Como una manera de detener la crisis política que se viene arrastrando desde hace siete meses, las Fuerzas Armadas de Tailandia se tomaron el poder ayer, con lo que los militares acumulan doce golpes de Estado desde 1932.
Dos días después de que declarara la ley marcial y tras una fallida reunión con los líderes del gobierno y de la oposición, el jefe del Ejército Prayuth Chan-Ocha anunció que tomarían el control de la nación, suspenderían la Constitución e impondrían un toque de queda.
“Para restaurar la paz en el país en un corto período de tiempo y para reformar la política, la economía y la sociedad, el Ejército, la Armada, las Fuerzas Aéreas y la policía tailandesa se han tomado el poder desde el 22 de mayo en adelante”, aseguró Prayuth. “Toda la gente debería mantener la calma y vivir sus vidas de manera normal. Todos los funcionarios del gobierno continuarán trabajando en línea con sus regulaciones y con lo que han hecho antes”, añadió.
“El Ejército intentó evitar tomar el poder y es bastante obvio con sus esfuerzos de tratar de hablar con todas las partes”, declaró a Bloomberg Kiat Sittheeamorn, miembro senior del opositor Partido Demócrata. “Cuando la situación empeoró como esperaban, ellos tenían que hacer algo”.
Tras el encuentro, Suthep Thaugsuban, líder del movimiento antigubernamental, fue escoltado hacia un recinto militar y algunos líderes oficialistas fueron arrestados.
La economía se resiente
El golpe de Estado se produjo en medio de una debilitada situación económica. El lunes, la agencia de planificación estatal informó que el PIB se contrajo 0,6% entre enero y marzo respecto del mismo período del año anterior, debido a los efectos negativos que causó la agitación social sobre la producción y el turismo. Los analistas han advertido que el país podría caer en una recesión técnica durante este trimestre.
Además, el organismo recortó su pronóstico de crecimiento para 2014 desde un rango de entre 3% y 4% a uno de entre 1,5% y 2,5%.
Los economistas encuestados por Bloomberg estiman que Tailandia, la segunda economía del sudeste asiático, registrará este año la menor expansión entre las principales economías de la región.
Sin embargo, los analistas creen que la intervención militar podría ser algo bueno para la nación. El golpe militar es “probablemente positivo en general, ya que crea un ambiente más estable”, comentó a Bloomberg Mark Mobius, presidente ejecutivo de Templeton Emerging Markets. “El diagnóstico para Tailandia es bueno dado que los inversionistas extranjeros directos quieren estabilidad en el país”.
Mark Williams, economista jefe para Asia de Capital Economics, aseveró que el golpe “podría ser positivo para los mercados financieros en el corto plazo al reducir la incertidumbre y disminuir el riesgo de que la confrontación política se vuelva violenta”. En todo caso, el experto alertó que el involucramiento de las Fuerzas Armadas subraya el nivel de división dentro del país y sugiere que una solución duradera aún está lejos de llegar.
Uno de los primeros activos en sentir los efectos del golpe fue el baht, que perdió todos los avances que había anotado más temprano frente al dólar. En las próximas sesiones, la moneda tailandesa podría depreciarse 1,4% hasta 33 bahts por dólar, según Frances Cheung, jefe de estrategia de tasas asiáticas de Crédit Agricole.
Vishnu Varathan, economista senior de Mizuho Bank, prevé que la divisa podría caer a 33,5 por dólar. “El golpe no fue completamente inesperado, pero una venta del baht sería una reacción natural a la actual incertidumbre”, acotó.
En tanto, los inversionistas extranjeros retiraron US$ 408 millones del mercado bursátil tailandés desde que se declaró la ley marcial. “La economía ya está siendo afectada negativamente”, aseveró Andy Ji, estratega de divisas de Commonwealth Bank of Australia. “Una vez que comiencen las salidas de capital, se va a poner realmente feo”.
La agencia Fitch sostuvo que monitoreará de cerca lo que ocurra en el país, mientras que Standard & Poor’s advirtió que “habría implicancias negativas para la nota soberana” si es que los acontecimientos políticos sugieren una alta probabilidad de violencia generalizada.