Phage Lab: el emprendimiento chileno que cura animales sin antibióticos sale al mundo
Todo partió con un desinfectante de verduras. Hace un año abrieron un laboratorio en España, y están ad portas de llegar a Brasil. “Tenemos todo el hambre para ser un unicornio”, dice Hans Pieringer.
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Fue en 2013. De la Corfo invitaron a Hans Pieringer y Nicolás Ferreira a una reunión de empresarios y científicos en Puerto Varas. Y llevaron muestras gratis de un desinfectante de verduras en polvo que se disolvía en agua y que habían inventado en la universidad. Eran 40 en total, recuerda Hans. Nadie compró el producto, pero sí se llevaron todas las muestras gratis.
Unas semanas después les llegó un pedido por 100 sobres de dicho desinfectante. Llamaron al nuevo cliente, le dijeron que le enviaban el producto de inmediato y por curiosidad preguntaron para qué lo estaba usando.
Al otro lado de la línea, un señor de Osorno que criaba terneros, les dice que en la reunión en Puerto Varas su esposa le recordó que los animales se estaban muriendo por la bacteria Escherichia Coli. Así que tomó la muestra gratis del producto, se los echó en la leche, y se recuperaron.
Después empezaron a entregarlo a más productores en la zona, quienes pasaron de ver morir al 80% de sus terneros por esta bacteria, a menos de 5%. Un día, alguien los mencionó en un diario de Osorno, y las peticiones de compra se masificaron.
Ese fue punto de inflexión para lo que hoy es Phage Lab. “Tenemos todo el hambre para ser un unicornio”, dice al otro lado de la cámara Hans Pieringer.
Pero no fue fácil empezar, recuerda Pieringer. “Vendí mi Play Station para poder meterlos al negocio. Recibí como 100 lucas”, recuerda entre risas este ingeniero y magíster en Biotecnología de la Universidad Andrés Bello. Por la pantalla, su look es más el de un rockero que de científico: lleva el pelo largo, suelto y con una patilla rasurada. Al fondo, equipos de amplificación, de música y un órgano eléctrico.
Toda esta historia partió en la Universidad, mientras estudiaba con Nicolás Ferreira. Un día, les pidieron solucionar un problema con bacterias, y así hicieron un proyecto basado en bacteriófagos, pequeños virus que reconocen una bacteria, se multiplican dentro de ella y generan la eliminación.
La ventaja – explica Pieringer– es que son súper específicos. “Los antibióticos son de amplio espectro, arrasan con todo. Por eso cuando te enfermas y te dan antibioticos muy fuertes te dan reconstituyentes de la flora. En cambio, los bacteriófagos podrían ir eligiendo las bacterias que son patógenas dentro de la flora normal, sin alterarla ni provocar su eliminación. Eso lo encontramos muy choro, tecnológicamente”.
Buena pinta
Volviendo a la historia de Phage Lab, corría 2013 cuando lograron dar una formulación estable a su bacteriófago que eliminaba la coli de las verduras y se adjudicaron un financiamiento de Startup Chile. Para llegar a esa fórmula, desde 2009 trabajaron con la Fundación Ciencia y Vida, que dirige el premio nacional de ciencias, Pablo Valenzuela. Cuando se lo presentaron, Pieringer recuerda: “Nos dijo ‘miren, requiere mucho trabajo, pero tiene la pinta de que se puede hacer’, así que nos prestó un laboratorio en el cual empezamos a sacar datos. Y esto lo empezamos a hacer los fines de semana, en paralelo a nuestras tesis”.
Con el éxito del empresario criador de terneros de Osorno, siguieron yendo a ferias en la zona y así se conocieron con ejecutivos de Bayer. En 2016 sellaron un acuerdo de distribución con la multinacional para vender su producto en Latinoamérica, con foco en Chile, Argentina y Brasil. El 2018, la firma alemana vendió la unidad de salud animal a nivel global a Elanco, con quienes siguen trabajando codo a codo.
Y cuando ya vieron que habían aprendido en bacterias de bovinos, decidieron avanzar en otras especies. Y se acercaron a Agrosuper, que concentra buena parte del mercado de cerdo, pollos y ahora entró al negocio de salmones. Con ellos han podido investigar y mejorar los procesos y de seguridad alimentaria in situ en sus plantas repartidas por todo Chile.
Pero como cada animal y bacteria tiene su particularidad, decidieron fundar una empresa satélite dedicada solo al diagnóstico. La llamaron Leiden. Y tras el diagnóstico del problema, Phage Lab desarrolla la solución.
Así entonces, necesitaron un lugar más grande y arrendaron “un laboratorio atómico” en el centro de innovación de la Universidad Católica desde principios de este año.
Para financiar todo este crecimiento –además de la Play Station, y los US$ 40 mil de Startup Chile– el family office San Matías, dueños de empresas Multimak, entró con US$ 500 mil en 2013. Pero en 2018 se profesionalizaron, e iniciaron una ronda de financiamiento, donde el fondo Invexor ligado al ex gerente de Banchile Inversiones, Jorge Rodríguez, se sumó con US$ 2 millones. Entre otros empresarios, levantaron US$ 2 millones más.
Y ahí se conformó el directorio: desde el mundo científico están Pablo Valenzuela, Mario Rossemblatt, Sebastián Bernales y Erwin Krauskopf. Mientras que por Invexor Capital, se sumaron Jorge Rodriguez y Sebastián Undurraga.
En septiembre del año pasado abrieron un laboratorio en España porque accedieron a una incubadora de negocios de empresas biotecnológicas en País Vasco. Y en Brasil, con pandemia y todo de por medio, hicieron lo mismo: ahí están a punto de cerrar contratos con gigantes de la crianza de animales, cuyo nombre por el momento mantienen en reserva.
La meta es tratar 8 billones de pollos en tres años y vender más de US$ 150 millones anuales. “Bacteriofagos se están ocupando hoy solo como prueba en Noruega en proceso de salmonicultura. En pollos y bovinos seriamos nosotros los primeros del mundo”. Su historia, aseguran, recién despega.