Dame Zaha Hadid, la más innovadora y exitosa arquitecta de la edad moderna, murió ayer a la edad de 65.
Hadid era una figura sorprendente y estridente, una arquitecta siempre convencida de su propia genialidad y cuya fe se justificaba en su producción de algunos de los trabajos más originales y asombrosos de diseño contemporáneo.
Nacida en una familia próspera de Bagdad en 1950, Hadid llegó a estudiar a la Asociación Arquitectónica de Londres en los años ‘70 y sus intensas pinturas de paisajes citadinos influenciadas por el constructivismo se transformaron en objetos de veneración por sí mismos, dando inicio a una agenda radical antes de que ella construyera algo.
Su carrera temprana comenzó la vida con diseños de alto perfil y algunas grandes pérdidas, e incluyendo la Casa de Opera de Cardiff Bay, por la cual ella ganó la competencia pero el cliente decidió no construir. Esas dificultades tempranas la endurecieron para una carrera confrontacional.
A pesar de establecer su estudio en 1979, los proyectos grandes vinieron con el cambio de milenio. El centro de arte Rosenthal en Cincinnati (2003) fue un edificio notable, mientras que el centro de ciencias Phaeno en Wolfsburg, Alemania (2004) parecía aspirar el paisaje a su alrededor.
Su estilo cambió de dentado a fluido con el pasar de los años, mientras ella daba pie a una arquitectura que negaba la separación entre edificio y paisaje, curvando y doblando superficies para crear nuevas capas urbanas.
El reconocimiento en su ciudad adoptiva apareció con lentitud, pero cuando lo hizo, llegó en la forma maravillosa de su Centro Acuático para los Juegos Olímpicos de Londres en 2012. Un techo ondulante abrazado por la estructura orgánica, levantándose sutilmente para admitir la luz y creando una onda para hacer eco de la acción del agua.
Sus otros edificios incluyeron la Casa de Ópera de Guangzhou y el museo Maxxi en Roma. El año pasado, estuvo profundamente afectada por la controversia en torno al nuevo Estado Olímpico de Tokyo, para el cual ganó la competencia sólo para ver el diseño desechado. Era un reconocimiento real a su estatus como una de los arquitectos más versátiles y originales del mundo. El tratamiento que le dio el gobierno Japonés fue inexcusable.
Llamar a Hadid la más grande arquitecta no le hace justicia, pues era una de las diseñadoras más innovadoras y brillantes y pocos hombres podían igualarla. Dejará un gran agujero en la escena cultural de Londres, y en los paisajes de las ciudades que podrían haber sido transformados por edificios que ahora nunca existirán.
Hadid murió en un hospital en Miami de un ataque al corazón tras contraer bronquitis.