Con una larga trayectoria política, el actual presidente de ChileTransparente y ex titular del ministerio de la Segpres durante la primera administración de Michelle Bachelet, José Antonio Viera-Gallo, no sólo defiende los acuerdos, sino que anticipa que éstos serán necesarios en otras reformas clave como la educacional donde para poner fin al lucro, por ejemplo, se requiere quórum de ley orgánica constitucional. entonces “O se llega a un acuerdo...o no se avanza”, sentencia.
-Sí la presidenta Bachelet valoró el acuerdo de la reforma tributaria y dijo que con ese mismo espíritu se tramitarán los otros proyectos, ¿cómo se explica tanta polémica?
-Creo que en los dos sectores extremos de la sociedad hay una desconfianza muy profunda cuando se producen acuerdos. En el sector más de izquierda eso se produce porque hay personas que piensan que hay una mayoría suficiente en la sociedad para hacer cambios, lo que a veces no se refleja en el Parlamento por efecto del binominal. Y en la derecha, porque piensan que con esos acuerdos se desdibuja la identidad de las ideas del sector y que eso es avalar reformas que ellos no comparten. A mi juicio, esos dos sectores de la sociedad chilena son minoritarios. Pero la historia del país demuestra que hay una inmensa mayoría que quiere avanzar gradualmente, con conflictos y disensos acotados.
-¿Está diciendo que la sociedad chilena es más bien moderada, que no quiere grandes transformaciones?
-La sociedad chilena vivió traumas muy fuertes en la década del ‘70 y del ‘80 que la dejaron bastante inmune a llamados a transformaciones mesiánicas. Dicho eso, también el país tiene una vocación progresista que quiere avanzar hacia una sociedad más justa, más igualitaria, con más respeto a los derechos, más allá que las personas tengan posiciones más de izquierda o más de derecha.
-Quienes cuestionan la política de los acuerdos también acusan el regreso de la vieja Concertación y que en esa época no se habrían hecho los cambios que el país requería...
-Hasta el gobierno actual, en general no se contó con mayoría parlamentaria. Al no tener esa mayoría, la llamada política de los acuerdos era una exigencia de la realidad, no había como aprobar ninguna ley que no fuera con acuerdo de la oposición. Ahora el gobierno cuenta con mayoría parlamentaria pero es heterogénea políticamente y si bien está comprometida con un programa, es distinta la idea general formulada en ese documento a un proyecto de ley detallado sobre cada una de las materias. Y, por tanto, es muy probable que sobre esas materias se pueda ir produciendo lo que los partidos de la Nueva Mayoría han considerado diferencias en los instrumentos para perseguir objetivos que son comunes, es propio de esta nueva realidad. Ésta se tiene que ir expresando en el Parlamento. Ahora, si en una reforma hay unanimidad, como en el caso de la tributaria, en buena hora; si en otras reformas se aprueba por mayoría simple o por la mayoría requerida, bueno, es la ley del Parlamento. Lo importante es que haya una discusión seria, un debate informado, en el que participen todos y se haga con argumentación adecuada, los instrumentos técnicos para que al final se tome la mejor decisión.
-Pero la Presidenta pidió un Parlamento para sus reformas estructurales,¿por qué no usar esa mayoría?
-La NM tiene mayoría para quórums simples, no para leyes orgánicas constitucionales y algunas de las reformas importantes que la Presidenta plantea la requieren; entonces, eso ya es una limitación y ahí tendrán que ver el equipo y los dirigentes políticos cómo sortear ese desafío. En segundo lugar, las mayorías parlamentarias se ejercen pero no en forma ciega. Yo mismo cuando fui parlamentario por 16 años recuerdo perfectamente que apoyando muchas de las reformas, introducíamos cambios importantes a los proyectos, porque poníamos nuestros conocimientos parlamentarios y visión distinta de las cosas. Bastaría un análisis de cómo entraron muchos proyectos, entonces el debate parlamentario no es un trámite de poner una firma simplemente, un timbre o un voto, es una discusión, un análisis, un escrutinio de una propuesta. No hay que mirar las críticas, los aportes, como algo negativo, sino al contrario, ahora todo depende cómo se formule, el tono en que se haga…
-Tantos reparos a la política de los acuerdos a propósito de la reforma tributaria, ¿no será porque finalmente se le tocó el corazón al proyecto, lo que podría suceder también en otros proyectos eje del gobierno como el educacional y otros temas…?
-No soy un técnico tributario, pero tengo la impresión de que lo que se llama el corazón o los objetivos fundamentales de la reforma -y le creo a los senadores- se han mantenido. Respecto a la reforma educacional el tema es más complejo, porque algunos de los objetivos requieren de más de un voto de alguien que no es de la Nueva Mayoría, por ejemplo: el fin del lucro de los sostenedores es algo de Ley Orgánica Constitucional y se puede discutir que todo el tema de la selección requiere un voto que va más allá de la NM. No así el fin del copago en que bastan los votos de la NM. Ahí se va a producir un debate político –que debutan dicen a mediados de agosto en la comisión de la Cámara- y tendrán que ver las fuerzas políticas si llegan a un acuerdo con alguien que está más allá de la NM o no, y cómo, en qué condiciones.
-Con tanto cuestionamiento a la política de los acuerdos, durante los 20 años que gobernó la Concertación, es como si no se hubiera logrado ningún avance en el país, ¿hay una falta de reconocimiento?
-Hay un error político profundo porque muchos de los que hacen esa crítica participaron de ese periodo, con altas responsabilidades. Cuando se hace esa crítica se está descalificando a los gobiernos de Aylwin, Frei, Lagos y Bachelet Uno y eso me parece que no resiste ningún análisis político mínimamente objetivo . Si el país es otro como ellos mismos señalan es porque en esos gobiernos se pudieron impulsar cambios económicos sociales fuertes y profundos que hicieron avanzar significativamente a Chile, aumentando el Producto Interno Bruto, logrando que un porcentaje importante de la gente abandonara la extrema pobreza, aumentando las aspiraciones y posibilidades de la clase media. Hacer un balance negativo de los años de la Concertación es solo una ceguera ideológica.
-El fin del lucro y la selección serían áreas donde es predecible que se puedan lograr acuerdos, ¿ve otras?
-La disyuntiva que enfrenta la reforma educacional es muy parecida a la que enfrentó el gobierno de Bachelet con la Ley General de Educación. O se llega a un acuerdo en que cada sector considerará que no es plenamente satisfactorio y va a generar mil polémicas o no se avanza.
-¿Eso es peor?
-Algunos parecen preferir una política más testimonial, decir: “mire yo prefiero morir con las botas puestas con mis ideas y si no se aprueban, que la ciudadanía juzgue”. La otra reforma trascendental y donde no he visto a nadie criticando un acuerdo más amplio que la Nueva Mayoria es el binominal, que es justamente el reflejo de lo que pasó en la reforma tributaria y en buena hora, porque si no, no se podría aprobar la reforma electoral sin votos de la derecha.
La conducción política "es algo que se puede mejorar"
-Usted ha dicho que la heterogeneidad de la Nueva Mayoría exige más trabajo prelegislativo, ¿eso es falta de conducción política?
-Siempre la Concertación fue plural y heterogénea, con el tiempo eso ha ido aumentando.
-¿Pero cree que se está haciendo un buen trabajo de conducción política?
-No tengo información suficiente para emitir un juicio, pero de algunas de las lecturas de la prensa me da la impresión que es algo que se puede mejorar. Hoy mismo vi que diputados como Lorenzini y Monsalve, por ejemplo, se quejan de que no ha habido suficiente trabajo en la reuniones con Hacienda. Si hubiera habido un buen trabajo prelegislativo se podría haber disminuido el grado de polémica que dentro de la Nueva Mayoría han provocado algunas iniciativas legislativas del gobierno.
-¿Cuando dice que la conducción política se puede mejorar habla de todo el gabinete o al jefe de éste?
-Es una responsabilidad colectiva; de cada ministro desde luego, de la conducción y de los propios partidos.
-¿Y cómo evalúa la política comunicacional del gobierno?
-Cada vez que se critica la política comunicacional del gobierno, en general lo que se está criticando es más bien el contenido. Lo comunicacional es bastante adjetivo respecto de lo sustancial.
-¿Entonces hay un tema de fondo?
-En el tema de la reforma tributaria, muchas de las críticas surgieron de dirigentes y economistas de la Nueva Mayoría. En el caso de la educación, en algún aspecto se ha producido algo similar, entonces no es un problema de comunicación sino que del contenido.
-¿Eso obliga a poner un mayor orden a nivel interno?
-Más que orden, es que haya convicción, por eso el trabajo prelegislativo es muy importante.
Huenchumilla "bien orientado"
-¿Cómo ve el trabajo que está desarrollando el intendente Huenchumilla en La Araucanía?
-Más allá de una u otra expresión, que entiendo más bien como manifestación de la tensión que le toca vivir a una persona que tiene esa responsabilidad, creo que él -en línea gruesa- está bien orientado en el sentido de buscar una solución de fondo a un tema histórico. Resolver ese problema de fondo es algo tremendamente complejo y requiere mucho acuerdo en la sociedad chilena, y además bastantes recursos.
-¿En ese contexto se explica la interpelación al ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo?
-Las interpelaciones son un instrumento perfectamente legítimo de la oposición, asi se establecieron en 2005. Para mí, en forma inexplicable, la Concertación no la usó en el gobierno de Sebastián Piñera, solo interpelaron a una ministra una vez, en cambio la derecha la usó bastante en el primer gobierno de Bachelet y ahora la ha vuelto a usar en este segundo gobierno de Bachelet.