El presidente del Eurogrupo, Jean-Claude
Juncker, reconoció hoy que la Unión Europea "se equivocó" al
calcular el impacto que podía tener sobre su economía la crisis
financiera iniciada en Estados Unidos y admitió que los gobiernos no
vieron venir el riesgo de una recesión.
"Nos equivocamos gravemente con las diferentes secuencias de esta
crisis", dijo el primer ministro luxemburgués en una comparecencia
en el Parlamento Europeo, en la que llamó a los poderes públicos a
actuar para hacer frente a la ralentización
"No podemos quedarnos sentados y no hacer nada ante el ciclo
negativo que vemos, con la recesión esperando a la vuelta de la
esquina", indicó Juncker.
Según explicó, a pesar de las medidas tomadas hasta ahora, los
problemas en los mercados financieros "ya están afectando a la
economía real" y puso como ejemplo de ello la caída de la demanda y
de la inversión.
En este sentido, Juncker consideró acertado el análisis de la
Comisión Europea, que ayer dio a conocer sus previsiones económicas
que aseguran que la eurozona ya está en recesión y que no saldrá de
ella hasta 2009.
Por ello, el presidente del Eurogrupo llamó a actuar de forma
coordinada para evitar "una crisis económica prolongada" y abogó por
poner en marcha medidas de apoyo a las clases más vulnerables y a
las pequeñas y medianas empresas.
Además, aseguró que el Pacto de Estabilidad de la UE permite a
los Estados miembros reaccionar de forma "flexible" ante la crisis
para tratar de impulsar la economía.
Así, defendió que de forma excepcional los países puedan
registrar un déficit público superior al límite del 3 por ciento
fijado en el Pacto y aprobar rebajas fiscales en los casos en los
que las cuentas públicas lo permitan.
En cualquier caso, Juncker insistió en que el euro es una buena
protección frente a la crisis y aseguró que los gobiernos de la
moneda única deben seguir reuniéndose para afrontar de forma
conjunta los problemas a los que se enfrenta que, recalcó, "son los
mismos".
Respecto al Gobierno de la zona del euro, Juncker volvió a
mostrarse hoy en contra de la propuesta del presidente francés,
Nicolas Sarkozy, de institucionalizar los encuentros de líderes del
área.
El primer ministro luxemburgués, que también ocupa la cartera de
Finanzas en el país, aseguró que la idea "no es absurda, ni mucho
menos", pero consideró que las reuniones de jefes de Estado y de
Gobierno deberían ser "un valor añadido" y "celebrarse cuando es
necesario".