El día decisivo de Gran Bretaña ha llegado. Tras una campaña larga y agotadora, el pueblo británico decidirá hoy si su país debería o no dejar la Unión Europea. El resultado del referendo tendrá un significado inmenso para los ingleses y para Europa. Pocas veces los ojos del mundo han estado tan concentrados en Reino Unido como ahora.
En los últimos cuatro meses, el debate entre los sectores que están por “Permanecer” y por “Salir” ha polarizado al país. Financial Times mantiene su creencia de que abandonar la UE sería un acto grave y dañino no sólo para Reino Unido, sino también para Europa y Occidente. Nada en los cierres de las campañas ha alterado nuestra opinión.
La decencia, liberalismo y tradiciones democráticas, del Reino Unido han hecho una contribución gigantesca a Europa. La acción constructiva británica es vital cuando el continente enfrenta amenazas como el extremismo islámico, la beligerancia de Rusia y el cambio climático. Un voto por quedarse no es un voto por empequeñecer a Inglaterra, sino por mantener la fuerza de su voz en el mundo.
Los defensores de “Salir” no han podido rebatir el consenso de opiniones expertas de que las consecuencias económicas del Brexit van de malas a desastrosas, ni ofrecer un plan coherente sobre cómo serían las relaciones comerciales de Inglaterra tras su salida del bloque. Han probado tener habilidades para los debates televisivos pero no son futuros líderes creíbles del Reino Unido.
Sea cual sea el resultado de la mañana del viernes, esta campaña dejará una marca duradera. El público ha revelado una desconfianza profunda de las élites y las instituciones. Muchos votantes han expresado preocupaciones genuinas sobre la migración que no pueden ser ignoradas. Incluso si gana “Permanecer”, Inglaterra necesita tener una conversación amplia.
Las notas positivas de esta campaña no deberían ser ignoradas. Una de las más notables viene de la generación más joven: en una era digital, los jóvenes reconocen que su futuro es de conectividad y participación, no separación y aislamiento. Mientras los votantes más viejos del Brexit parecen mirar hacia el pasado imperial, los jóvenes miran hacia adelante, a un futuro global. Al final, es su futuro el que está sobre la mesa.