El debate británico sobre el "Brexit", una posible salida de Reino Unido de la Unión Europea, me recuerda a las discusiones que escuchaba en Estados Unidos el año pasado, sobre Donald Trump. En aquel entonces, las encuestas aseguraban que Trump iba bien adelantado en la carrera. Pero el sentido común en Washington indicaba que él nunca ganaría la nominación republicana para las presidenciales. Todos me decían que una vez que los electores se enfocaran, la ventaja de Trump se desmoronaría.
En Gran Bretaña hoy, hay un rechazo similar entre los principales analistas políticos a creer en las señales de advertencia que están dando los sondeos de opinión. Las más recientes encuestas han mostrado pequeñas mayorías a favor de una salida de Gran Bretaña de la Unión Europea que se decidirá en un referendo el 23 de junio. Pero la mayoría de los expertos con los que hablo todavía piensan que es muy poco probable que Gran Bretaña realmente vote a favor de la salida. Cuando se trata de Trump y Brexit, a las entidades políticas en Washington y Londres les resulta difícil creer que la población, en última instancia, va a elegir una opción que las empresas consideran evidentemente estúpida.
Así como en EEUU, la política en Gran Bretaña ha tomado un giro populista e impredecible. La crisis financiera y sus consecuencias han socavado la fe en el juicio de las élites. Los altos niveles de inmigración y el miedo al terrorismo han aumentado la tentación de tratar de levantar el puente elevadizo y resguardarse detrás de las fronteras nacionales.
Táctica electoral
La campaña para abandonar la UE colocará a la inmigración y a los controles fronterizos en el centro de esta campaña y eso podría ser una táctica ganadora. Las encuestas sugieren que la población es abrumadoramente empática a la idea de que Gran Bretaña necesita restringir la inmigración. El intento del primer ministro, David Cameron, de renegociar los términos de la membresía de su país en el bloque fue incapaz de ofrecer mucho en este aspecto. El principio de libre circulación de trabajadores dentro de la UE permanece intacto y la campaña en favor de la salida se asegurará de que cada uno de los votantes lo sepa.
Desafortunadamente, la coalición que estaba destinada a impulsar la campaña por la permanencia no ha logrado unidad. Los pro-europeos asumieron que serían capaces de contar con el apoyo del partido opositor laborista, los Liberal Demócratas, la corriente principal del partido conservador y la mayoría de los empresarios británicos. Pero el toldo laborista ahora es dirigido por Jeremy Corbyn, un seguidor encubierto del Brexit que no va a mover un dedo para reunir a su partido detrás de la causa pro-Unión Europea. Los Demócratas Liberales fueron exterminados en las elecciones generales del año pasado. Y una guerra civil se inició entre los conservadores, con varias figuras principales uniéndose a la campaña por la salida.
Mientras tanto, las grandes empresas están haciendo mucho menos ruido que lo que la campaña "Permanecer" hubiese esperado. Una carta pro-UE fue firmada por poco más de un tercio de los CEO que cotizan en el índice bursátil FTSE 100; la mayoría se abstuvo ya sea por convicción o por temor a generar reacción negativa en los accionistas o clientes. La ciudad de Londres está ampliamente a favor de mantenerse dentro de la Unión Europea. Pero, en el contexto actual, el apoyo de Goldman Sachs no es necesariamente una ventaja.
La campaña a favor de salirse del bloque también tiene la ventaja de consignas sencillas que son fáciles de recordar: control en nuestras fronteras, hagamos nuestras propias leyes, recuperemos nuestro dinero de Bruselas. La respuesta a estas demandas por parte de la campaña que apoya la permanencia, por contraste, es complicada. Puntualizan que, si Gran Bretaña quiere mantener el pleno acceso al mercado único de la UE, es casi seguro que tendrá que aceptar la libre circulación de las personas al precio que conlleve el ingreso, junto con las normas del mercado único. Explican que mientras la contribución de Gran Bretaña al presupuesto de la Unión Europea suena como un gran número, en realidad es una muy pequeña parte del gasto total del gobierno.
Estos son argumentos intelectualmente sólidos. Pero también complicados. Y en política: "Si estás explicando, estás perdiendo".