Consecuencias inesperadas trajo la anticipada elección de Cristina Fernández por su segundo período: el costo de proteger la economía argentina del default se ha elevado, dejando en evidencia una fuga significativa de capitales, por hasta US$ 3.000 millones en el último mes.
Así, los Credit Default Swaps a cinco años (CDS, que aseguran a inversionistas contra un eventual default) , que se consideran un indicador del riesgo país, llegaron a 960 puntos en su último cierre, luego de que se elevaran más de 370 unidades desde los mínimos que marcaban en enero. Asimismo, los bonos argentinos en dólares rindieron 11,6%, el segundo más alto de la región después de Venezuela.
A pesar de los últimos movimientos de la presidenta Fernández, que entre otras medidas colocó a Hernán Lorenzino como ministro de Economía, el pesimismo se mantuvo entre los inversionistas, con la inflación estimada en hasta 25%.
Todo esto ha aumentado la fuga de capitales de Argentina, lo que impulsó al gobierno a restringir las transacciones después de la reelección de Cristina K.
Ni siquiera los movimientos de fin de año, con las empresas en búsqueda de capital en pesos para pagar los bonos de estas fechas -y con ello permitiendo al banco central argentino comprar US$ 413 millones-, ayudaron a terminar con la tendencia.
“Las políticas (del gobierno de Fernández) deberían mantenerse iguales e incluso volverse más restrictivas”, comentó el analista jefe para mercados emergentes de RBC Capital Markets, Nick Chemie. “La salida de capitales desde Argentina se ha intensificado, con lo que las presiones financieras sobre el gobierno son ahora más grandes”, agregó.
Los flujos de salida se aceleraron en el último trimestre a US$ 8.400 millones, la cifra más alta en al menos diez años.