“El Universo premia la acción, no el pensamiento” es una frase sorprendente y devela metafóricamente donde reside el mayor secreto de innovar. Si bien, hoy, son muchas las organizaciones que parecen estar enfocadas en el viaje hacia la innovación, sólo lo están a nivel de “pensamiento“. Un aspecto esencial para pasar a la siguiente fase es la figura de un conductor y guía que esté dispuesto a asumir el reto; un líder y emprendedor que haga suyo el valor de innovar junto al equipo de trabajo. Pero se requiere algo más: dotar a este líder de un set de nuevas competencias que lo preparen para que el viaje resulte exitoso. Estas competencias, la metodología necesaria como parte de su desarrollo y las pautas de aplicación, forman un modelo que hemos denominado “Liderazgo Orquestador” y que contiene cinco etapas claves:
1. Atención Expandida: permite identificar oportunidades del entorno, observar patrones ocultos y otras formas de innovación potencial. En el proceso, el líder deberá aprender a pensar diferente, a cuestionar la forma de hacer las cosas, incluyendo su propio actuar diario.
2. Imaginación Cristalizada: hará emerger la oportunidad en una propuesta de modelos y prototipos que evolucionen al modo como lo hace la naturaleza.
3. Facilitación Integradora: permitirá al líder la articulación de nodos valiosos, equipos, personas y sponsors para superar resistencias y avanzar.
4. Ejecución Simplificada: traduce la complejidad del proceso en algo viable. En esencia, se ocupa de traducir, trasmitir y mostrar la propuesta innovadora de un modo entendible y fácil, resolviendo la paradoja de la complejidad que conlleva mucho de lo nuevo, para alcanzar la aceptación del usuario o cliente.
5. Liderazgo Orquestador: gestionar junto a su equipo de trabajo el aprendizaje obtenido, haya sido o no exitoso el proceso, para transformarlo en conocimiento y continuar buscando las mejores alternativas, a partir de las prácticas exitosas y lecciones aprendidas obtenidas en el trayecto.
Ellas se guardarán, junto a los logros en innovación que se hagan realidad, como parte del tesoro que le permita a las organizaciones seguir evolucionando y adquiriendo ventajas adaptativas, especialmente, para abordar la cambiante realidad de los negocios, de los consumidores y de los trabajadores, que está llegando a pasos agigantados.
Estudios recientes indican que una empresa que no cree un nuevo producto o servicio cada año tendrá escasas posibilidades de seguir existiendo. Adicionalmente, los inversionistas podrían llegar a asignar hasta un 73% del valor de mercado de éstas, según el grado de innovación que evidencien y los beneficios que ello genere.