Hace tres años, Inés Lozano, una profesora, ayudó a levantar una escuela primaria en el barrio más moderno de Miami, Wynwood. Las admisiones aumentaron y los padres eran atraídos por el currículum multilingüe, los almuerzos orgánicos y la jefa de Deportes, la ex tenista Arantxa Sánchez-Vicario.
Hoy la escuela tiene una notoriedad mucho menos agradable. Está ubicada en la “zona cero” del virus Zika en Estados Unidos. Wynwood, un distrito de diez cuadras, lleno de galerías de arte y bares de moda, ha registrado los primeros 21 casos de la enfermedad en el territorio continental de EEUU, transmitido por mosquitos a nivel local.
Este tipo de contagio –a diferencia de personas que viajan y vuelven infectados desde otros países– era lo que las autoridades de salud temían que llegara. Hasta ahora en el sofocante Wynwood, emplazado en lo que antes fue un pantano, los residentes lo toman con calma. Pero no ocurre lo mismo con los políticos.
El virus ha quedado enredado entre los dimes y diretes de un año electoral. El congreso no aprobó financiamiento para el Zika antes del receso de verano y Hillary Clinton, la nominada presidencial del partido demócrata, estuvo en Miami esta semana llamando a una sesión de emergencia para entregar más recursos.
En la Escuela Metropolitana Internacional, Lozano mantiene la calma, al igual que los padres de los niños en su programa de verano. “Nuestra respuesta ha sido proporcionada”, dice. “Hemos escrito a los padres y estamos en contacto con las autoridades. Pero la única actividad que ha tenido que cambiar es llevar hacia adentro de las salas las actividades que se hacían en el exterior. El resto, como las instrucciones sobre limpiar agua estancada, es sentido común”.
En Wynwood, las calles se cubren de repelente mientras los residentes recorren buscando agua estancada que pudiera convertirse en caldo de cultivo para insectos. Pero en el resto de los aspectos la vida en el lugar parece no haber cambiado. Los jóvenes tatuados toman bebidas heladas fuera de la cafetería artesanal Panther mientras turistas se toman fotografías frente a murales.
El brote causa las mayores preocupaciones a las mujeres embarazadas o que intentan concebir, porque el virus puede causar daño cerebral en los niños que nacen de madres infectadas. La semana pasada, el Centro de Control y Prevención de Enfermedades, una agencia federal, tomó el paso sin precedentes de advertir a las mujeres embarazadas que no entraran a Wynwood.
Más de 400 casos de Zika se han reportado en Florida este año.
Christine Curry, una doctora de la Universidad de Miami, ha entregado consejos a más de una docena de mujeres embarazadas con Zika. “Estas conversaciones son difíciles, porque aún hay muchas cosas que no sabemos”, escribió en una columna. “No sabemos cuántas mujeres embarazadas que tienen Zika tendrán bebés con problemas cerebrales”.
En febrero, Barack Obama, el presidente de EEUU, pidió al congreso US$ 1.900 millones para controlar a los mosquitos portadores del Zika y desarrollar una vacuna. Tras meses de discusión, los parlamentarios entregaron un paquete de US$ 1.100 millones, pero se cayó el mes pasado.
Los demócratas acusaron a los republicanos de sabotear el paquete insertando una indicación tipo “píldora venenosa” que limitaba el rol de Planned Parenthood, un grupo que pactica abortos. Los demócratas acusaron a los republicanos de buscar cualquier excusa para hundir el proyecto y luego culparlos a ellos. Paul Ryan, presidente de la Cámara de Representantes, la llamó una “trampa flagrante en un año de elecciones”.
En un evento de campaña en Miami el martes, Clinton dijo que estaba “decepcionada” de los parlamentarios. “Urjo a los líderes del congreso a que llamen a una sesión especial y aprueben el proyecto”.
Marco Rubio, el ex candidato a la Casa Blanca que busca mantener su escaño por Florida en el senado, generó críticas al sugerir que las mujeres embarazadas que se infectan con el virus no deberían tener derecho a un aborto. “Si me voy a equivocar, me voy a equivocar por el lado de la vida”, dijo al medio estadounidense Politico.
En Wynwood, el impacto del brote en el comercio es monitoreado por Zak Stern, fundador y chef en Zak The Baker, un café donde la fila a la hora de almuerzo llega hasta la puerta. “Parece movido, pero la actividad cayó a la mitad esta semana; normalmente, la fila sigue hacia afuera”, dice. “Pero uno tiene que ser razonable. Era completamente esperable después de todo. Hay Zika en Latinoamérica y el Caribe y Miami es la entrada a ambos. No tiene sentido sobrerreaccionar”.
Amesh Adalja, una experta en enfermedades infecciosas del centro médico de la Universidad de Pittsburgh, predice que habrá más brotes más pequeños en EEUU, probablemente en Texas y la costa del Golfo, pero no espera que el virus se expanda tanto como lo hizo en Brasil. “Nuestro riesgo es mucho más bajo, porque hay un entorno menos hospitalario para este mosquito”, dice.
En Latinooamérica, los insectos pueden entrar por puertas y ventanas, pero es más común que en EEUU las personas se encierren en lugares con aire acondicionado, lo que baja el índice de sobrevivencia para los mosquitos que logran traspasar las defensas.
Rick Soctt, el gobernador republicano de Florida, ha financiado la emergencia con US$ 26 millones para combatir el Zika y ha pedido más apoyo del gobierno federal.
Si los casos de transmisión local aumentan, los funcionarios electos de todos los niveles enfrentarán cuestionamientos, dice Fernand Amandi, un consultor político en Miami. “Cualquiera en el estado podría recibir la mirada de Medusa que trae la muerte política si esta cosa se sale de control”.
En la puerta del café de Zak hay un pequeño altar que tiene un girasol, velas y un mensaje para el virus Zika con el que todos los políticos concuerdan: “¡Vete!”