La tasa de desempleo en Brasil cerró 2008 en el
6,8%, su dato más bajo desde marzo de 2002 pese a los despidos en grandes
empresas industriales que han movilizado a los sindicatos, informaron hoy
fuente oficiales.
El número de desempleados se situó seis décimas por debajo de los datos del año
anterior y ocho con respecto a noviembre, lo que se explica por la campaña de
ventas navideñas, informó el estatal Instituto Brasileño de Geografía y
Estadística (IBGE).
La tasa de población ocupada se mantuvo estable en relación a noviembre en 22,1
millones de personas, pero aumentó el 3,4% con respecto al año anterior, con la
creación de 734.000 nuevos puestos de trabajo, cifra que choca con las del
ministerio de Trabajo, que calculó que se crearon 1,45 millones de empleos en
2008.
La divergencia de estadísticas se debe a que el estudio del IBGE solo contempla
las regiones metropolitanas de las seis mayores y más industrializadas ciudades
del país: Sao Paulo, Río de Janeiro, Belo Horizonte, Salvador, Recife y Porto
Alegre.
Los peores datos de paro se registraron en las dos principales urbes de la
empobrecida región noreste, Salvador (Bahía) y Recife (Pernambuco), con un 10%
y un 7,8% respectivamente.
Por contra, Porto Alegre (Río Grande do Sul) y Belo Horizonte (Minas Gerais),
dos de las ciudades con mejores índices de desarrollo de Brasil, se situaron en
los niveles más bajos, con tasas de paro de 4,7% y 5,5% cada una.
Estas cifras fueron divulgadas apenas un día después de la última manifestación
de obreros industriales, que congregó a cerca de 15.000 manifestantes,
principalmente del sector automotriz, por las calles de Sao Paulo para
protestar en contra de los despidos.
Estas movilizaciones incluyeron asambleas en las puertas de las plantas de
Ford, Mercedes-Benz, Scania y Volkswagen, además de en fábricas de piezas y
repuestos.
Desde el pasado octubre, cuando la crisis internacional comenzó a mostrar sus
efectos en Brasil, numerosas empresas han empezado a anunciar despidos y
vacaciones colectivas para recortar gastos y enfrentar a la disminución de los
pedidos de sus clientes.
Además de la industria automotriz, otro de los sectores más afectados ha sido la minería y
la siderurgia, de los que depende una buena porción de las exportaciones
brasileñas.