El secretario del Tesoro, Henry
Paulson, dejó hoy claro que no extenderá el plan de rescate al
sector automovilístico, si bien reconoció que la industria "necesita
una solución", porque es muy "importante" y "crucial" para el país.
Paulson compareció hoy en una rueda de prensa para dar una
actualización de la evolución del plan de rescate de US$ 700.000
millones que el Gobierno aprobó en septiembre para sanear
el sector financiero.
El secretario del Tesoro subrayó que él y la Administración del
presidente George W. Bush considera a la industria automovilística
"muy importante y esencial" para este país" y que todo el Ejecutivo
"respalda" a los fabricantes.
"Necesitamos una solución, pero esta solución tiene que ser
viable" dijo y aclaró que "el plan de rescate fue diseñado para el
sector financiero".
Paulson explicó que "una idea" para una posible solución al
problema del sector automovilístico es modificar la ley aprobada en
septiembre por el Congreso para facilitar US$25.000 millones
en préstamos a la industria bajo un programa de incentivos para
producir vehículos menos contaminantes.
"Este programa podría ser modificado para liberar más fondos"
para el sector automovilístico, dijo el secretario del Tesoro.
Las declaraciones de Paulson se producen dos días después de que
el presidente electo, Barack Obama, y Bush se reunieran en la Casa
Blanca en el marco del proceso de traspaso de poder, oportunidad que
el próximo mandatario de EE.UU. aprovechó para presionar al Gobierno
para que ayude de manera inmediata a la industria automovilística y
salvar a aquellos fabricantes en peligro de quiebra.
De los tres principales fabricantes estadounidenses, los llamados
Tres Grandes de Detroit, Ford, Chrysler, y General Motors (GM), es
éste último el que se encuentra en peor situación.
La compañía perdió US$2.500 millones en los últimos meses
(US$70.000 millones desde 2004) y con la crisis de los
mercados crediticios se le está agotando el dinero en efectivo para
mantener sus actividades en marcha durante 2009.
Ford también sufrió pérdidas de miles de millones de dólares en
los últimos dos años, pero su situación no parece ser tan crítica.
Las tres compañías han eliminado decenas de miles de puestos de
trabajo y han anunciado recortes de producción que amenazan con más
despidos y bajas incentivadas masivas.
Ante esta situación, los legisladores demócratas se están
apresurando para elaborar planes que permitan a Detroit a acceder a
miles de millones de dólares de ayudas.