Luego de que se conociera el crecimiento del Imacec de 2,5% en enero, el ministro de Hacienda Mario Marcel, destacó que “el año económico comenzó con el pie derecho”. Resaltó también la mejoría en la confianza empresarial y la baja del desempleo.
Para el académico de la Universidad de Maryland e investigador de Clapes-UC, Sergio Urzúa, el desempeño económico de los primeros tres años del Gobierno del Presidente Boric ha sido decepcionante y ante el Imacec de enero se muestra cauto. “La cifra sugiere que Chile podría crecer entre 2% y 2,5% este año, nada extraordinario. Quizás alcance para estar un pelo por sobre el desempeño de la segunda administración de la expresidenta Bachelet, que ostenta el menor crecimiento desde el retorno a la democracia. Pero para crecer más, hay que hacer cosas distintas”, advierte.
Además, Urzúa señala que la incertidumbre externa, principalmente por las políticas del Presidente Donald Trump, exigen una nota adicional de cautela.
"Preocupa la incertidumbre que se configura en el frente externo. El foco debe estar en la mejor gestión del país posible (...) El país debe actuar rápido y entablar conversaciones y gestiones. Navegar en esta situación, hablar lo justo y necesario, ser pragmático".
“Preocupa la incertidumbre que se configura en el frente externo. No es una buena noticia para Chile. En un mundo más incierto, el foco debe estar en la mejor gestión del país posible. Estamos recién en marzo, queda mucho por delante”, enfatiza.
-¿Cuál es su impresión de las primeras semanas de Trump de vuelta en la Casa Blanca?
- Esta no ha sido la administración Trump 2.0, sino más bien la 5.0. Luego de dejar la Casa Blanca en 2021, Donald Trump y sus equipos planearon cuidadosamente el retorno. Por eso, no hay que ser ingenuos. Las decisiones pueden parecer improvisadas, pero hay objetivos predefinidos y una dirección clara en temas altamente delicados. Los aranceles, la relación con Europa, la tensión con China, la batalla cultural interna, la lista es larga. El impacto de esto puede ser complejo y el mercado empieza a cuestionarse si los riesgos están bien medidos.
-Usted dice que Trump sabe para dónde va. ¿A qué se refiere?
- De puro curioso volví a ver hace poco un par de temporadas de “The Apprentice”. El programa de TV destaca un rasgo de personalidad del Presidente Trump: cuando sabe lo que quiere, está dispuesto a pasar por encima de quien se le interponga con tal de alcanzar su objetivo. En política, tal enfoque es arriesgado.
Veamos, por ejemplo, un tema económico central. Estados Unidos tiene una deuda de 120% del PIB, con déficit fiscales insostenibles. Esto no podía continuar y requería atención inmediata. Así, el ajuste del gasto era urgente, lo mismo que la búsqueda de nuevas fuentes de ingresos. Pero tensionar el estado federal con, literalmente, motosierra en mano para cortar gastos o generar una guerra comercial a partir de una errática imposición de aranceles para aumentar las arcas federales, es obvio que configuran una visión de tejo pasado. Hasta hace poco, esto no parecía complicar al entorno del Presidente Trump, porque lo esencial era alcanzar el objetivo de mejorar las finanzas públicas. Sin embargo, la gran volatilidad de los mercados de esta semana sugirió cierta desconfianza entre los agentes frente a la estrategia.
-La respuesta de los mercados a la embestida arancelaria no fue buena, ¿cuál es la implicancia?
- Esta semana los mercados accionarios avisaron que la peculiar táctica comercial que ha surgido desde los Estados Unidos preocupa. Las bolsas dieron el beneficio de la duda por bastantes semanas, pero la tensión fue demasiada. Apuesto a que la Casa Blanca fue por primera vez incomodada por el derrumbe accionario. Los dichos de Powell respecto de que la Fed esperará tener mayor claridad antes de tomar una nueva decisión suman ruido. Veremos cómo responde la administración del Presidente Trump frente a este aviso nivel “Houston, we have a problem”.
-¿Qué impacto puede tener esta situación en la economía global?
-Fuentes de incertidumbre que no pueden ser anticipadas por los agentes económicos son siempre sinónimo de volatilidad. El Presidente planteó en su discurso frente al Congreso el martes que algunas medidas podrían tener un impacto negativo acotado y transitorio sobre la economía. Ese optimismo está por verse. A nivel global, particularmente entre los países emergentes, una guerra comercial es una pésima noticia. Hay que anticipar y prepararse.
-¿Cree que pueda haber una moderación de Trump por lo que estamos viendo en los mercados?
- No creo que se produzca un cambio de estrategia, sino más bien ajustes tácticos. La decisión de postergar los aranceles sobre productos canadienses y mexicanos hasta abril así lo sugiere. Claro, estos acomodos no pueden continuar por mucho tiempo, porque se pierde la sorpresa y con eso el poder negociador.
Por otra parte, sus equipos están conscientes de que tienen poco tiempo. Es probable que después de la elección de medio término no tengan el Congreso y, por lo tanto, enfrenten mínimo espacio para avanzar con su agenda. Falta todavía, pero hay proyectos de largo aliento, una reforma tributaria y seguramente cambios en pensiones y salud. Hay que seguir atento a sus siguientes movimientos.
Riesgos para Chile
-Trump también dijo que subiría los aranceles a las importaciones agrícolas y estudiará hacerlo al cobre. ¿Cuáles son los riesgos para Chile?
- De concretarse, esto sería muy negativo para Chile. ¿Se puede evitar? Lo que hemos aprendido durante la última semana es que negociaciones y diplomacia sí operan. Chile debe actuar rápido y entablar conversaciones y gestiones, debe estar preparado. Navegar en esta situación, hablar lo justo y necesario, ser pragmático, algo que a la administración del Presidente Boric no siempre le ha acomodado. Hay que internalizar el nuevo orden mundial, pero no nos confundamos, aquí también se generarán oportunidades.
-¿Cómo cuáles?
-Estados Unidos va a seguir importando cobre y productos agrícolas. Si imponen aranceles a otros países, Chile puede entrar a competir con esos productos. Y si ponen impuestos a productos chilenos, se pueden buscar otros mercados. Oportunidades hay, pero el país debe manejarse con precisión quirúrgica. La combinación de buena diplomacia con inteligencia económica puede ofrecer una oportunidad. Las crisis generan oportunidades, pero para aprovecharlas es necesario un nivel de profesionales superlativo.
“En parte de la clase política, y también en algunos círculos empresariales, existe cierta conformidad con crecer al 2%”
Sergio Urzúa es uno de los integrantes del comité de empresarios y expertos convocados por la CPC y sus ramas para hacer un diagnóstico y elaborar propuestas para impulsar el crecimiento en Chile. La iniciativa se trabajará entre marzo y junio, y luego se entregará a los candidatos presidenciales, con el fin de que la consideren en sus respectivos programas de Gobierno.
“Para mí lo más importante es el sentido de urgencia. A Chile se le acaba el tiempo. El país ha esperado demasiado para hacerse cargo del problema de crecimiento que acarrea por más de una década. Este ha tenido efectos sociales, impacto en las finanzas públicas, en la creación de empleo, oportunidades laborales… Chile está evidentemente estancado y da la sensación de que en parte de la clase política y también en algunos círculos empresariales existe cierta conformidad con crecer poquito, parejito, en torno al 2%. Por eso es una oportunidad que la CPC lidere una instancia como esta, que genere un remezón importante”.
-¿Por qué piensa que este conformismo está también se ha instalado en algunos sectores empresariales?
-Primero, parte de la clase política ha desconocido por años la compleja tendencia que ha mostrado la economía del país. Basta estudiar la evolución de nuestras finanzas públicas de las últimas décadas y compararla con el bajo crecimiento del producto para confirmar que hubo un desacople profundo. Por lo mismo, considero que parte importante del estancamiento se debe a errores que nacieron desde la misma política. También podemos hablar de cosas que no se hicieron.
Y no puedo descartar que en algunos círculos empresariales hubo también cierta confusión y comodidad frente a las cifras. En general, esa posibilidad me preocupa. Es el caldo de cultivo para el avance de una cultura del estancamiento en grupos que tienen la obligación de combatirla. No olvidemos que fue el sector privado la pieza esencial del engranaje que impulsó el crecimiento económico durante los injustamente vilipendiados 30 años más exitosos de la historia de Chile. Hay que repotenciar ese músculo de progreso.
-¿Qué debe hacer la empresa privada?
-Tiene un rol esencial en poner fin al estancamiento. Pero para aprovecharlo, debe erradicar cualquier conformismo o lastre emocional gatillado por el estallido social del 2019. Esto confabula en su contra, porque le brinda la oportunidad a cierto espectro político de culparlos del estancamiento, lo que es no solo inexacto sino también injusto. No hay que permitir que eso ocurra, porque para que un país crezca es fundamental que el empresario chico, mediano y grande no dude de que su rol en la sociedad es mover la frontera de producción, generar innovación, promover la competencia, ser ejemplo de progreso y exigir reglas claras. La iniciativa privada es el motor del crecimiento. ¿Hay de esto total convencimiento? Partamos por reconocer que esta administración no siempre ha valorado al sector privado. Ahí una tensión pro estancamiento.
-¿Esto es lo que usted espera plasmar en la comisión de la CPC?
-Es lo que creo que es necesario para el país. El país no va a crecer de la mano del Estado, eso es un dato. Así que para crecer más se necesitará más inversión privada. Eso requiere mejores reglas de juego, y ahí hay un ámbito de acción importante para la siguiente administración o quizás para ésta durante el 2025. La derogación del DL 600 fue un error histórico y un nuevo estatuto de inversión extranjera sería una señal en la dirección correcta. Medidas de este tipo pueden potenciar el ímpetu empresarial dispuesto a echarse el equipo al hombro. El 2025 es un año crítico. Cuatro años más de crecimiento de 2% y el daño sobre la aspiración de dar al salto al desarrollo puede ser permanente.
-¿Por qué dice que este año es crítico para el remezón?
-Porque tenemos una elección presidencial. Independiente de quienes sean los candidatos, transversalmente tiene que configurarse un relato con tres ejes claves: crecimiento, crecimiento y crecimiento. Crecer al 2% no alcanza para dar respuesta a las nuevas generaciones, a la clase media o a los pobres. Para esta elección presidencial, por primera vez desde el retorno de la democracia, Chile ofrece un país con menores oportunidades para los jóvenes respecto de las que ofreció a las generaciones anteriores. La sociedad civil debe ser actor relevante en el debate. El sector privado debe aportar con ideas que permitan al país crecer permanentemente, ojalá al 3% o al 4%.
-Usted ha sido indicado como uno de los orejeros de Evelyn Matthei en materia económica ¿Está colaborando en su programa?
- Mi trabajo académico en Estados Unidos no me deja mucho espacio para otras cosas. Obviamente, siempre hay que estar dispuesto a aportar al debate y me siento muy honrado de que algunas de mis publicaciones, columnas y opiniones generen interés. Uno trata de aportar con ideas, y si algunas pudieran servir para enfrentar los desafíos que tenemos, fantástico.
-Pero si tuviera que recomendar algunas ideas muy puntuales que deben estar el programa de Gobierno para que el crecimiento vuelva a ser fundamental, ¿qué sería?
- No hay que inventar la rueda. Sí recordar que un tanque a pedales no llega lejos, aunque vaya lento. Por eso, el crecimiento deber ser la columna vertebral de cualquier programa de Gobierno. Me parece que mayor certeza jurídica y atracción de inversiones serán esenciales. También revisar el gasto público. La modernización del Estado es urgente. La población demanda eficiencia y detesta el despilfarro. Tercero, capital humano. Lo que se ha hecho en educación pública representa un retroceso significativo para el potencial de crecimiento de Chile. Y un cuarto tema es seguridad. Esto se ha transformado en un impuesto inmenso y Chile todavía no ha internalizado lo difícil que será erradicarlo.