El FMI abogó hoy por intervenciones
"decisivas" a nivel internacional contra la crisis financiera, cuyo
último ramalazo ha acabado con la calma relativa de la que habían
gozado América Latina y los otros mercados emergentes.
El Fondo Monetario Internacional (FMI), guardián de la ortodoxia
económica, reconoce en su informe semestral sobre la estabilidad
financiera, publicado hoy, que los gobiernos no pueden quedarse de
brazos cruzados y esperar a que el libre mercado lo arregle todo.
El organismo pidió acciones rotundas para restablecer la
confianza en los mercados, como inyecciones directas de capital en
los bancos, la compra de la deuda "tóxica" con fondos públicos y el
fortalecimiento de los mercados de crédito.
Mientras, en las bolsas la turbulencia "sin precedentes", como la
definió Jaime Caruana, jefe de asuntos financieros del FMI, ha
pasado factura a la economía real.
En un discurso hoy en Washington, el "número dos" del Fondo
Monetario, John Lipsky, alertó de que existe "un riesgo real" de que
Estados Unidos caiga en recesión en los próximos trimestres.
Se trata de la evaluación más pesimista del organismo sobre la
situación de la mayor economía mundial, pues hasta hace poco
mantenía que su Producto Interno Bruto (PIB) no se contraería, sino
que pasaría por un período de crecimiento lento.
Para América Latina el empeoramiento de las perspectivas en
Estados Unidos es una noticia especialmente mala, dados sus vínculos
comerciales y financieros con el gigante económico del norte, y
Lipsky afirmó que la región se enfrenta a "vientos contrarios".
Hasta ahora, los mercados emergentes habían logrado cierto
aislamiento de los problemas en los países desarrollados, pero la
última ola de turbulencia en los mercados financieros les ha
golpeado directamente, sostuvo Lipsky.
La aversión al riesgo ha puesto fin a la entrada de capital a
algunos mercados y los intereses se han disparado, apuntó.
Las naciones más vulnerables son las que cuentan con déficit
externos elevados y un bajo nivel de reservas, según el Fondo.
Al mismo tiempo, algunos países en desarrollo aún sienten los
efectos inflacionarios retrasados del repunte de los precios de las
materias primas en la primera mitad del año, dijo Lipsky.
Mientras, en los países avanzados los mercados financieros
continúan "frágiles", dijo Caruana en una rueda de prensa.
El FMI estima que los principales bancos estadounidenses y
europeos necesitarán captar 675.000 millones de dólares en capital
nuevo en los próximos años para fortalecer sus reservas y permitir
un crecimiento modesto del crédito.
Sus fondos están actualmente dilapidados por las caída en picado
del valor de sus inversiones en títulos hipotecarios y el FMI
calcula que sus pérdidas ascenderán a US$1,4 billones.
Las intervenciones "caso por caso" por parte de los gobiernos de
Estados Unidos y algunos países europeos para asumir el control de
instituciones financieras con problemas no han devuelto la confianza
porque no han ido al meollo de los problemas, a juicio del Fondo.
El organismo recomendó medidas más rotundas, en vista de las
"circunstancias excepcionales".
Esas medidas deberían incluir inyecciones de capital público
directamente en instituciones que cuenten con "bases sólidas",
mientras que los Gobiernos deberían permitir que se desmantelen
bancos "no viables".
El FMI también está a favor de que las autoridades económicas de
los países más afectados por la crisis compren los títulos "tóxicos"
a los bancos.
Ese es el corazón del programa de rescate financiero aprobado la
semana pasada por el Gobierno de Estados Unidos, que dedicará un
máximo de US$700.000 millones a quitarles de las manos a los
bancos la deuda que nadie quiere comprar.
La Reserva Federal estadounidense anunció hoy que, para aumentar
la liquidez en los mercados de crédito a corto plazo, también
adquirirá títulos de calidad, específicamente pagarés de empresas,
lo que constituye una medida sin precedentes en la historia de ese
país.