Era la crónica prácticamente anunciada de una investidura fallida, tal como anticipaban las reacciones de los líderes políticos al discurso de Mariano Rajoy el día anterior y sus intervenciones ayer en el hemiciclo.
El presidente en funciones de España consiguió 170 votos a favor, justo los que suman su Partido Popular y Ciudadanos, con el que había firmado un pacto de investidura, más Coalición Canaria, quedándose de ese modo seis escaños por debajo de la mayoría absoluta y, por tanto, de la cifra necesaria para ser investido presidente en esta primera votación.
Los votos negativos fueron 180, tras el rechazo de la bancada socialista, liderada por Pedro Sánchez, firme en su oposición a un nuevo gobierno de Rajoy, pero que en su intervención no desveló si está dispuesto a encabezar de una propuesta alternativa.
“España necesita un gobierno, no un mal gobierno” espetó el líder del PSOE. “Lo que nadie puede pedirnos es que apoyemos algo que aspiramos a cambiar”.
También habían anticipado su voto negativo el resto de fuerzas políticas, con un Pablo Iglesias, líder de Unidos Podemos, que identificó al PP con la “opresión y la corrupción” y que advirtió a Rajoy que “nosotros con ustedes no vamos a ir ni a la vuelta de esquina. Somos su antagonista, algo de lo que me enorgullezco”.
El Partido Nacionalista Vasco (PNV), por su parte, criticó el discurso de Rajoy, que calificó de “rancio”, y le acusó de no haber buscado su voto favorable. “Es evidente que usted no quiere nuestro voto, nosotros tampoco queremos votarle”, dijo el portavoz del partido, Aitor Esteban. Su respaldo en todo caso ya no parecía posible ante la negativa previa de Ciudadanos a aceptar el apoyo de los nacionalistas.
Nuevas elecciones
Tras la investidura fallida de ayer, Rajoy afrontará el viernes 2 de septiembre, una segunda votación. En ese caso ya no será necesaria la mayoría absoluta, sino que bastaría con obtener más votos positivos que negativos, algo que, a priori y salvo sorpresa, se antoja difícil, ya que serían necesarios seis votos favorables u once abstenciones. Dos alternativas que, a tenor de los sucedido estos días en el Congreso, parece poco probable.
En ese caso, se volvería a convocar a elecciones, las terceras desde fines de 2015. Esos comicios se celebrarían el 25 de diciembre de este año, para Navidad, una fecha que Sánchez calificó como un chantaje. España completaría así un año sin un gobierno oficialmente electo.
Futuro difícil
Rajoy cerró ayer su intervención ante el Pleno del Congreso garantizando que seguirá dando “la batalla” pensando “siempre en defender el interés general de España”.
En su última intervención antes de la votación, advirtió de que “gobernar en el futuro será difícil” no solo por la composición de la Cámara, más fragmentada que antes de que llegaran los partidos emergentes, sino por los diversos retos que tiene ante sí el país, entre ellos la necesidad de reducir el déficit público o las “dudas” sobre el futuro económico de Europa.
Rajoy se mostró “orgulloso” de la gestión de su gobierno durante estos años difíciles y, aunque reconoció haber “cometido algunos errores”, hizo un balance general “positivo”. Por eso, animó a los diputados populares a “continuar en la batalla”. “Yo lo haré, pase lo que pase, siempre en defensa del interés general, que es lo único que me interesa”.
También agradeció a Ciudadanos su apoyo y consideró que el pacto firmado con ellos supone “una buena base para conseguir mejoras en el funcionamiento de muchas cosas” en España.