-¿Cuál es su mirada sobre el último episodio protagonizado por el ministro Eyzaguirre?
-Creo que el ministro le ha vuelto a generar un serio problema político al gobierno y a la Nueva Mayoría. Su declaración limitando la gratuidad universitaria a sólo cuatro años no respondió a una definición consultada y resuelta por el Ejecutivo, sino a una opinión personal, distanciada de lo que plantea el programa de gobierno en esa materia. El ministro fue por tanto obligado a rectificar, lo que ha vuelto a dejar en evidencia que no hay todavía criterios precisos sobre lo que se quiere hacer en educación. El ministro ha mostrado otra vez una falta de prolijidad y de responsabilidad en sus juicios públicos, que ha sido una constante que está debilitando severamente su posición política al interior del gobierno y su capacidad de interlocución con el conjunto de actores vinculados a la reforma.
-¿Cree que mantiene el liderazgo necesario para impulsar la reforma?
-Me parece que está en una situación muy precaria, con su credibilidad fuertemente dañada por sus constantes errores comunicacionales. No es fácil revertir este cuadro, lo que sin duda limitará su capacidad de acción futura en una reforma de por sí compleja. En el fondo, las debilidades comunicacionales son la expresión de indefiniciones políticas, que el gobierno no ha sido aun capaz de resolver. Si el ministro no logra revertir en el corto plazo su débil posición actual, va a ser muy difícil mantenerlo a cargo de una reforma que requiere que su principal articulador, transmita confianza y credibilidad en sus dichos y en sus acciones.