Los trajes robóticos vestibles que dan superpoderes a las personas se han vuelto una característica regular de las películas de fantasía exitosas.
Los exoesqueletos, como son conocidos, jugaron un rol temprano en la película de Dean Martin de 1967, The Ambushers, mientras que Sigourney Weaver vistió uno en Aliens en 1986. Un pingüino criminal usó uno de forma nefasta en la animación de 1993 de Wallace and Grommit, The Wrong Trousers, y aparecieron de forma más olvidable en el éxito de taquilla de 1997 Star Kid.
Sin embargo, desde 2009, ha habido una verdadera explosión de aventuras de ciencia ficción que usan trajes mecánicos poderosos: desde Tony Stark como Iron Man en la serie de Marvel Avengers, hasta la película ganadora del Oscar de James Cameron Avatar, pasando por los films de X-Men y el actual éxito televisivo para niños Max Steel, los exoesqueletos se han multiplicado.
“Ahora parece que cada película de ciencia ficción tiene que tener un exoesqueleto”, dice Nathan Harding, co fundador de Ekso Bionics, con sede en California.
Y si Harding -cuya compañía fabrica exoesqueletos- tiene razón, esta forma de alta costura altamente adaptable y funcional, pronto será utilizable fuera de la esfera cinematográfica y de la fantasía televisiva: en hospitales, campos de entrenamiento militar, astilleros y sitios de construcción, por ejemplo.
Ekso Bionics ya fabrica robots vestibles que son usados en centros de rehabilitación de salud, ayudando a personas que han sufrido ataques o heridas en la médula espinal para que puedan volver a caminar.
Hay cerca de 115 unidades motorizadas, que cuestan US$ 100 mil cada una, en uso en clínicas en todo el mundo.
La empresa tiene una historia maravillosa relacionada con su aplicación para la rehabilitación, que se remonta a once años atrás, cuando el hermano de su cofundador Russ Angold, de las Fuerzas de Operaciones Especiales de la Marina de Estados Unidos, se fracturó el cuello en un accidente.
Angold siempre había imaginado que fabricaría un traje “exo genial” para su hermano para ayudarlo en combate, pero cuando su hermano fue incapaz de usar sus brazos, Angold recibió un curso en heridas de la columna vertebral. Desde entonces, los usos terapéuticos de los trajes exo se hicieron claros para él.
Ahora Angold cree que un mercado aún mayor está por abrirse en el sector de la construcción y la manufactura. Harding dice que Ekso está trabajando con varias empresas de construcción globales para el desarrollo de trajes que le ayuden a los trabajadores a transportar cargas más pesadas, o manejar herramientas con más habilidad.
“En parte tiene que ver con el envejecimiento de la fuerza laboral”, dice Harding. “Las personas con oficios más especializados están envejeciendo y las compañías están teniendo problemas para reemplazarlos. Esta podría ser una forma de mantener a la gente en sus trabajos por más tiempo. Hay una señal de demanda evidente de los clientes de construcción”.
¿Por qué no reemplazar simplemente a los trabajadores con robots? Los robots son geniales para hacer trabajos predecibles en la línea de producción de una fábrica, afirma Harding, mientras que un humano en un exoesqueleto es mejor para un escenario laboral cambiante, no estructurado, como un sitio de construcción, un astillero o una refinería petrolera. “La robótica se trata de fabricar máquinas más móviles y aplicar más lógica a ellas”, agrega. “Con los exoesqueletos, se está atacando el problema desde el otro punto. Los humanos ya son móviles y buenos con la lógica”.
También podría provocar menores accidentes laborales. Por ejemplo, ¿podrían las lesiones a la espalda, que actualmente representan un 25% de los permisos por licencia que se toman los trabajadores, convertirse en un tema del pasado?
Sin embargo, el uso de exoesqueletos podría abrir nuevas áreas de disputa legal, como las lesiones por un entallado incorrecto de un exoesqueleto.
Pese a la devastación que han causado los superhéroes en la pantalla, nadie en las películas ha demandado a Iron Man. Sin embargo, no debería ser una sorpresa que al menos un bufete legal de Estados Unidos, Littler, ya haya establecido una práctica de robótica, inteligencia artificial y automatización.