La economía china está creciendo a su ritmo más lento en medio siglo y se espera que se desacelere más, el Partido Comunista está realizando una purga generalizada anti corrupción y los líderes intentan limpiar décadas de contaminación industrial descontrolada.
Li Keqiang, el segundo hombre más poderoso de China, es directamente responsable de administrar a la mayor economía mundial –a paridad de poder de compra- y liderar los esfuerzos de Beijing por pasar de un crecimiento liderado por la inversión e impulsado por el crédito del pasado a un futuro más sustentable.
En su primera entrevista con un medio occidental, Li estuvo relajado y claramente en dominio de los temas. Su principal mensaje al mundo fue el continuo compromiso de China con el orden financiero global actual, especialmente tras la jugada de Beijing de establecer el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (AIIB, su sigla en inglés).
Hasta enero, ningún país occidental parecía listo para unirse a una institución que representa un riesgo tan claro al orden global establecido, dominado por EEUU. Pero desde entonces, la mayoría de los aliados de EEUU se han unido en un ejemplo sorprendente de cómo el centro del poder geopolítico está girando al este.
La jugada del Reino Unido el mes pasado de unirse al AIIB, pese a la protesta de Washington, provocó un barullo de otros aliados europeos y occidentales que dejó a EEUU aislado. Incluso altos funcionarios de EEUU han descrito el episodio como una victoria diplomática para Beijing.
Pero durante la entrevista, Li no se vanaglorió e insistió en que China no tiene deseos de crear un nuevo orden mundial. "China quiere trabajar con otros para mantener al sistema financiero internacional existente", dice Li. El AIIB "busca ser un complemento del sistema financiero internacional actual". Enfatizó que el AIIB y el Banco Asiático de Desarrollo, dominado por Japón y EEUU podría "trabajar en paralelo en promover el desarrollo de Asia".
Resistencia al antibiótico
Consultado sobre si China quiere reemplazar a las instituciones de Bretton Woods –el FMI y el Banco Mundial- fue categórico: "No existe eso de romper el orden existente", insistió.
"Adquirimos experiencia al trabajar con el Banco Mundial y otras instituciones y nuestra membresía (en la OMC) también ha ayudado a las empresas chinas a adquirir un conocimiento más profundo sobre cómo competir bajo las reglas internacionales. Así es que China se ha beneficiado del sistema internacional actual en términos de paz y desarrollo".
Incluso expresó un cauto entusiasmo por la Asociación Transpacífico, una iniciativa liderada por EEUU en Asia vista por muchos como un "club de todos menos China", ya que la excluye explícitamente.
A los líderes chinos les gusta usar metáforas, pero Li fue más lírico al explicar sus preocupaciones sobre el alivio cuantitativo (QE, su sigla en inglés) y el plan de la Reserva Federal para terminar con la política monetaria no tradicional.
"Es bastante fácil para uno introducir una política de QE, ya que no es más que imprimir dinero", dijo. "Cuando el QE se implementa, puede haber todo tipo de jugadores intentando mantenerse a flote en este gran océano. Sin embargo, es difícil predecir ahora lo que puede resultar cuando se retire".
Advierte que la mayoría de los países no han realizado aún las reformas estructurales necesarias para abordar las causas base de la crisis y compara a la economía mundial con un paciente con "antibióticos" al que no se ha permitido fortalecer su sistema inmune para recuperarse por sí mismo.
Temores de crecimiento
Algunos expertos en China sugieren que el cargo de primer ministro se ha visto ensombrecido por la consolidación del poder del presidente Xi desde que ascendieron al poder.
Pero en la economía en particular, un área donde el primer ministro ha sido tradicionalmente líder, Li expresó su confianza y dio la impresión de que estaba a cargo en un momento de creciente temor por la desaceleración.
China creció 7,4% el año pasado, su menor ritmo en 24 años. Pero el crecimiento cayó a 7% en el primer trimestre, la menor lectura desde lo más profundo de la crisis.
Hablando dos semanas antes de la publicación de las cifras, Li reconoció la dificultad para mantener el empleo y alcanzar la meta de crecimiento de este año de "alrededor de 7%". "Es cierto que nuestra economía sigue con presiones bajistas. No será fácil lograr otro 7% de crecimiento este año". Pero insiste en que Beijing dispone de los medios para alcanzar el objetivo al tiempo que mantiene "suficiente empleo, incrementa el ingreso de los hogares y mejora el medio ambiente".
"Tenemos la capacidad para mantener el funcionamiento económico en un rango adecuado. Desde el cuarto trimestre hemos hecho ajustes finos en nuestra política fiscal y monetaria, pero estos ajustes no son una política de QE. Son medidas regulatorias dirigidas y que están dando sus frutos".
Con Japón y Europa comprometidos en la aplicación de políticas económicas no convencionales que buscan en parte devaluar sus monedas, muchos inversionistas se están preguntando si China puede tener la tentación de devaluar su propia moneda, especialmente si el crecimiento se desacelera más de lo esperado.
Históricamente, Beijing ha resistido la tentación de entrar en una devaluación competitiva. Li mantiene una visión similar a sus predecesores aunque no descarta categóricamente la posibilidad de que China pueda actuar para bajar el yuan.
"No queremos ver más devaluación de la moneda china porque no podemos confiar en la devaluación de nuestra divisa para impulsar las exportaciones", dijo. "No queremos un escenario en el que las principales economías se tropiecen unas con otras para devaluar sus monedas. Esto llevaría a una guerra de divisas. Y si China se siente obligado a devaluar el yuan en este proceso no creemos que sea algo bueno para el sistema financiero".