Por Gillian Tett
Mañana se cumplen cinco años desde que el asediado Tesoro de EEUU anunció que llevaría a cabo “pruebas de resistencia” a los bancos más grandes del país. La idea era alentar a los mercados sobre la estabilidad de las instituciones solventes, y obligar a las más débiles a reparar sus balances.
Algunos académicos aún se preguntan si este ejercicio fue lo suficientemente riguroso. Existe una controversia, por ejemplo, acerca de la cantidad de capital que necesitan los bancos modernos y cuánto se puede esperar razonablemente que los precios de activos caigan en caso de una nueva crisis. Pero una cosa está clara: las pruebas de resistencia fueron sorprendentemente eficaces para ayudar a recuperar la confianza de los inversionistas.
En febrero de 2009, las acciones bancarias estaban cayendo fuertemente y una encuesta realizada por Bank of America Merrill Lynch encontró que los inversionistas estaban tan nerviosos por los bancos globales que la mitad de ellos había asignado una menor proporción de capital para el sector que el promedio usual del rubro.
Hoy, sin embargo, 28% de los inversionistas de capital tiene exceso en acciones de bancos mundiales, después de un año en el que las acciones de los bancos de EEUU subieron un 35%. Ésta es la lectura más optimista desde que la encuesta comenzó hace una década y el mayor “exceso” de cualquier sector financiero. Los títulos que inspiraron terror hace cinco años se han convertido en la elección favorita de los inversionistas, más popular incluso que las acciones tecnológicas.
Hay varias lecciones aquí. Una es que la confianza de los inversionistas puede moverse en ciclos dramáticos. Otra es que los participantes del mercado ya no tienen una mentalidad de crisis.
Esta visión más alegre del mundo que tienen los inversionistas no es sólo en relación a los bancos. En estos días la región del mundo más querida por los inversionistas de capital es Europa: casi la mitad de todos los gestores de fondos quieren tener peso en esta región, ya que piensan que el mercado está subvalorado. Una encuesta separada realizada por el Deutsche Bank hace eco a ese tema: aparentemente más de un tercio de los fondos de cobertura juzga a Europa como el lugar más emocionante para invertir.
Pesimismo en emergentes
En otros lugares, los cielos se están oscureciendo. Casi un tercio de los gestores de fondos ahora tiene poco peso en renta variable de mercados emergentes, un nivel récord de pesimismo, y un fuerte contraste con febrero de 2009, cuando la mitad tenían un exceso de peso. Y los inversionistas piensan que la mayor amenaza para el crecimiento ahora viene de China, el ex favorito del mercado. Se trata de un cambio sorprendente, y que –por doloroso que pueda ser en el momento– contiene una moraleja alentadora para los mercados emergentes. Si el sentimiento ha cambiado de manera tan dramática en los últimos cinco años, podría cambiar de nuevo antes de lo que muchos prevén ahora.
Si uno mira la trayectoria del sentimiento hacia los bancos, algunas de las mejoras se pueden atribuir a un mayor crecimiento en EEUU. La reciente estabilización en Europa ha sido importante también. Pero las cifras sugieren que el punto de inflexión del sentimiento y de los precios de acciones surgió en febrero de 2009. Eso demuestra que las pruebas de resistencia creíbles, acompañadas de medidas para recapitalizar los bancos, pueden ser una herramienta política poderosa. Esto tiene grandes implicancias para Europa, dado que hasta ahora ha producido pruebas de resistencia poco creíbles (aunque gente como Axel Weber, jefe de UBS, insiste en que las siguientes, y las terceras pruebas de resistencia, esperadas para finales de este año, serán mucho más duras).
Hay un punto más amplio también: en los momentos de tristeza para la inversión, una política gubernamental decidida y creíble a veces puede actuar como un punto de inflexión de gran alcance. Nunca es fácil saber qué evento disparará este cambio de sentimiento; hace cinco años, algunos observadores dudaban que las pruebas de resistencia de EEUU fueran a funcionar, dado que durante meses Washington se había mantenido en un estado de negación acerca de la magnitud de los problemas de los bancos, y repetidamente fracasó en sus esfuerzos para solucionarlos. De hecho, existía la preocupación de que la crisis financiera podría empeorar.
Pero a medida que la agitación surge alrededor de los mercados emergentes, los inversionistas harían bien en reflexionar sobre la lección, y pedir a uno (o varios) de los gobiernos de los mercados emergentes repetir el mismo truco. ¿Hay otro conjunto de reformas políticas concretas que se podría producir para comenzar a recuperar la confianza? Si es así, ¿cuál podría ser el equivalente a una prueba de resistencia en 2014?
La respuesta no vendrá pronto; ahora mismo la negación y la culpa son los temas del día en muchos mercados emergentes. Pero no ignoremos la posibilidad de que surjan sorpresas en los próximos años. La cura para la agitación del mercado puede llegar a ser tan sorprendente como la causa.