Cuando se acaba de cumplir el aniversario número quince del peak de la burbuja de las puntocom, hay muchas razones para argumentar que el actual boom no es como el anterior. Pero ésa no es razón para relajarse. Aunque las burbujas no se repiten exactamente de la misma manera, usualmente entran en juego algunas de las mismas fuerzas. En Silicon Valley, la historia no se está repitiendo, pero está empezando a parecerse.
La proporción de la actividad económica realizada en las plataformas digitales ha crecido enormemente en una década y media. La audiencia en línea asciende hoy a alrededor de 3 mil millones, en comparación con poco más de 400 millones de 2000. Y el gasto en publicidad en línea ha crecido de US$ 8 mil millones a
US$ 50 mil millones en EEUU.
La tecnología ha aumentado hasta una ponderación de 19,9% en el índice S&P 500, desde 15% a comienzos de la década. Pero, en comparación con alrededor de 35% en 2000, no parece mucho.
Esto no significa que no exista exceso. Las valoraciones de más de 80 empresas de nueva creación se han elevado a más de US$1.000 millones. En privado, un socio de una de las firmas líderes de capital de riesgo de Silicon Valley, admite que, si bien algunas de las compañías en la cartera de su firma justifican esa valoración, otras claramente no.
La última vez, sólo un puñado de compañías sobrevivió el descalabro para convertirse en líderes. Existen muchas razones para creer que sucederá lo mismo con la última hornada, conforme se sienten el efecto de red y la dinámica del "todo para el vencedor".
Se están repitiendo también algunos de los comportamientos de los empresarios de la era puntocom, aunque con otras apariencias. Por ejemplo, a fines de los '90, se construyeron muchas compañías para ser vendidas inmediatamente: comenzó la carrera para cotizar en el mercado las empresas de nueva creación deficitarias a precios extravagantes antes de que estallara la burbuja.
En esta ocasión, se construyen muchas para ser vendidas a compradores ricos en efectivo, ya sean Google o Facebook en los mercados de consumo de Internet, u Oracle o SAP en el campo del software empresarial. En campos de rápido crecimiento como la inteligencia artificial, los inversionistas de las empresas de nueva creación más maduras se quejan del exceso de capital de riesgo para las fases iniciales, procedente de los inversionistas que esperan vender rápidamente a alguna de las grandes compañías. Esta estrategia será rentable para algunos, pero el universo de compradores es pequeño.
Resulta evidente un similar efecto de "igual pero diferente" en la forma en que la creciente inversión de tecnología está siendo utilizada para alimentar el rápido crecimiento de usuarios e ingresos, aunque las empresas resultantes tengan fundamentos económicos débiles.
Al estar las valoraciones basadas en múltiplos de ganancias, hay un gran incentivo en competir por el crecimiento, incluso a costa de márgenes bajos o incluso negativos. Por ejemplo, las muchas aplicaciones de taxi y servicios de entrega instantánea que compiten por atraer atención enfrentan una enorme presión para reducir los precios con la esperanza de sobrevivir a la competencia. Si bien no en todos los ámbitos, aunque sí en los mercados más competitivos, esto se traduce en una subvención considerable a los clientes.
De vuelta al auge de las compañías puntocom, muchas utilizaron la ola de capital de riesgo para comprar usuarios. "Comprar vistas de página" al gastar dinero en la autopromoción era el secreto sucio no muy bien guardado. Este dinero finalmente se acabó, afectando muchísimo a compañías como Yahoo, que había crecido con dinero de la publicidad.
El equivalente de 2015 a comprar público es pagar por descargas de aplicaciones: las compañías de juegos y otras empresas de nueva creación pagan para que sus aplicaciones se les muestren a posibles usuarios, con la esperanza de ganar dinero posteriormente a partir de las instalaciones gratuitas. Esto se ha convertido en una de las partes más rentables del negocio de la publicidad móvil, y mantiene a compañías como Facebook. Pero cuando cambie el ciclo de capital de riesgo y baje la fiebre de publicidad, ¿qué compañías se verán más afectadas en sus ingresos?
En esta etapa, los daños colaterales de una recesión serían considerablemente más limitados que la vez anterior, dadas las menores cantidades invertidas y las compañías más importantes que se han creado. Pero el clamor de los inversionistas por entrar en el más reciente auge de Silicon Valley está alcanzando su clímax. Si esto resulta ser el equivalente de 1996, y aún faltan años de excesos de los inversionistas, entonces las secuelas podrían ser muy desagradables.