Con casi media hora de retraso comenzó ayer la primera sesión del juicio de impugnación contra la presidenta suspendida de Brasil, Dilma Rousseff.
En la instancia, el presidente del Supremo Tribunal Federal (STF), Ricardo Lewandoski -quien preside la sesión- tuvo que interrumpir en más de una oportunidad las discusiones entre parlamentarios. En un momento, se vio obligado a recordar a los senadores que estaban siendo parte de un juicio y no de una sesión parlamentaria, exhortándolos a comportarse como jueces y dejar de lado sus opiniones ideológicas, preferencias políticas e inclinaciones personales.
Al igual que ocurrió en mayo, cuando el impeachment era tramitado en la cámara baja, la sesión estuvo dividida entre quienes acusan un proceso “fraudulento” -como lo describió ayer la senadora comunista Vanessa Grazziontin- y quienes sostienen que la mandataria violó la Ley de Responsabilidad Fiscal al manipular las cuentas para esconder el déficit. El senador socialista José Medeiros acusó a los defensores de la mandataria de poner trabas al proceso, citando cuestiones de orden para retrasarlo.
Dilma Rousseff comparecerá ante el Senado el lunes y tendrá 30 minutos para defender su caso, tras lo cual podrá responder preguntas.
La votación final debería ocurrir el martes 30 y podría terminar la madrugada del miércoles. Para que la mandataria sea destituida, se requieren al menos 54 de los 81 votos de la cámara.
“Semana nacional de la vergüenza”
El ex presidente de Brasil y padre político de Rousseff, Luiz Inácio Lula da Silva, defendió ayer a la presidenta y dijo que comenzó “la semana nacional de la vergüenza”, en referencia al juicio político.
En un acto con sindicalistas, el fundador del Partido de los Trabajadores acusó de “deslealtad” a ex aliados del gobierno, algunos de ellos del PMDB, partido del actual presidente interino, Michel Temer, quien asumirá el gobierno si la mandataria es destituida.
“Me extraña mucho que un compañero como Marcelo Crivella (hoy candidato a alcalde de Río de Janeiro), quien habla tanto en nombre de Dios, cometa esta deslealtad contra la presidenta, de la que fue ministro hasta hace poco”, señaló.
También resaltó la honestidad de la mandatario y se refirió a Temer. “No tengo nada personal contra el presidente Temer, pero me gustaría que él supiese que sería digno no aceptar llegar a la presidencia por un golpe (de Estado) y disputase la elección en 2018 para saber si cuenta con el voto popular. Hoy comienzan a debatir el impeachment de una presidenta honesta. Dilma puede haber cometido errores, pero ¿quién no los comete? Todos los presidentes los cometen”, señaló Lula.
“Acontecimiento natural”
Temer asistió ayer a la ceremonia inaugural de los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro, tras lo cual aseguró no sentirse inseguro por el proceso de impeachment, que calificó como “un acontecimiento natural de la democracia”.
El mandatario interino encendió una encendió la llama de la antorcha en compañía de la velocista Yohansson Nascimento, quien competirá en los juegos junto a otros más de 280 deportistas.
También comentó el resultado de los Juegos Olímpicos, que se celebraron en medio de la peor crisis económica y política del país en su historia reciente. “El mundo entero se quitó el sombrero ante Río de Janeiro, pero sobre todo ante Brasil. Fuimos capaces de organizar un evento que se ganó el aplauso internacional”.
La soledad de la presidenta
El principal argumento de Rousseff para volver a la presidencia es la posibilidad de realizar un plebiscito que proponga adelantar las elecciones presidenciales, una propuesta que no ha generado apoyos a su favor en el Senado. Ayer, el juicio comenzó con más rechazo que respaldo a la presidenta.
Tras la caída de la otrora presidenta más popular de Brasil está su aislamiento. El que un día fue su aliado más poderoso, el presidente del Senado, Renan Calheiros, hoy está contra ella y respalda a su compañero de partido, Michel Temer.
El apoyo también se estaría esfumando entre las líneas más cercanas al PT. Aliados de Dilma reconocen que los articuladores del gobierno tienen poder de fuego y han convencido a senadores como Roberto Muniz (del PP) y Otto Alencar (PSD) de votar contra la mandataria.
Con todo, el gobierno de Temer espera que la presidenta sea definitivamente destituida con los votos de al menos 61 parlamentarios.