El concejo de la ciudad de Nueva York
aprobó hoy una normativa que prohíbe a las tiendas el uso de aire
acondicionado con las puertas abiertas, en "un esfuerzo para
conservar energía, reducir los peaks de demanda durante los períodos
calurosos y limitar la contaminación atmosférica".
La normativa fue aprobada por 41 votos a favor y 8 en contra,
precisó a Efe una portavoz del concejo municipal.
Esta normativa se aplicará a todos los centros comerciales y
tiendas minoristas, pero quedarán excluidas las tiendas con menos de
372 metros cuadrados, a no ser que formen parte de un cadena
minorista que tenga cinco o más tiendas en Nueva York.
Aquellos establecimientos que violen la normativa municipal
recibirán una advertencia escrita por la primera violación, un multa
de US$200 por la segunda y de US$400 por la tercera y
sucesivas violaciones dentro de un período de 18 meses, precisó el
concejo de Nueva York en un comunicado de prensa.
La Autoridad Energética de Long Island (Nueva York) calcula que
las tiendas que tienen las puertas abiertas malgastan entre el 20% y
el 25% del aire acondicionado que utilizan.
La empresa energética Con Edison, que suministra energía a gran
parte de la ciudad, apoyó hoy la normativa municipal y criticó a
aquellos que consideran que el uso o no del aire acondicionado con
las puertas abiertas es una elección individual.
"No solo el negocio infractor paga el recibo de electricidad por
el malgasto de energía, sino que todos lo pagamos", añadió Con
Edison a través de un comunicado.
La portavoz del concejo municipal, Christine Quinn, recordó que
esta normativa se aprueba coincidiendo con el quinto aniversario del
apagón que paralizó la ciudad.
El 14 de agosto de 2003, un fallo eléctrico en el estado de Ohio
provocó un efecto dominó que se extendió por el noreste de EE.UU. y
sureste de Canadá, lo que ocasionó el mayor apagón de la historia
del país, ya que en algunos lugares duró casi cuatro días y dejó a
oscuras a 50 millones de personas.
Aquel apagón provocó en Nueva York pérdidas millonarias y agravó
la crisis económica que padecía la ciudad como consecuencia de los
atentados del 11 de septiembre de 2001.
El corte de electricidad devolvió a la memoria de los
neoyorquinos el caos vivido durante los ataques, con miles de
personas en las calles que intentaban salir de Manhattan para llegar
a sus casas, el transporte público inmovilizado y los accesos a los
túneles cerrados.
Además, con el apagón se bloqueó el sistema de telefonía fija y
celular y los altos edificios de Manhattan se quedaron sin
ascensores, sin aire acondicionado y muchos sin agua potable.