Por Ralph Atkins, Viena
Una estrecha derrota por parte de Norbert Hofer, el candidato de centroderecha en la elección presidencial en Austria, llegó como un alivio para muchos austríacos y para los líderes de la Unión Europea retrocediendo ante la idea de un jefe de Estado de ultraderecha en Europa.
Pero el estrecho margen de su derrota frente a Alexander Van der Bellen entrega la última evidencia del paisaje electoral rápidamente cambiante en todo el continente, donde los partidos tradicionales están luchando por retener el poder y las fuerzas populistas e intolerantes están al alza.
Otros políticos europeos de ultraderecha no han llegado tan cerca del poder como el Partido de la Libertad de Austria. Pero es posible trazar un arco de políticas intolerantes a través Polonia, Hungría (y, hasta cierto punto) Eslovaquia y Austria, que se extiende desde el Mar Báltico hasta la entrada de los Balcanes.
Sin embargo, la derrota de Hofer le evitó a los líderes de la UE un incómodo dilema sobre cómo lidiar con un Estado miembro con un presidente de ultraderecha electo directamente.
La política de derecha de Austria ha presentado un problema para los miembros de la UE en el pasado. Otros países le hicieron la ley del hielo a Viena en 2000 después de que el Partido de la Libertad, que fue fundado por ex Nazis en los ‘50, entró en el gobierno bajo el mando de Jörg Haider.
Muchos observadores han dicho que el enfoque –de erigir un llamado “cordón sanitario”– sirvió sólo para fomentar el sentimiento nacionalista en Austria. El contexto político ha cambiado en la UE desde entonces, con los políticos intolerantes y nacionalistas al alza en buena parte de Europa.
Bajo las reglas de la UE, los países pueden ser castigados por romper los estándares democráticos. De hecho, las reglas fueron renovadas y la Comisión Europea está probándolas frente a Polonia, aunque ha tenido poco éxito hasta ahora.
La elección en Austria captó un interés particular en Francia. Las encuestas han sugerido que Marine Le Pen, la líder del partido ultraderechista Frente Nacional de Francia, pasaría a la segunda vuelta, dejando a los partidos tradicionales peleando por escoger candidatos capaces de arrebatarle el segundo puesto.
El padre de Le Pen pasó a la segunda vuelta de las elecciones de Francia en 2002. Pero a diferencia de lo que ocurrió en Austria, fue aplastado por su oponente, Jacques Chirac, quien aseguró más de un 82% de la votación.