Pocos meses después de que el promotor inmobiliario Larry Silverstein comprara las Torres Gemelas de Nueva York en 2001, su inversión de US$ 3.200 millones se redujo a escombros luego del ataque de al-Qaeda del 11S.
El promotor, de 83 años, se comprometió a reconstruir. "La ciudad no está muerta y no se puede dejar morir", declaró en ese momento.
La semana pasada, la plataforma de observación en lo alto de los 380 metros del One World Trade Center -el edificio más alto del hemisferio Occidental- fue abierto al público. Pero en lugar de ser un símbolo de la recuperación, la brillante torre en el horizonte de Manhattan es un claro recordatorio de cómo el mercado de bienes raíces comerciales de Estados Unidos ha cambiado en los últimos catorce años.
Más de un tercio de su espacio de oficinas permanece vacío seis meses después de la inauguración. Los analistas y ejecutivos de la industria dicen que esto se debe en parte a que los servicios financieros tradicionales y las firmas legales -todavía magulladas por la crisis financiera de 2008- ya no son la principal fuente de demanda de las nuevas propiedades comerciales en Manhattan. Han sido sustituidos por startups tecnológicas y empresas de medios.
Los grandes bancos y las empresas de servicios financieros se hicieron con más de la mitad del espacio en el viejo World Trade Center, pero después de haberse trasladado a otro lugar después de los atentados, pocos han regresado. "Realmente no hemos visto ninguna institución financiera principal interesarse de la forma en que la tecnología y publicidad lo han hecho", dice Michael Cohen, presidente de Colliers.
Las empresas tecnológicas y de medios tomaron casi un tercio de todos los nuevos arriendos en el centro Manhattan el año pasado, en comparación con el 17% de finanzas, seguros y bienes raíces, según Jones Lang LaSalle. El aumento de los recién llegados ya ha sido lo suficientemente importante como para generar un nuevo acrónimo: Tami, (Tecnología, Publicidad, Medios y empresas de comunicaciones, por su sigla en inglés).
Esto ha impulsado al mercado inmobiliario comercial en el centro Manhattan, pero también ha complicado la vida de propietarios como Silverstein. Los inquilinos Tami son más jóvenes, buscan espacios más baratos y son menos propensos a comprometerse con arriendos a largo plazo dada la incertidumbre del futuro de una startup.
Ellos se preocupan por el ambiente y toman decisiones más democráticamente que los bancos.