pOR Jack Farchy
Almacenamiento suena aburrido, pero los inversionistas deberían estar atentos: podría cambiar la cara del mercado global de los metales.
Esta semana el rumor entre los operadores de metales no fue China o Estados Unidos, sino una propuesta de cambiar las normas de almacenamiento de la bolsa de metales de Londres (LME, su sigla en inglés).
La propuesta surge seis meses después de que LME fuera comprada por Hong Kong Exchanges & Clearing por 1.400 millones de libras
(US$ 2.100 millones), y apunta a reducir las colas de metal en almacenes de la red global de la LME.
Según operadores y analistas, si la LME avanza con su propuesta, el impacto en el mercado podría ser significativo, ya que reduciría el dominio de empresas de almacenamiento en los mercados de metal físico y causaría importantes caídas de precios en algunos metales.
“No tenemos duda de que este es uno de los hechos más importantes en el mercado en mucho tiempo”, afirmó Duncan Hobbs, analista de metales de Macquarie.
Para entender por qué, es necesario bucear en el secreto mundo de los almacenes de metal.
En 2008, cuando la economía global cayó en picada, la demanda de metales de los fabricantes globales se congeló, lo que llevó a una enorme acumulación de inventarios. Las reservas en los almacenes de la LME subieron de apenas 1,5 millones de toneladas a comienzos de 2008 a 6,2 millones de toneladas a fines de 2009. Actualmente están en un récord de 7,7 millones de toneladas.
Eso convirtió el almacenamiento en un lucrativo negocio. Bancos y operadores como Goldman Sachs, JPMorgan, Glencore y Trafigura compraron firmas de depósitos para profitar del almacenamiento de metales de la LME.
Aunque el material llegue en forma masiva, la cantidad de metal que los almacenes deben proveer por día está limitado por reglas de la LME. Eso creó enormes cuellos de botella en algunos depósitos, donde hay listas de espera de más de un año.
Como los dueños del metal deben seguir pagando el arriendo, incluso si están en una cola para su entrega, el límite de las tasas de entrega otorga a los depósitos un ingreso seguro. El resultado es que para los depósitos es económico comprar metal y luego vender metal a cambio, sabiendo que cualquiera que compre estará obligado a pagar el alquiler mientras espere la entrega física del depósito.
Desconexión de precios
En los últimos dos años, los almacenes han acumulado existencias de aluminio, cobre y zinc. Esta “guerra de las bodegas” ha ayudado a incrementar el costo del metal por encima de la marca de referencia de la LME hasta niveles récord, lo que ha creado una desconexión entre el precio LME y el mercado físico, y a usuarios líderes de metales, desde Coca-Cola a General Motors, a señalar su insatisfacción.
El lunes, Charles Li, CEO de HKEx, advirtió sobre el “potencial de causar daño a largo plazo” del tema y propuso una nueva norma que forzaría la reducción de las colas desde abril de 2014.
El impacto en las empresas de depósitos ha sido inmediato, según los operadores. Los dos más activos compradores de metal -Pacorini, filial de Glencore, y Metro, una unidad de Goldman Sachs- suspendieron los pagos de incentivo que realizan para atraer metal a sus almacenes.
La forzada reducción de colas debería reducir las primas, en particular en el mercado de aluminio, donde las “guerras de bodegas” han causado que se hayan duplicado desde 2010. “Las bonificaciones deben bajar”, afirma un operador senior.
El efecto inmediato presionaría a productores de aluminio como Rusal, Chalco, Rio Tinto y Alcoa, que ya sufren los bajos precios del metal, que la semana pasada registró su cifra más baja en cuatro años.
“Es terrible para los productores en el corto plazo”, afirmó un ejecutivo. “Con los niveles actuales, la razón por la cual muchos de estos muchachos no cierran es porque las primas son altas. Si eso desaparece, habrá fundiciones fuera del negocio”.
Los efectos secundarios del cambio son menos fáciles de predecir. La perspectiva de menores primas podría reducir la disposición de bancos y operadores a comprar aluminio para así llamados acuerdos de financiamiento, lo que presionaría aún más los precios a la baja.
De hecho, Hobbs señala que la reducción de colas para aluminio en Detroit y Holanda tendría el efecto “de abrir dos funciones medianas”.
No obstante, es improbable que el mercado se mueva en línea recta. Según los operadores, el cambio haría que no siempre convenga a los almacenes la entrega de metal.
Eso podría hacer el mercado más vulnerable a la escasez, ya que operadores que hayan vendido futuros de la LME podrían ser incapaces en ciertos casos de cumplir sus contratos. “Los almacenes definitivamente no tendrán interés en aceptar grandes tonelajes si ya tienen una cola”, señala un operador senior.
Lo que está claro es que si la norma se implementa, causará un cambio fundamental en el comercio de aluminio y en menor medida en otros metales. “Cambiará el paisaje por completo”, según un operador.