-¿Cómo evalúa lo ocurrido tras las declaraciones de Eyzaguirre sobre la gratuidad en la educación superior?
-La contradicción entre sus declaraciones y las del ministro Rodrigo Peñailillo demuestran un cuestionamiento al estilo de Eyzaguirre. En ese sentido Peñailillo es el reflejo de la forma de hacer política de Bachelet. Ha quedado en evidencia que el activo político que podía tener Eyzaguirre no es tal, ha centrado su estrategia en afianzarse en los estudiantes o en los dirigentes que ha cooptado dentro de su gabinete, pero tiene muy pocas redes en los partidos. Recordemos que hablaba que los políticos eran lo peor y puede haber cambiado de opinión, pero eso refleja el tipo de vínculo o su visión de la política. Desde ese punto de vista se está debilitando para ser un actor capaz de articular a los políticos, más allá de los estudiantes.
-¿El ministro mantiene el liderazgo necesario para sacar adelante la reforma?
-Esta falta de capital político también ha quedado de manifiesto en esta cosa titubeante que tiene él, que da una sensación de mucha ambigüedad. A Bachelet esto le genera un problema, a estas alturas no puede hacer un cambio de gabinete a cinco meses de gestión. Así que desgraciadamente para el gobierno y Eyzaguirre va a tener que trabajar y cambiar su perfil. La pregunta es cómo, dada la personalidad del ministro, que es el que habla de la “gordi”, y el que ningunea a los padres y apoderados de los colegios subvencionados. Entonces, el gobierno tendrá que buscar alguna fórmula y la más probable es el mayor protagonismo que podría adquirir Peñailillo.