por valentina fuentes j.
Inserto en el momento de mayor tensión desde que asumió la jefatura del Mineduc, Nicolás Eyzaguirre da inicio al Plan Nacional de Participación, su estrategia para dar nuevo impulso al cuestionado compromiso de campaña de escuchar a todos los actores sociales y para “restituir la confianza y dar legitimidad a la reforma”, en palabras del ministro.
Lo cierto es que estas instancias de negociación no sólo se presentan como una plataforma para la ciudadanía de influir en la iniciativa educacional, sino también, como una segunda oportunidad para el Mineduc de corregir su propio proyecto que pondría fin al lucro, copago y selección académica, que ha sido ampliamente criticado. Así, el reiterado compromiso de Eyzaguirre de que los consensos alcanzados en estas mesas de trabajo se convertirían en el “fundamento y base” de las iniciativas, en otras palabras, quiere decir que el Ejecutivo se abre a introducirle indicaciones a su propuesta original basándose en los resultados de esta fase de negociación.
El proceso participativo termina en septiembre, lo que marcaría también la agenda de Eyzaguirre, ya que, como especificó el Secretario Ejecutivo de la reforma, Andrés Palma, “no sería pertinente que los proyectos (como el de gratuidad en educación superior) los ingresáramos antes de que tuviéramos listo el trabajo de diálogo”.
Que la participación fuese efectivamente “incidente y vinculante” en la reforma, fue una de las cuatro garantías a las que el movimiento estudiantil condicionó su adhesión al proceso de diálogo. Aunque en la tarde del martes el Mineduc se anotó un punto al lograr el sí estudiantil, ayer, al iniciar el plan de participación en la sede del ex congreso, se constató la ausencia de algunos grupos dirigentes.
De espalda al diálogo
Al momento que la presidenta de la Fech, Melissa Sepúlveda, y de la Feuc, Naschla Aburman, discutían en la mesa temática de “financiamiento” –entre otras materias ejes que guiarán el diálogo ciudadano-, un grupo de la izquierda más radical de la Confech -entre otras, la Federación de Estudiantes de la Universidad de Concepción- rechazaba la decisión tomada por la mesa ejecutiva de la agrupación que integran y argumentaban que Eyzaguirre no habría cumplido las garantías exigidas por el movimiento social.
La ruptura también la vivieron las agrupaciones de secundarios. Mientras la Cones formará parte del proceso de negociación, la vocera de la Aces, Lorenza Soto, manifestó que se sentarán a la mesa del gobierno porque “no sabemos con quién estamos conversando, si con el ministro o con el presidente de la DC”.
El mismo quiebre ocurrió entre las asociaciones de universidades privadas, donde la disidencia llamó a movilizarse ante una reforma que “no contempla a las universidades privadas”.
En contraste, Aburman y Sepúlveda manifestaron el rol “vigilante, de presión y de fiscalización al gobierno”, que cumplirían al interior de las mesas de diálogo.