Si el reconocimiento es el primer paso para superar la dependencia, Mohammed bin Salman al-Saud comenzó el camino hacia la recuperación ayer cuando afirmó que Arabia Saudita es “adicta al petróleo”.
Pero los siguientes pasos serán mucho más desafiantes. Él los explicó en un plan ambicioso -algunos dirían irrealista- para destetar la economía del reino de los hidrocarburos en apenas cuatro años y revolucionar su sector privado. Titulado Visión 2030, el documento de 84 páginas delineó un mapa para una economía post-petróleo basada en la industria y servicios. En una entrevista en televisión ayer, el príncipe Mohammed dijo que quería que el reino viviera “sin petróleo en 2020”.
John Sfakianakis, del Centro de Investigación del Golfo, estaba escéptico. “Es importante poner metas, pero esta es una exagerada”, dijo. “Para que Arabia Saudita cumpla esto, requerirá el compromiso de todo el país y especialmente el sector privado”.
Las finanzas sauditas han sufrido la baja del precio del petróleo. El plan parte propone un camino hacia ganancias más diversificadas de un sector privado impulsado por un fondo soberano de entre US$ 2 y US$ 3 billones construido en la propiedad de Aramco.
Las metas incluyen aumentar las entradas no petroleras del gobierno de US$ 43 mil millones a
US$ 266 mil millones; incrementar la participación del sector privado de 40% a 65% del PIB; elevar las inversiones directas extranjeras de 3,8% a 5,7% del PIB a 2030; recortar el desempleo de 11,6% a 7% a 2030; aumentar la participación femenina en la fuerza laboral de 22% a 30% y crear un millón de trabajos adicionales para los saudíes en el retail en 2020. También impulsaría los pequeños y medianos negocios al 35% del PIB desde el 20%.
El príncipe Mohammed ha generado optimismo en la población joven del país. Parecía apelar a quienes buscan el cambio y a la comunidad internacional, al llamar a un rol más activo de las mujeres en la economía.
Pero romper un contrato social que ha ofecido por años trabajo en el sector público y generosos pagos de beneficios a cambio de lealtad política podría poner a prueba el tejido social de Arabia Saudita.
El príncipe Mohammed reconoció obstáculos para la implementación del plan. Citó como ejemplo el tener que explicar con cuidado el razonamiento detrás de abrir Aramco, una compañía que muchos sauditas ven como su derecho de nacimiento.
“Cuando lo explicamos claramente, muchos han sido persuadidos “, dijo. “Los jóvenes son una ventaja para los sauditas, son ambiciosos y creativos. Sólo necesitamos poner la visión y ellos trabajarán para crearla”.