Chile necesita aumentar la innovación en los negocios y vincularse a cadenas de valor más sofisticadas para elevar su nivel de desarrollo y competitividad. Ese es el diagnóstico compartido por la academia y la industria, pero también por Corfo, que consciente de esta tarea, propuso un nuevo modelo de transferencia tecnológica, con el objetivo de impulsar la creación de empresas con perspectiva global.
Para dar el salto en este esquema, la entidad estatal lanzó el Programa de Hubs de Transferencia Tecnológica, adjudicando
$ 13.600 millones a tres consorcios para los próximos cinco años, los cuales están conformados por 26 universidades, 8 Centros Científico Tecnológicos Nacionales, 4 Centros de Excelencia Internacionales, 2 fondos de inversión y 11 representantes de la industria (empresas, gremios, etc.). Se trata de Hubtec, Knowhub y Apta.
Esta colaboración entre el mundo académico y el sector privado, buscará vincular sus investigaciones y desarrollos a las áreas de la producción industrial, salud y agricultura.
El modelo se basa en la especialización de funciones “on campus” y “off campus”, es decir, dentro y fuera de las instituciones generadoras de conocimiento. Contempla, entre otras cosas, el desarrollo de institucionalidad para la transferencia tecnológica, captación de resultados de interés comercial, capital humano avanzado para su operación y promoción e internacionalización de emprendimientos con base en tecnología.
“Al cabo de cinco años, tenemos que ser capaces de que alrededor de 50 empresas salgan de este sistema, levanten capital de riesgo y se transformen en empresas de rápido crecimiento y de nivel global. Hoy son contadas con los dedos de una mano (…) Tenemos altas expectativas de que se transformarán en un factor de sofisticación y diversificación de la economía chilena”, destaca el vicepresidente ejecutivo de Corfo, Eduardo Bitran.
Inspirado en Canadá y Australia
No existe un antecedente de que este modelo se esté usando en otro país de América Latina. No obstante, sí se ha aplicado en Nova Scotia (Canadá) y Queensland (Australia), con buenos resultados. “El desafío es que, tal como en esos dos países, los distintos hubs llamen a sus ex alumnos, empresarios exitosos y promuevan la creación de una red de inversionistas ángeles. Si eso pasa, estamos dispuestos a poner los recursos para crear fondos de Capital Semilla (…) Este es un modo de involucrar al sector privado de manera más activa”, sostiene Bitran.
Añade que Corfo evaluará anualmente el desempeño y progreso de los tres hubs creados.
Metas de corto plazo
Álvaro Ossa, director de Hubtec y de la Dirección de Transferencia y Desarrollo de la Universidad Católica (UC), comenta que “es la primera vez que hay una inyección de recursos tan importante para transferencia tecnológica de las universidades y centros de investigación”.
Espera que con esto, en unos cinco años, el país haya generado un punto de inflexión, con un incremento importante en los contratos, en la creación de nuevas empresas (spin off), en las solicitudes de patentes y negocios o investigación con la industria.
“No basta que en Chile sólo tres universidades concentremos casi el 50% de la investigación, patentes y transferencia tecnológica; necesitamos que el país se movilice. La inyección de recursos, la estrategia de mediano y largo plazo y la asociatividad de las universidades nos va a permitir eso”, afirma Ossa.
En el corto plazo, dice, constituirán la figura jurídica independiente -lo que debiese ocurrir en diez a doce meses- e iniciarán la contratación de capital humano avanzado, el cual podría venir de los estudiantes de Becas Chile que están retornando al país. “Estamos buscando una mezcla que aquí no es muy común: que tengan una formación científica, pero además que cuenten con habilidades de gestión de negocios y estrategia de proyectos”, advierte Ossa.
Hoy día Hubtec está armando oficinas en cuatro puntos del planeta: una en Nueva Zelanda, dos en Estados Unidos, y otra en Inglaterra, las que apuntan a facilitar la internacionalización de sus tecnologías.
Por otra parte, Edgardo Santibáñez, director de Knowhub y de Innovación de la Universidad de Chile, asegura que entre las metas está la vinculación con el sector productivo, mediante los programas estratégicos.
“Los hubs pueden jugar un rol muy importante como articuladores entre las capacidades de investigación de las universidades e institutos y las productivas de las empresas para desarrollar innovaciones”, afirma.
Agrega que estos consorcios también pueden contribuir a levantar en forma mucho más sistemática las tecnologías que genera la academia para proyectarlas al mercado. “Esperamos que en un plazo de tres años, los hubs puedan cuadruplicar el nivel actual de contratos de licencia y emprendimientos de base tecnológica”, destaca.
En tanto, Hugo Rocha, director de APTA y de Innovación y Transferencia Tecnológica de la Universidad Católica del Norte, señala que una de las principales misiones de los hubs es levantar el portafolio de patentes y spin off que ya tienen para evaluar cuáles de ellos pueden escalar al mercado global. Lo segundo, plantea, es revisar en la industria qué es lo que más se necesita y cruzarlo con las capacidades que tienen las universidades para desarrollar nuevas tecnologías que, a través de socios extranjeros, puedan llegar al resto del mundo.
Comenta que a la fecha, el mayor avance de su consorcio ha sido trabajar en el aceleramiento de tecnologías con la ayuda de la empresa estadounidense Wasabi Ventures. Esta firma, indica Rocha, tiene experiencia en tomar desarrollos y acompañarlos en el proceso hasta aterrizar en el mercado, por lo que contribuirán, sobre todo, en proyectos que se vinculen al área de la producción industrial, donde presentan mayor potencial.