Por Francisca Orellana
La Universidad de Chile está entre las mejores casas de estudio del país, no obstante, tiene un déficit importante en innovación basada en ciencia, creación de spin off (empresas que nacen de investigadores a partir de inventos surgidos bajo su alero) y patentamiento. De hecho, los casos de éxito que han logrado llegar al mercado son “contados con los dedos de una mano”, sostiene Javier Ramírez, director de Innovación de la Universidad de Chile.
Por ello rediseñaron en enero pasado la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo de la universidad, eliminando el departamento de Desarrollo y Transferencia Tecnológica para dar paso a la dirección de Innovación, con el fin de mejorar la eficiencia de los proyectos y revertir la desconfianza que existe entre investigadores y empresas para trabajar juntos en proyectos de Investigación y Desarrollo (I+D).
“Históricamente los investigadores han estado muy solos, las pequeñas historias de éxito son anecdóticas y fruto casi exclusivo del académico. La antigua unidad esperaba a que surgieran inventos para después comercializarlos, lo que no dio resultados satisfactorios. Por eso, con la nueva unidad buscamos ser un aporte desde que surge la idea hasta lograr la transferencia a la sociedad”, explica Javier Ramírez, quien también lideró la unidad de Transferencia Tecnológica de la U. Andrés Bello.
La dirección tendrá tres áreas: “Proyectos”, para detectar ideas y soporte para adjudicación de proyectos; “Negocios”, que reclutará empresas que actúen como socios para hacer investigación y desarrollo para el mercado, y “Legal”, que velará por la propiedad intelectual.
Nuevas normativas
Además de la nueva estructura, para lograr impulsar el desarrollo y transferencia de nuevos productos o procesos al mercado, decidieron modificar ciertos reglamentos, como el de propiedad intelectual, el que hoy contempla que los beneficios económicos que se puedan lograr se dividen en partes iguales entre el académico, la facultad a la que pertenece y la rectoría, lo que no es atractivo para los investigadores.
“La intención es modificarlo por tramo de ingresos, igual como si fueran impuestos. Que la primera cantidad que se genere, el 100% sea para el investigador, e irá bajando gradualmente según los ingresos hasta llegar a 33%. Será un incentivo importante para fomentar la transferencia tecnológica, dando una señal clara de que es así”, asevera.
También esperan en los próximos meses elaborar una normativa para que los investigadores puedan impulsar spin off, y que broten experiencias como Google, que fue creado para una tesis doctoral en la Universidad de Stanford, en EEUU.
“No hay ninguna norma que diga que se puedan formar, lo que es complicado porque si hay algo que no está normado en una universidad pública, se asume que no se puede hacer”, explica.
Tarea que quieren expandir a toda la universidad, debido a que las facultades que más aportan con proyectos son Ciencias Físicas y Matemáticas, Ciencias y Medicina.