Cuatro años de crisis, un sentido de optimismo cauteloso ha vuelto a la zona euro. Después de una sequía relativa, el capital está fluyendo de nuevo a los gobiernos periféricos, permitiendo que sus costos de endeudamiento puedan caer.
Este cambio de sentimiento es más visible en Irlanda. En el auge de la crisis, el rendimiento de los bonos a diez años de Dublín se elevó a 14%. Esta semana, en la primera subasta desde su salida del programa de rescate, el gobierno irlandés recaudó 3.750 millones de euros (US$ 5.000 millones) a una tasa de sólo 3,54%. Los bonos españoles e italianos también son nuevamente demandados, los costos de endeudamiento de los países se han reducido a los niveles de 2010.
El cambio refleja un giro fundamental en la manera en que los mercados han llegado a percibir la eurozona. Debido a que Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, se comprometió en 2012 a hacer “lo que fuera necesario” para salvar al euro, el peligro de un quiebre de la moneda única ha desaparecido. Los inversionistas también son alentados por los esfuerzos realizados por algunos países -sobre todo España e Irlanda- para mejorar la competitividad externa de sus economías.
Sería un error, sin embargo, concluir que la zona euro está en un camino irreversible hacia la recuperación. El Producto está tentativamente repuntando, pero el desempleo se ha quedado atascado por sobre el 12%. La recesión ha gatillado un peligroso proceso de desinflación. En diciembre, los precios subieron un 0,8% en comparación con un año antes. Con los precios de producción cayendo un 1,2% en los 12 meses hasta noviembre, hay pocas razones para creer que la inflación se acelerará pronto. Si la zona euro cae en deflación, los costos podrían ser enormes: por ejemplo, sería mucho más difícil para los gobiernos pagar sus deudas.
En medio de estas dificultades económicas, la caída de los costos de endeudamiento ofrece un respiro. Los gobiernos tienen que utilizar una menor proporción de sus presupuestos para pagar la deuda nacional. Pero a medida que las presiones del mercado retroceden, existe el riesgo de que los responsables políticos de la zona euro una vez más caigan en la complacencia. Ya en los últimos meses, el impulso detrás de la construcción de una zona euro más próspera parece haberse esfumado.
Tales sombrías conclusiones se derivan de lo que ocurre en cada Estado miembro. Para que se hable de hacer más competitivas sus economías, Francia e Italia han hecho pocos progresos para destrabar sus mercados laborales. Incluso en Alemania, el alumno modelo en la clase europea, el acuerdo de coalición entre los socialdemócratas y los democristianos incluye varios pasos hacia atrás, partiendo por la decisión de rebajar la edad de jubilación para algunos trabajadores.