La cumbre que reunirá esta
semana a los jefes de estado de las principales economías del mundo
aspira a iniciar la mayor reforma del sistema financiero en más de
medio siglo, pero no producirá cambios inmediatos, según los analistas.
Como
en los años 40, la reunión tendrá lugar en un clima de consenso sobre
la necesidad de prevenir las imprudencias en las entidades financieras,
que han llevado a la mayor crisis de los mercados desde la Gran
Depresión.
En la cumbre del G20 del viernes
y el sábado previsiblemente se adoptarán una serie de principios,
amplios y vagos, y una agenda de encuentros futuros, pero nada más.
"Será
útil, pero no creo que lleve a acciones concretas importantes a corto
plazo", dijo a Efe Richard Sylla, un historiador económico de la
Universidad de Nueva York. "Será una iniciación de lo que va a pasar en
los próximos dos o tres años", añadió.
Algunos
analistas han bautizado la cumbre como "Bretton Woods II", en
referencia a la reunión en esa pequeña localidad de Nueva Hampshire en
1944 en la que los países aliados en la Segunda Guerra Mundial crearon
el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial.
La
cita de ahora y la de entonces comparten el mismo espíritu de
multilateralismo, la conciencia de que medidas a nivel nacional no
pueden solventar una crisis en un sistema financiero globalizado.
No
obstante, las diferencias también son vastas. Bretton Woods culminó dos
años de trabajos preparatorios, mientras que esta cumbre se ha
improvisado en un par de semanas.
La
cumbre fue idea del presidente francés, Nicolas Sarkozy, quien dijo que
debería tener lugar en Estados Unidos porque ése ha sido el epicentro
de la crisis.
La
administración de George W. Bush aceptó la propuesta, pero no ha
demostrado gran entusiasmo al respecto y ha intentado disminuir las
expectativas sobre sus resultados.
Las
autoridades estadounidenses sí están a favor de la colaboración con
otros países, como ha demostrado en especial la Reserva Federal al
coordinar con naciones avanzadas y en desarrollo medidas para dar
liquidez a los mercados, pero no parecen dispuestas a ir más allá.
El
Gobierno de Estados Unidos "está listo para cooperar, pero no para
ceder poder a una autoridad internacional de regulación", dijo Desmond
Lachman, un ex alto funcionario del Fondo Monetario Internacional (FMI).
La función de esa entidad frente a la crisis será uno de los temas principales de debate en la cumbre.
En
la cumbre se podría establecer algún mecanismo para que el FMI obtenga
crédito rápido de países con reservas colosales, como China y Japón,
según Cline.
Algunos
analistas han llegado a sugerir el nacimiento de un "super-FMI" como
una especie de regulador internacional, pero el concepto también tiene
detractores.