Marcelo Guital, emprendedor serial que vendió Aguas Benedictino a Coca-Cola y que hoy se dedica a innovar con grandes empresas a través de Guital & Partners, considera que hay un hiperincetivo para emprender en Chile. “Aunque prefiero que exista el fenómeno, a tener que empujar para emprender, se trata de jóvenes que se lanzan a la piscina sin haber estudiado nada”, explica.
Bien lo sabe por su experiencia como mentor en diversas iniciativas como el Instituto 3IE de la U. Federico Santa María, Sofofa Innova y la aceleradora Founder Institute, entre otras. “Es bueno que existan incentivos, pero hay que canalizarlos. Cuando me toca entrevistar en tres días a 500 jóvenes, y sólo se pueden rescatar dos ideas, quedo
preocupado. Pero prefiero eso a decir que no vino nadie”, acota, destacando que por primera vez las universidades están dispuestas a ver el emprendimiento como un camino de desarrollo profesional, impulsando concursos o a través de las propias incubadoras.
Sin embargo, considera que estas últimas deben modificar su labor cuanto antes.
“Las incubadoras fueron importantes pero hoy están fuera de tiempo porque los startups no quieren que los incuben, sino que los apoyen, no quieren la receta sino el remedio, el coaching. Tienen que cambiar su modelo: Internet les quitó el trabajo ya que en Google está todo. Se deben rearmar y algunas ya lo están haciendo”, señala. Y en ese sentido destaca casos como el 3IE, la U. de Santiago o la Universidad Adolfo Ibáñez, que cerró la incubadora Octantis y abrió el Centro de Innovación, Emprendimiento y Tecnología.
Facturar US$ 30 millones
Guital sigue innovando con productos y procesos en alianza con 14 grandes empresas. En 2012 generó US$ 24 millones en ventas con diversas innovaciones, como las paltas listas para consumir, con Subsole. Y para 2013, espera superar los US$ 30 millones a través de nuevos proyectos como el que está haciendo con la firma de mejillones congelados Sudmaris, ligada a Andrés Navarro Betteley , “para crear un producto premium de exportación, ya que ahora lo hacen a granel”, dice. También incursionará en la industria del aceite con la olivícola Alonso, del empresario Abel Alonso, donde desarrollará una versión de alta gama que se cosechará en una hora y media. “La industria lo hace hasta en 96 horas, por lo que el sabor y el color son distintos”, explica.
Además, por primera vez se unirá con Pymes. Ya trabaja con la pastelería mapuche Liwen, que utiliza harina de piñones, para exportar. “Son sabores originarios que hay que potenciar”, dice. Y con la firma cosmética natural Majen, de Valdivia, para escalar comercialmente.