¿Cuáles son las perspectivas de la economía china? Pocas preguntas relacionadas con la economía pueden ser más importantes que ésta. Acabo de regresar del Foro de Desarrollo de China de este año en Beijing, que reúne a líderes empresariales y académicos occidentales con altos responsables políticos e intelectuales chinos, donde esa pregunta ocupó un lugar preeminente.
Fuera de China, el pesimismo ha crecido con respecto a la capacidad del coloso para sostener su rápido crecimiento. Los estudiosos del tema están prestando especial atención al exceso de capacidad, inversión y deuda. Comparto la opinión de que la transición a un crecimiento más lento y más equilibrado es un desafío extraordinariamente difícil, incluso para China. Sin embargo, las apuestas en contra del éxito de los responsables políticos chinos han carecido de sentido. Cuando un caballo extraordinario se encuentra con un nuevo obstáculo, las apuestas deben favorecer al caballo. Pero incluso el mejor caballo puede caer.
Yang Weimin, un viceministro en el gobierno, planteó nuevas “directrices para la profundización de la reforma integral” del país en un documento de referencia invaluable. Esto señala varias condiciones nuevas.
En primer lugar, China es un país de ingresos medios altos, con un PIB per cápita de US$ 6.700. Ahora está abordando la tarea rara vez exitosa de convertirse en una economía avanzada.
En segundo lugar, el entorno internacional es menos favorable de lo que solía ser, en parte debido a que las economías de altos ingresos están estructuralmente debilitadas y en parte debido a que la economía china se ha vuelto mucho más grande en relación a todas los demás.
En tercer lugar, la economía en sí ha cambiado. La tasa de crecimiento potencial se ha reducido a 7%-8%, en parte debido a una disminución de la fuerza de trabajo; el exceso de capacidad es masivo, incluso para los estándares chinos; los riesgos financieros han aumentado, impulsados por el excesivo endeudamiento de las autoridades locales, las burbujas inmobiliarias y el crecimiento de la banca paralela; ahora más del 50% del país ha sido urbanizado pero sus ciudades sufren una serie de males, incluyendo la contaminación.
Por último, el crecimiento y el uso intensivo de recursos naturales están llegando a sus límites, en particular con respecto al agua, que no es una mercancía directamente comercializable.
La “decisión sobre importantes asuntos relacionados con las reformas de profundización integrales”, que se acordó en noviembre, es la respuesta. Es el modelo para la próxima ronda de reformas y propone, en particular, sustanciales reformas institucionales y políticas, incluyendo la transformación de un “gobierno imperativo y administrativo” a un “gobierno por la ley”. El mercado desempeñaría un papel “decisivo” en la asignación de recursos. El gobierno, a su vez, sería responsable por “la regulación macroeconómica, la regulación del mercado, el servicio público, la administración social y la protección del medio ambiente”. Occidente reconocería todo eso.
Esto implica cambios en el papel de las empresas de propiedad estatal. También implica un cambio de listas positivas a listas negativas de lo que se les permite hacer a los nuevos participantes: en lugar de obtener aprobaciones, las empresas pueden hacer lo que no está prohibido. Esto podría ser algo revolucionario. También son importantes los cambios propuestos en el sistema de permisos de residencia, lo que debería permitir que 100 millones de migrantes se conviertan en residentes urbanos permanentes.
Para la mayoría de los extranjeros el lenguaje de las declaraciones oficiales es abrumador. Sin embargo, después de haber escuchado al ministro Li Keqiang y al viceprimer ministro Zhang Gaoli, me pareció que todo esto es convincente, al menos desde una perspectiva analítica. Ambos líderes reconocen claramente la necesidad de tomar decisiones firmes en respuesta a los desafíos que enfrentan.
Lo que quieren hacer también tiene sentido tanto en los frentes económicos como en los ambientales.
Un documento de antecedentes sobre las perspectivas económicas de mediano plazo y una presentación de Stephen Roach, ahora en la Universidad de Yale, muestran que China también ha tenido un progreso real en su transición hacia un modelo –más lento, con un menor enfoque en recursos y un mayor enfoque en empleo- del crecimiento económico. Aunque el sector servicios tiene una participación significativamente menor en el PIB que en casi todas las demás economías, por primera vez fue mayor que la participación de la industria en 2013. Antes de 2008, un punto porcentual de crecimiento producía menos de 1 millón de nuevos puestos de trabajo urbanos. Desde entonces cada punto ha producido un promedio de 1,4 millón de empleos. La inflación se ha mantenido bajo control y la rentabilidad industrial se ha mantenido a pesar de un crecimiento más lento.
En general, la economía parece haberse ajustado bastante bien a la inevitable desaceleración impulsada por una disminución de la capacidad para explotar recursos vírgenes, incluyendo la mano de obra.
Sin embargo, China también tiene una economía muy desequilibrada cuya característica más llamativa es la extraordinariamente baja tasa de consumo, tanto pública como privada, y la extraordinariamente alta participación de la inversión (ambas cercanas a la mitad del PIB). Hasta el año pasado, en el que se experimentó un pequeño retroceso, el aumento de la participación de la inversión había sido rápida y casi continua desde el inicio del presente siglo.
En la actualidad, el consumo privado es aproximadamente 35% del PIB, aproximadamente la mitad que en EEUU. La extraordinaria participación de la inversión ha impulsado el crecimiento, pero está también directamente relacionada con el crecimiento del exceso de capacidad y el aumento del apalancamiento. Como lo indica el documento sobre las perspectivas de crecimiento a mediano plazo, los riesgos que amenazan los resultados económicos de hecho se encuentran en los riesgos relacionados con el pánico financiero, la implosión de las burbujas inmobiliarias, la alta deuda del gobierno local y el exceso de capacidad. El peligro es que una corrección rápida causaría un bucle de retroalimentación positiva y, por lo tanto, una desaceleración económica mucho más aguda de lo esperado.
En muchas industrias importantes, la producción ya está por debajo de 75% de la capacidad. Sin embargo, China es demasiado grande como para que la solución a sus problemas dependa exclusivamente de sus exportaciones. En el caso del acero, por ejemplo, su capacidad anual es 1.000 millones de toneladas y produce 720 millones, o sea el 46% del total mundial. Una desaceleración significativa en la infraestructura y en las inversiones inmobiliarias devastaría el uso de la capacidad en acero. Lo mismo es cierto para el cemento. Las deudas morosas se dispararían.
La gran pregunta ahora es si las fuerzas correctivas en la economía pueden abrumar la capacidad de las autoridades para manejar los ajustes necesarios sin problemas.
Algunos podrían argumentar que un “choque” es precisamente lo que se necesita. Las autoridades no estarán de acuerdo y –aunque no importe en absoluto– yo tampoco. Las autoridades tienen numerosos recursos a su disposición. Sin embargo, los riesgos de una caída debido a las tensiones financieras y a los ajustes macroeconómicos han aumentado dramáticamente. Evaluaré la magnitud de los riesgos y las posibles respuestas la próxima semana.