido, después de una gran inyección de liquidez de parte de la Fed que ayudó a rebajar las tasas hipotecarias. El mercado laboral está más sólido y los consumidores han reiniciado el gasto. Por ahora, la inversión sigue quedando atrás. Pero si las grandes compañías usan las grandes sumas de efectivo en las que están sentadas para financiar nuevos proyectos, la economía estadounidense podría estar más cerca de su tendencia pre-crisis.
En Asia oriental, Japón está saliendo de quince años de deflación, ayudado por un enorme estímulo monetario. Pero que “Abenomics” tengan éxito, es esencial que el gobierno prosiga rápidamente con su programa de reformas estructurales, el que busca elevar el crecimiento a largo plazo.
La eurozona aún es la que tiene el peor desempeño en el mundo rico. El desempleo se mantiene peligrosamente alto y la actividad continúa decepcionando, especialmente en Francia e Italia. Pero España e Irlanda, dos de los países más golpeados por la crisis, están repuntando. Tienen una montaña de deudas que pagar, pero al menos han dejado de contraerse. El desafío para el bloque monetario es poner su sistema bancario a salvo.
La Fed, un riesgo
El riesgo mayor para los países más ricos viene de la Fed, hace dos semanas, Ben Bernanke anunció que se daría inicio al recorte de compra de activos o tapering. Los mercados no estuvieron muy preocupados ya que la Fed también prometió que mantendría las tasas bajas por más tiempo de lo pensado. Pero este mensaje podría ser menos creíble si el tapering toma velocidad en 2014. Esto pondrá presiones al alza en las tasas de mercado en ambos lados del Atlántico.
EEUU debería ser lo suficientemente fuerte para resistir el golpe. En la eurozona, el Banco Central Europeo podría desplegar más armas poco convencionales, como lanzar una nueva ronda de financiamiento barato para los bancos. En cambio, el tapering eleva los riesgos para los mercados emergentes. A medida que los bonos domésticos de nuevo son atractivos, los inversionistas occidentales repatriarán los fondos desde ubicaciones más exóticas. Los países con grandes déficit de cuentas corrientes tendrán problemas. En Turquía, la crisis política este mes ya ha hecho desplomarse las acciones.
La perspectiva para el mundo en desarrollo depende en gran parte de lo que pase en China. Las autoridades insisten en que pueden mantener el crecimiento a sobre 7%. Pero Beijing también quiere controlar la creación de crédito. El abordar esto será difícil y podría llevar a una repentina desaceleración. Eso aumentaría la miseria de los productores de commodities y transformaría un año incierto en uno complicado.