Un grupo de líderes demócratas y
republicanos del Congreso de Estados Unidos llegaron hoy a un principio de
acuerdo sobre el plan de rescate financiero, que ahora deben
negociar con el Gobierno y con ciertos legisladores republicanos de
alto rango que aún lo rechazan.
Después de que se anunciara que se había alcanzado un acuerdo de
principios para resolver la crisis financiera, un grupo de
republicanos, entre ellos Richard Shelby, el senador republicano de
mayor rango en el Comité de Banca, dijo:"No tenemos un acuerdo.
Todavía hay un montón de opiniones".
Por tanto, nuevamente, el acuerdo está aún en el aire.
El comité bipartidista marcó a grandes rasgos lo que debería
incluir el programa final, que refleja cambios importantes respecto
a la propuesta original de la Casa Blanca.
Propusieron dividir el plan de rescate financiero, de US$700.000
millones, en partidas de US$250.000 millones, US$100.000
millones y US$350.000 millones.
El Congreso podría retener ese último desembolso si no estuviera
satisfecho con el desempeño del programa.
El secretario del Tesoro, Henry Paulson, ha dicho que fraccionar
el valor total sería "un grave error", pues el objetivo es dar
confianza a los mercados con una dotación contundente de fondos.
Pese a ese desacuerdo, los republicanos y demócratas que
negociaron el principio de acuerdo lo anunciaron con gran optimismo.
"Preveo que tendremos un plan que pueda ser aprobado por la
cámara baja y el Senado, y ser firmado por el presidente y que
traiga un sentimiento de certidumbre a esta crisis", afirmó el
senador republicano Robert Bennett.
Por su parte, el presidente del Comité de la Banca del Senado, el
demócrata Christopher Dodd, afirmó: "Tengo confianza de que podemos
actuar con rapidez" para ratificar el programa.
Los mercados reaccionaron con júbilo ante el anuncio y el Índice
Dow Jones cerró la sesión con una subida de un 1,8%, tras
haber estado a la baja el resto del día.
El plan aún no convence, sin embargo, a un grupo de republicanos,
especialmente en la cámara baja, principalmente porque una
intervención de tal magnitud choca con su creencia en el libre
mercado.
"Los republicanos de la cámara (baja) no hemos dicho sí a ningún
acuerdo en este momento", aclaró en un comunicado el líder del
partido en esa Cámara, John Boehner.
Shelby había acudido a participar en una reunión convocada por el
presidente George W. Bush con los líderes de ambas cámaras y con los
candidatos presidenciales, el demócrata Barack Obama y el
republicano John McCain.
El programa consiste en comprar títulos de mala calidad a los
bancos, principalmente vinculados a hipotecas, que así podrán sanear
sus balances y volver a prestar dinero.
Hoy, los indicadores recalcaron una vez más la difícil situación
de la economía estadounidense.
La demanda de bienes duraderos, como automóviles y
electrodomésticos, se derrumbó en agosto, las peticiones de
beneficios de desempleo se dispararon y las ventas de casas nuevas
bajaron a su menor nivel en 17 años.
Bush alertó el miércoles en un discurso en horario de máxima
audiencia de que si el Congreso no actúa se corre el peligro de un
"pánico financiero".
Al mismo tiempo, los legisladores han sentido la ira de los
contribuyentes, muchos de los cuales no entienden por qué ellos
tienen que salvar a los mismos bancos que han ocasionado la crisis
por su mala gestión del riesgo.
Algunos congresistas han dicho que han recibido miles de correos
electrónicos en contra el paquete de rescate y grupos de izquierda
celebraron hoy 150 actos de protesta en todo el país, incluida una
manifestación de varios cientos de personas delante de la bolsa de
Nueva York.
La reacción de los votantes ha convencido a los legisladores de
exigir al Gobierno cambios importantes respecto al plan original,
que daba potestad casi ilimitada al secretario del Tesoro, Henry
Paulson, para usar los 700.000 millones de dólares como considerara
oportuno.
El principio de acuerdo en el Congreso prevé crear un mecanismo
de supervisión del programa y pone límite a los salarios de los
ejecutivos de las empresas que se beneficien con la ayuda.
Además, pide que los contribuyentes reciban acciones de esas
compañías.
El Gobierno había dicho que esa medida podría hacer que algunas
empresas no participaran en el programa, pero ese argumento no ha
calado en un público y un Congreso que miran a Wall Street con
asombro y rabia.