La mejor opción de Reino Unido es dejar a Europa esperando
Johnson es para la previsión económica lo que Inglaterra es para el fútbol. Cualquier persona bien informada conocía que un voto a favor del Brexit iba a infligir dolor a mediano plazo en la economía.
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El 22 de mayo, Boris Johnson dio su pronóstico para el futuro de Reino Unido tras el referendo: “dada la opción de recuperar el control o ser absorbidos cada vez más en el superestado federal, los británicos votaron por la independencia el 23 de junio. Para gran sorpresa de nadie, el Proyecto Miedo resultó ser un engaño gigantesco. Los mercados estaban calmados. La libra no cayó”. Por desgracia, falso. Después de la mayor caída proporcional de dos días, la libra tocó un mínimo de 30 años frente al dólar. Standard & Poor’s y Fitch rebajaron la deuda pública de Reino Unido. Inversionistas se ensañaron con las acciones de los bancos. Hasta el momento, los expertos, desechados por el secretario de Justicia Michael Gove, demostraron haber tenido razón.
Johnson es para la previsión económica lo que Inglaterra es para el fútbol. Cualquier persona bien informada conocía que un voto a favor del Brexit iba a infligir dolor a mediano plazo en la economía. El Tesoro incluso podría haber subestimado el impacto. Sería sorprendente si no llegara a haber recesión. Esta locura autoinfligida tendrá consecuencias en millones de personas inocentes. Es probable que el remordimiento de los compradores pronto comience. Los votantes pueden concluir que los líderes de la campaña “Salir” eran tontos o mentirosos.
Es fácil simpatizar con el punto de vista de Kenneth Rogoff, de Harvard, que el obstáculo para un cambio del status quo tenía que ser más alto que el 50% de los votos en un referendo sobre un asunto tan profundo como éste. Así como está, a 36% de los votantes se les permitió decidir “sin ningún tipo de controles y equilibrios adecuados”. Este es sólo un aspecto de la irresponsabilidad mostrada por David Cameron, el primer ministro británico, a lo largo de este sumamente importante proceso. No es sorprendente, por ejemplo, que él encontrara difícil argumentar creíblemente a favor de “Permanecer” después de pasar más de cinco años denigrando casi todo sobre la Unión Europea (UE). Demostró ser calamitosamente miope.
¿Puede ser posible abortar todo el proceso? Legalmente, sí. Como lo han dicho quienes apoyan la salida del bloque, Reino Unido es una democracia parlamentaria, no plebiscitaria. El paso que debe ser dado, si Reino Unido va a abandonar la UE, es emitir una declaración bajo el Artículo 50 del Tratado de Lisboa, para desencadenar el proceso. En el derecho, un referendo es exclusivamente consultivo. Sólo el Parlamento puede hacer esto porque sólo él hace leyes válidas.
Luego de la selección de un nuevo líder del Partido Conservador, y quizá de una nueva elección general, el primer ministro Johnson podría –parafraseando declaraciones del emperador Hirohito al final de la Segunda Guerra Mundial– declarar que, dado el “inesperado” daño económico y el riesgo de una ruptura de Reino Unido, la situación “no había desarrollado necesariamente una ventaja para Reino Unido”. Él podría olvidar todo o, alternativamente, convocar otro referendo simplemente para asegurarse de que las personas se mantienen como determinaron. El deseo del bando “Salir” de no aplicar el artículo 50 y la determinación de los líderes europeos de no negociar hasta que se lleve a cabo, podría dar el tiempo necesario para cambiar las formas de pensar.
Políticamente, sin embargo, esta opción sería demasiado esquiva, incluso para Johnson. De ser así, una segunda opción sería la de proponer al resto de la UE que el principio de un movimiento sin restricciones pueda ser reconsiderado. La UE podría preguntarse, ¿y qué pasaría con una disposición de salvaguardia? Después de todo, la membresía de Reino Unido y un continuo (pero modestamente restringido) acceso al mercado laboral de Reino Unido será mejor que un Brexit y una entrada fuertemente restringida. Además, sólo con garantías a la circulación podría ser más factible la pertenencia de Turquía o de Ucrania. EEUU podría cautelosamente indicar a la UE cuánto está en juego. Entonces podría haber un referendo bajo nuevos términos y Reino Unido podría permanecer dentro del bloque.
Sin embargo, es probable que la UE descarte las restricciones de movimiento. Si es así, los que apoyan la salida deben reconocer algo que prefieren negar: no se pueden tener todas las ventajas y ningún inconveniente. Johnson insiste que habrá “control democrático de la política de inmigración”. También afirma que habrá “libre comercio y acceso al mercado único”. Pero, si la UE mantiene sus políticas actuales, entonces el acceso al mercado único que Reino Unido tiene hoy no está disponible porque es incompatible con los controles de inmigración de la UE. Johnson tiene que tomar una decisión.
“Acceso al mercado único” son palabras engañosas. Más tomará que consiga el significado del acceso que el país ahora disfruta. Pero podría significar el acceso más limitado que EEUU, dice, tiene. Si eso es lo que Reino Unido busca, debería decirlo. Pero abandonar la UE e intentar mantener el acceso actual al mercado único, aceptando al mismo tiempo la libre circulación de mano de obra, sería una locura. Si Reino Unido está dispuesto a aceptar todo esto, debería quedarse dentro de la UE, ya que seguiría teniendo voz dentro de las regulaciones del mercado único que lo afectarán.
Los controles en inmigración son el punto crucial. Si son ineludibles para el post-referendo de Reino Unido y si la UE no va a cambiar sobre el tema, entonces Reino Unido debe perder su acceso al mercado único. Debería, en cambio, abrir discusiones sobre el mejor acuerdo comercial para permitir esos controles.
En este momento, sin embargo, lo mejor es no hacer nada. Reino Unido debe trabajar sobre lo que quiere. La UE debe considerar si la libre circulación es inviolable. Reino Unido debe evitar la aplicación del artículo 50: eso eliminará su influencia y lo empujará fuera de la UE dentro de dos años, probablemente sin más acuerdo comercial. Un punto muerto así no puede continuar por siempre. Pero podría haber beneficios, para ambas partes, al evitar un final tan apresurado y brutal.
La historia trata de un hombre condenado a muerte que le dice a su rey: “puedo enseñar a tu caballo a cantar, en un año”. El rey replica: muy bien. Pero si el caballo no canta de aquí a un año, serás ejecutado”. Al regreso del criminal a su celda, su compañero le dice: “sabes que no puedes enseñar a un caballo a cantar”. A lo que responde: “tengo un año que antes no tenía. Muchas cosas pueden pasar en un año. El rey puede morir. El caballo puede morir. Yo puedo morir. Y, ¿sabes qué? Quizá el caballo cante”.
Sugiero que esperemos al menos ese año.