Bloomberg: Chile debe repensar su sector forestal para ser carbono neutral
El país comenzó a subsidiar las plantaciones de árboles en 1931 como una forma de reducir la erosión del suelo en las tierras agrícolas.
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Patricio Barría pasa la mayoría de los días en los espesos bosques del sur de Chile, recorriendo angostos caminos junto a lagos de aguas azul cristalino. De vez en cuando, se detiene a examinar los árboles y revisar las raíces y los troncos para asegurarse de que estén creciendo de manera saludable.
Barría, de 53 años, es propietario y administra 110 hectáreas de bosques en la región sur de Los Ríos. Posee un negocio de leña y también trabaja como consultor para otros terratenientes para asegurarse de que haya un equilibrio sostenible entre el cultivo de árboles nuevos y la tala de árboles viejos.
"No quería ser solo un vendedor de leña, quería usar mi conocimiento para estar seguro que los bosques no se degraden", dijo. "Mis clientes son dueños medianos que pueden pagar un consultor privado; el gran problema son los dueños pequeños que no tienen el dinero o el tiempo para esperar años para que el bosque vuelva a crecer".
Chile, que cuenta con una de las industrias forestales más grandes de Sudamérica, necesitará más personas como Barría si quiere lograr su objetivo de reducir a cero los gases de efecto invernadero para 2050. El país está recurriendo a los llamados sumideros de carbono —bosques como los de Barría que pueden absorber más dióxido de carbono del que emiten— para dar cuenta de hasta la mitad de las reducciones de emisiones.
"Chile tiene una situación particular donde tenemos 17 millones de hectáreas de bosques que capturan y almacenan CO2", dijo la ministra de Medio Ambiente, Carolina Schmidt. "Lograr la carbono neutralidad efectivamente depende de nuestro sector forestal".
El anuncio que realizó Chile en abril pasado lo convirtió en el primer país sudamericano en comprometerse con la neutralidad climática para mediados de siglo. Además de plantar árboles, también planea cerrar todas sus centrales eléctricas de carbón y aumentar la energía renovable a 70% de su matriz energética, desde poco más de una cuarta parte el año pasado.
Su hoja de ruta contempla 200.000 hectáreas de nuevos bosques para 2030 —una superficie el doble del tamaño de Hong Kong—, de las cuales al menos 70.000 hectáreas serán especies nativas de la zona. El Gobierno estima que los árboles absorberán entre 3 y 3,4 millones de toneladas métricas de CO2 equivalente cada año, lo que corresponde aproximadamente a 3% de las emisiones totales de Chile.
Si Chile implementa todas las políticas planificadas, podría alcanzar el máximo de emisiones en 2023, dos años antes de lo previsto, según la organización sin fines de lucro Climate Action Tracker (CAT). Eso lo convertiría en un líder mundial en la lucha contra el cambio climático. El riesgo es su gran dependencia de los bosques para capturar carbono. Plantar tantos árboles es un desafío logístico costoso, y no hay garantías de que los árboles puedan absorber tanto CO2 como supone el Gobierno. Por esta razón, CAT califica el plan de Chile como "insuficiente".
Chile no está solo. Alrededor de dos tercios de los países del mundo incluyen alguna forma de solución basada en la naturaleza como parte de sus compromisos en virtud del Acuerdo de París, cuyo objetivo es evitar que las temperaturas globales promedio aumenten más de 1,5 °C desde los niveles preindustriales, según un estudio publicado en febrero por investigadores que incluyeron a Nathalie Seddon, directora de la Iniciativa de Soluciones Basadas en la Naturaleza de la Universidad de Oxford. Estos a menudo, aunque no siempre, incluyen iniciativas para plantar más árboles.
Delicado equilibrio
Muchas empresas, entre ellas gigantes petroleros como Royal Dutch Shell Plc y Eni SpA, también mencionan soluciones basadas en la naturaleza en sus planes de cero emisiones netas. La tendencia ha irritado a los científicos climáticos, que advierten contra la tentación de usar las compensaciones de carbono para reemplazar el duro trabajo de reducir los combustibles fósiles. La obtención de créditos relacionados con la plantación de árboles a menudo es más barato que implementar cambios estructurales, aunque hay poca supervisión para garantizar que los programas estén ayudando al clima tanto como afirman.
Para Chile, los árboles han sido la solución predilecta durante algún tiempo. El país comenzó a subsidiar las plantaciones de árboles en 1931 como una forma de reducir la erosión del suelo en las tierras agrícolas en las que se apoya su economía. En el pasado, vender la madera también se consideraba una forma de ayudar al país a diversificarse de la minería.
El uso de árboles para capturar carbono implicaría cambiar las prácticas tradicionales. Los residentes tienen que asegurarse de talar solo los árboles viejos y plantar las especies correctas para reemplazarlos. Investigaciones han demostrado que los bosques deben ser lo suficientemente diversos como para ser sumideros de carbono efectivos. Se necesita un cuidado continuo para garantizar que los árboles sobrevivan después de ser plantados.
"Hay un límite para el carbono que pueden almacenar los árboles recién plantados", dijo Alison Smith, investigadora asociada sénior de la Universidad de Oxford y coautora del artículo sobre soluciones basadas en la naturaleza. "Este carbono está en riesgo si se talan árboles o mueren a causa de incendios, sequías o enfermedades a medida que el clima continúa calentándose".
En 2017, Chile sufrió los peores incendios forestales registrados en su historia que arrasaron más de 570.000 hectáreas. Investigadores estiman que los incendios emitieron el equivalente a 90% de las emisiones anuales de gases de efecto invernadero del país, liberando a la atmósfera casi el doble de la cantidad de CO2 que emite en un año promedio. El país también se ha visto afectado por una grave sequía durante más de diez años. Según las últimas estimaciones, la disponibilidad de agua podría reducirse a la mitad en sus regiones norte y central entre 2030 y 2060.
El clima extremo dificulta la maduración de los árboles. "La de Chile es una meta desafiante, sobre todo, porque el mismo cambio climático atornilla para el otro lado", dijo Andrés Pica, director ejecutivo del Centro de Cambio Global de la Universidad Católica en Santiago. "Hay menos agua, más riesgo de incendios forestales y más bosques degradados que emiten CO2 en lugar de capturarlo, por lo que los incendios forestales podrían ser más grandes en el futuro".
Para mitigar esos problemas, Chile tendrá que respaldar su plan de plantación de árboles con financiamiento. Las plantaciones forestales en Chile se duplicaron con creces entre 1986 y 2011, según una investigación de Cristián Echeverría, profesor de la Universidad de Concepción, y otros, publicada el año pasado en la revista Nature Sustainability. Durante ese período, el Gobierno pagó US$408 millones, un promedio de US$447 por hectárea, para plantar una superficie casi tres veces más grande que Rhode Island.
Sin embargo, su investigación encontró que el programa no se tradujo en un aumento proporcional en la capacidad de los bosques para actuar como sumideros de carbono. El carbono almacenado en la vegetación aumentó poco menos de 2% durante el período. Al mismo tiempo, los bosques nativos, que tienen más éxito en la captura de carbono, se redujeron en un 13%.
"Solo tenemos que mirar hacia atrás para darnos cuenta de la importancia de diferenciar entre especies exóticas y nativas", dijo Echeverría. "Cualquier instrumento de financiamiento de políticas públicas debería dejarlo en claro para evitar errores pasados".
El Gobierno chileno no ha dicho cuánto es su presupuesto para reforestación. En una presentación de su renovado compromiso de carbono neutralidad ante las Naciones Unidas, reconoce el desafío de los incendios forestales y se compromete a mejorar el manejo forestal, aunque entrega pocos detalles de cómo lo hará. Para alcanzar la carbono neutralidad, se requerirán inversiones de US$27.000 millones a US$49.000 millones entre 2020 y 2050, según estimaciones del Ministerio de Energía.
Cualquier apoyo financiero para la reforestación deberá tener en cuanta a los propietarios de pequeñas plantaciones de bosque nativo. Por el momento, preservar esas áreas no es rentable y la mayoría de los propietarios terminan cortando árboles como robles y secoyas gigantes y para vender la madera.
"El objetivo de Chile de utilizar los bosques como sumideros de carbono está en peligro si el mercado de la madera no está regulado adecuadamente", dijo Vicente Rodríguez, quien dirigió durante años el sistema de certificación de leña de Chile. La madera debe estar certificada no solo por su origen, sino también por su calidad, sostuvo.
En el sur de Chile, donde los bosques son abundantes y las lluvias frecuentes, los residentes queman madera húmeda durante el invierno para cocinar y calefaccionar sus hogares. Eso libera más hollín que la madera seca, lo que aumenta la huella de carbono general de Chile y convierte a las ciudades de la región en una de las más contaminadas del mundo.
"El objetivo de carbono neutralidad es una gran oportunidad para restaurar nuestro sur, nuestros bosques que no se manejaron adecuadamente y se degradaron hace décadas", dijo Barría, propietario del negocio de leña. "Tenemos la oportunidad de generar nuevos bosques, siempre que el Estado haga la inversión necesaria".