Inglaterra ha irritado a Estados Unidos al optar por convertirse en uno de los miembros fundadores de una institución que algunos consideran la réplica de China al Banco Mundial. Pero esto no significa que la decisión esté equivocada. Por el contrario, es sensata, aunque no carece completamente de riesgos.
El Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB, sigla en inglés) tendrá un capital inicial de US$ 50 mil millones, que podría incrementarse a US$ 100 mil millones. Va a financiar proyectos como caminos y ferrocarriles en los países en desarrollo del continente.
China será el mayor accionista junto y muchos otros países de Asia se sumarán, mientras que los miembros no asiáticos están limitados a una participación de 25%. Otros países de Europa, incluyendo a Alemania e Italia, han decidido postular; Australia, Japón y Corea del Sur, todavía lo están evaluando.
La entidad es potencialmente valiosa. Los países en desarrollo de Asia requieren desesperadamente estas inversiones. El financiamiento privado de proyectos riesgosos y de largo plazo es con frecuencia caro o inexistente. Los recursos del Banco Mundial y del Banco de Desarrollo de Asia son ampliamente insuficientes, en relación con lo que se requiere.
Así, el hecho de que China quiera invertir una pequeña parte de sus reservas extranjeras por US$ 3,8 billones (millones de millones) en el AIIB son buenas noticias. Que quiera hacerlo a través de una institución multilateral, en la cual su voz, por más fuerte que se oiga, será una más entre muchas otras, es aún mejor. El banco tendrá un equipo global, lo que lo hará menos politizado que si China aportara el dinero por sí sola.
Por todas estas razones, EEUU debería unirse también. La Casa Blanca podría responder que, por mucho de que le gustaría hacerlo, no tiene probabilidades de que el actual congreso lo apruebe. Eso puede ser cierto. Pero no es un argumento para que otros países puedan participar.
Aún así, EEUU sí tiene un argumento, aunque es débil. Los países de Occidente, asegura, pueden tener una mayor influencia si se mantienen afuera. Eso, afirma un funcionario de EEUU, sería mejor que "entrar en momentos en que no pueden estar seguros de que China no mantendrá sus poderes de veto".
Sin embargo, quienes no pertenezcan no tendrá influencia sobre una institución que no necesita su dinero. La única esperanza está adentro. Es cierto, habría sido mejor si los europeos hubieran impuesto condiciones para entrar. Pero ya es muy tarde para eso.
Jack Lew, el secretario del Tesoro de EEUU, ha expresado las preocupaciones estadounidenses de que el banco asiático no esté a la altura de los "estándares globales más altos" de gobernabilidad o préstamos.
Como ex miembro del staff del Banco Mundial, debo sonreír. A Lew le podría gustar estudiar el rol del banco en financiar a Mobutu Sese Seko de Zaire, un ejemplo horroroso entre muchos.
Sería bueno que el prestamista de China fuera tan puro como la nieve. Pero este es un mundo deshonrado. Al menos, será mejor con una membresía amplia que sin ella.
Tampoco puede EEUU advertir con credibilidad acerca de una competencia de las instituciones existentes. Sí, se mantiene el riesgo de una carrera descendente en términos de estándares. Pero también existe una posibilidad de que se elimine una burocracia innecesaria.
La real preocupación estadounidense es que China pueda establecer instituciones que debiliten su influencia en la economía global. A esto ofrezco cuatro respuestas.
Primero, los estadounidenses, europeos y japoneses atesoran un nivel de influencia en las instituciones financieras globales que está crecientemente fuera de tono con su posición en el mundo. Más aún, han fracasado en ejercer esa administración tan bien como deberían haberlo hecho. No menos, han insistido en su derecho de designar a líderes que han estado lejos de ser consistentemente excelentes.
Segundo, han pasado cinco años desde que el Grupo de las 20 economías líderes acordó nuevas cuotas que moderarían su enorme influencia en el Fondo Monetario Internacional. Y el mundo todavía está esperando que el Congreso de EEUU ratifique los cambios. Esta es una abdicación de responsabilidad.
Tercero, la economía mundial se beneficiaría de mayores flujos de capital de largo plazo hacia países en desarrollo, además de un fondo asegurador más grande de lo que el FMI puede ofrecer a los países expuestos a "detenciones repentinas" en los flujos de capital.
Las reservas de divisas extranjeras han aumentado a casi US$ 12 billones (millones de millones), desde cerca de US$ 2 billones en el cambio del milenio, empequeñeciendo los recursos del FMI, de menos de US$ 1 billón. Esto indica la escala del déficit. El dinero de China podría empujar al mundo en la dirección correcta. Eso sería algo excelente.
Finalmente, EEUU critica al Reino Unido por su "conciliación constante" con la superpotencia en ascenso. Pero la alternativa a la conciliación es el conflicto. El alza económica de China es beneficiosa e inevitable. Lo que se necesita por lo tanto es una conciliación inteligente.
Mientras China ofrezca propuestas que tengan sentido para sí misma y el mundo, el involucramiento es más sensato que criticar desde afuera. Una antigua autoridad estadounidense le pidió una vez a China ser un "actor responsable". Con la creación del AIIB, está haciendo justamente eso.
Por lo tanto, el enfoque del Reino Unido y otros aliados europeo debe aplaudirse. Más aún, la decisión británica de unirse al AIIB podría ser incluso un shock beneficioso para EEUU. Sí, sería deseable que los países con intereses y valores similares, como el Reino Unido y EEUU, pudieran hablar y actuar como uno. Y sí, el Reino Unido está tomando riesgos al adoptar una línea distinta a la de sus socios internacionales más importantes. Pero el apoyo no debe ser servil. Eso ha demostrado no ser bueno para nadie.
Más aún, si la opción del Reino Unido deja en claro a las autoridades de EEUU que el liderazgo no es un derecho, sino que debe ganarse, la decisión podría ser beneficiosa. En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, en un ataque de claridad mental, EEUU creó las instituciones del mundo moderno. Pero el mundo ha seguido avanzando.
Necesita nuevas entidades. Debe ajustarse al alza de nuevas potencias. No se detendrá, sólo porque EEUU ya no pueda involucrarse. Si los resultados no son del gusto de EEUU, sólo puede culparse a sí mismo.
Financial Times