El Servicio de Impuestos Internos (SII) ha tenido un rol clave en el Caso Penta, en conjunto con la Fiscalía Metropolitana Oriente. En agosto del año pasado presentó una denuncia contra los controladores del holding, Carlos Alberto Délano y Carlos Eugenio Lavín, por eventual emisión de boletas de honorarios falsas para reducir su base imponible, mientras que la semana pasada se querelló contra el ex subsecretario de Minería, Pablo Wagner, y su cuñada por un similar ilícito.
Y si bien la arista política y tributaria del caso que involucra al conglomerado se retrotrae al escándalo del denominado "fraude al FUT" y es anterior a esta administración, al interior del SII hay conciencia de que en las últimas diligencias del servicio hay un sello distintivo del nuevo énfasis regulatorio que ha propuesto el director del organismo, Michel Jorratt.
Desde su asunción en el cargo el 11 de marzo, el ingeniero transmitió a los estamentos del organismo que la mano se vendrá "pesada" en términos de fiscalización para reducir la elusión y evasión de tributos.
Para esto, el SII se encuentra implementando desde mediados del año pasado un nuevo modelo de fiscalización que pone el acento en los aportantes de distintos tamaños, seleccionando e investigando con mayor "lupa" a los casos susceptibles de irregularidades.
Y la primera etapa de implementación de este modelo "integral" se encuentra en proceso, con el fin de detectar el incumplimiento tributario "más agresivo".
Según cercanos al servicio, este es un cambio en el paradigma de regulación "bastante relevante", dado que en el pasado -dicen funcionarios- el foco del SII había estado en la calidad del servicio y en mantener una cierta "estabilidad" en el comportamiento de los contribuyentes "más riesgosos", en lugar de perseguir eventuales ilícitos tributarios.
En lo principal, se utiliza un modelo matemático de riesgos donde se escoge a los contribuyentes que han solicitado más devoluciones de impuestos y registrado mayor cantidad de pérdidas, entre otros parámetros. Estos son los que el SII denomina como sujetos con un "mayor riesgo" de incumplimiento.
Lo que se buscaría sería "perfeccionar" la inteligencia tributaria y la "profundidad" de la investigación.
"Por ejemplo, si antes la lista que se miraba eran 2.000 contribuyentes, ahora se reduce quizá a la mitad pero con énfasis en esos 1.000 más riesgosos. Lo que se hacía antes era que se notificaba a todos los contribuyentes de este grupo y la fiscalización no era tan profunda. Ahora, se notifica sólo a algunos, por lo que el fiscalizador puede olfatear e investigar más", comentan cercanos a la mecánica diaria del SII.
Énfasis en IVA y territorio
Otros de los ejes estará enfocado en reducir la evasión del Impuesto al Valor Agregado (IVA), mediante la creación de un nuevo plan de fiscalización con acciones escalonadas "estructurales" -en terreno y no presenciales- de tipo preventivo, masivo y selectivo en los contribuyentes más riesgosos. "Destaca el uso de la mensajería emergente para informar brechas de cumplimiento a segmentos de interés, el uso intensivo de auditorías informáticas y una renovada presencia fiscalizadora", comentan en el SII.
Además, se están generando nuevos reportes con indicadores globales de cumplimiento tributario, mientras que en una segunda etapa se buscará tener índices de cumplimiento por segmentos de interés y por sedes regionales. "Lo que se busca es privilegiar aumentos sostenidos de cumplimiento por sobre cantidades de tareas", comentan.
El sello Jorratt
El mismo Jorratt le ha transmitido a los estamentos de Teatinos 120 que se buscará retomar de manera "intensa" la capacidad investigativa y persecutoria del SII.
Fuentes del servicio atribuyen el diseño de esta estrategia al subdirector de Fiscalización, Víctor Villalón, cercano a Jorratt y quien, tras un paso por el FMI, fue solicitado por Jorratt para asumir el desafío. Antes fue jefe de Fiscalización de Grandes Empresas Internacionales.
"La implementación de este nuevo modelo de fiscalización es parte del nuevo plan estratégico del SII. Más que un resultado de este modelo, el Caso Penta ha servido para afinar los criterios de riesgo tributario que dan sustento al modelo y que se van a tener en cuenta a futuro", cuentan en la institución, donde enfatizan -eso sí- que el nuevo modelo no es fruto de "ningún caso en particular" como Penta u otros.