El jefe de gabinete de Argentina, Marcos Peña, reconoció el miércoles en la cámara de diputados que el gobierno prevé que la economía caiga un 1% en 2016, pero también sostuvo que ya hay indicios de recuperación. Según Peña, la recesión será "más corta y menos profunda" que en 2014 y "el año que viene la Argentina volverá a crecer". ¿Hay razones para creer que no es un pensamiento ilusorio? ¿Existen efectivamente brotes verdes en la economía, es decir, señales de recuperación del nivel de actividad?
Algunos economistas sostienen que la caída de la actividad ya tocó fondo en el segundo trimestre y otros que lo está haciendo ahora. En cualquier caso, concuerdan en que hay ciertos brotes verdes esperanzadores, pero son puntuales e incipientes y demorarán en percibirse en la calle.
Todos los especialistas consultados coinciden en que el gobierno pecó de excesivamente optimista y en que la cuestión tarifaria fue mal manejada. Pero la crítica más fuerte viene por derecha: algunos cuestionan el gradualismo para instrumentar el ajuste fiscal pendiente y la opción por subir las tasas y endeudar al banco central (BCRA).
El impacto de la devaluación asociada a la salida del cepo y de la quita o baja de retenciones en el agro recién se vería a fin de año, si el clima acompaña. Las decisiones de inversión privada en la economía real siguen demoradas por la incertidumbre tarifaria, el atraso cambiario y el desequilibrio fiscal en la antesala de las elecciones de medio término.
De todos modos, los optimistas se centran en los indicios de reactivación o de merma de la contracción en determinados sectores -como la construcción, las ventas de utilitarios y maquinaria agrícola, los agroquímicos y el comercio minorista del Día del Niño -, la mejora de la confianza del consumidor en julio (aunque en agosto cayó nuevamente) y el aumento de las inversiones financieras. No obstante, estos brotes verdes en materia de actividad son insuficientes para mejorar el panorama social de este año.
El año termina con caída del salario real, aunque el segundo semestre se espera que sea un poco mejor por las alzas salariales en cuotas, la movilidad previsional y la desaceleración de la inflación. La demanda de trabajo tampoco se revitalizará. De los sectores que se espera que impulsen el crecimiento, sólo la construcción es intensiva en el uso de mano de obra (el campo y la energía, no) y la industria sigue afectada por la recesión brasileña.
Señales alentadoras
"Si bien los indicadores de avance de la actividad económica aún no muestran un punto de inflexión (sólo hay datos cerrados a julio), es de esperar que la economía haya tocado piso en el segundo trimestre y de allí en adelante empiece a mostrar un recuperación moderada", considera Gastón Rossi, actual director del Banco Ciudad por el frente político ECO, ya que la inflación se concentró en el primer semestre y en julio mostró una clara desaceleración que se mantendrá en agosto y las subas salariales se desdoblan a lo largo del año.
En consecuencia, prevé que el salario real, que se ubicó en valores mínimos en el bimestre mayo-junio, se vaya recuperando progresivamente. Aún así, proyecta que el año termine con una caída del PIB cercana a 2%.
Aunque esta es una de las recesiones más leves de los últimos 30 años, "en el segundo trimestre, el ritmo de caída en la actividad económica se aceleró fuertemente", subraya Gustavo Reyes, economista jefe de Ieral-Mendoza (Fundación Mediterránea). "Los brotes verdes comienzan a aparecer, pero son muy puntuales aún como para predecir un cambio de tendencia", agrega.
En el primer trimestre, la venta de maquinarias agrícolas registró una importante recuperación, que continuó en el segundo trimestre.
Un sector que suele adelantar al ciclo económico es la construcción, que muestra caídas muy importantes en términos interanuales (entre 15% a 20%), pero una leve recuperación en ciertos indicadores de junio y julio respecto de los meses anteriores.
Otro indicador adelantado positivo de julio fue el Índice de Confianza del Consumidor que releva la Universidad Di Tella, tras casi once meses consecutivos de caída. Pero, tras subir 6,8% en julio con respecto a junio, en agosto cayó 6% respecto de julio.
Otro brote verde proviene del mercado de valores. Desde mayo, el valor de las empresas que cotizan en el Merval subió más que el promedio tanto de los países emergentes como de los avanzados, aunque esta tendencia se estancó desde fines de julio.
A estos brotes verdes se suman el cambio en la política fiscal en los últimos meses (obra pública, aumentos a jubilados, mayores fondos a provincias), la desaceleración de la inflación, la probable recomposición salarial en el segundo semestre y la entrada de capitales del blanqueo, que podrían ayudar a que la recesión toque fondo en el tercer trimestre y comience una lenta recuperación.
A pesar de esto, el Ieral prevé que 2016 termine con una caída promedio del PIB de entre 1% y 1,5%, mientras que en 2017 el crecimiento estaría cercano a 3,5%. En sintonía, la UB proyecta un retroceso de 1% este año y 3% de expansión para 2017.
"El indicador que anticipe la reactivación será el consumo", considera Carlos Rodríguez, profesor de UCEMA, quien no ve rebrotes genuinos de inversión ya que, a su juicio, no hubo cambios estructurales significativos que la alienten y el horizonte político permanece incierto para 2017.
Para Mariano Lamothe, gerente de Análisis Económico de Abeceb, el peor de los trimestres fue el segundo, con una caída interanual cercana a 3%. Para el trimestre en curso, Abeceb estima una caída sensiblemente menor (-1,5%) y, para el último, un leve repunte. De esta manera, la actividad cerraría 2016 con una contracción de 0,8%. Para 2017, estiman un crecimiento de la economía de 3,8%.
Donde sí se observan claros signos de recuperación es en el agro: la venta de maquinaria agrícola y el patentamiento de pick ups creció en el primer semestre. Asimismo, tras la salida del cepo cambiario, el mercado hipotecario vuelve lentamente a dinamizarse (la cantidad de escrituras crece, pero aún se ubica muy por debajo de las transacciones realizadas antes del cepo). Por último, también se observó, sobre todo en el segundo trimestre, un mayor influjo de IED y una menor formación de activos externos, símbolos de un mayor atractivo de capitales o menor necesidad de fugar activos.