Por Gideon Rachman
En 1996, mi amigo Jim Rohwer publicó el libro El auge de Asia. Pocos meses después, Asia colapsó. La crisis financiera de 1997 hizo parecer el libro de mi colega estúpido. Pensé en Jim Rohwer (quien murió prematuramente en 2001) la semana pasada mientras escuchaba a otro Jim –Jim O’Neill, ex de Goldman Sachs– defendiendo sus positivas visiones sobre los mercados emergentes en una entrevista radial.
O’Neill acuñó el término Brics para Brasil, Rusia, India y China, justo antes del auge de los mercados emergentes de la última década. Fue elogiado por su profecía y su habilidad de acuñar un buen acrónimo, con estatus de gurú. Ahora O’Neill está de vuelta, hablando de los Mint (México, Indonesia, Nigeria y Turquía) como el próximo grupo de crecientes potencias económicas. Pero este año su coordinación de tiempo está un poco pasada. Los inversionistas están en pánico sobre los mercados emergentes y Turquía está al frente de la crisis.
Una moraleja de estas historias es que en las opiniones expertas, como en la inversión, el tiempo es todo. Es posible estar en lo correcto en el momento equivocado, y eso es lo que le pasó a Rohwer. Su visión positiva sobre Asia fue completamente vindicada en los 17 años después de la publicación de su libro. Sólo pareció completamente mala en los meses cruciales luego de la publicación, ya que el FMI se vio forzado a rescatar a Corea del Sur, Tailandia e Indonesia.
La rapidez de la recuperación en Asia fue tan sorprendente como la velocidad del colapso. Corea del Sur es nuevamente catalogada como una economía modelo, y su PIB per cápita casi se ha triplicado desde el casi desastre de 1997. Tailandia e Indonesia también han repuntado.
Estas historias merecen ser recordadas en medio del actual pánico. El próximo año podría hacer a los alentadores de los emergentes, como O’Neill, parecer falsos profetas. Pero en la próxima década, probarán estar en lo cierto, de nuevo.
La razón para esto es que los factores que han impulsado el alza de economías no occidentales en los últimos 40 años aún son válidos. Estos incluyen menores costos laborales, mayor productividad, enormes mejoras en las comunicaciones y el transporte que los conectan con los mercados globales, una creciente clase media, un auge en comercio mundial y la expansión de mejores prácticas en todo desde técnicas de administración hasta la política macroeconómica.
En el último medio siglo, estas poderosas fuerzas han permitido que los mercados emergentes (o naciones en desarrollo o poderes en alza) crezcan más rápido que el mundo desarrollado. El libro “Mercados Emergentes” de Ayhan Kose y Eswar Prasad muestra que las economías de un grupo de los mercados emergentes más prominentes (incluyendo China, India y Brasil) han crecido cerca de 600% desde 1960, comparado con 300% de las naciones ricas.
Sin embargo, el surgimiento de los mercados emergentes estará marcado por crisis como la que estamos experimentando hoy. Estas, también, han sido parte de toda la historia. La crisis asiática no fue un evento aislado. Estuvo la crisis del tequila en México en 1994 y la crisis india en 1991. Si se ingresan las palabras “crisis financiera latinoamericana” en Google, el buscador ofrece la frase completa con las fechas, 1980, 1990, 1998 y 2002. Sin embargo, a pesar de todo esto, la mayoría de las economías líderes de la región –Brasil, México, Chile y otras– han experimentado mejoras reales en la calidad de vida y en la reducción de la pobreza.
Estos países también han sido golpeados por crisis políticas que han llevado a los inversionistas al pánico. La moraleja de la historia es que el alza de las economías no occidentales es un cambio histórico profundamente arraigado que puede sobrevivir cualquier shock económico o político. Sería un gran error confundir una crisis temporal con un cambio en esta poderosa tendencia. El estallido de la burbuja puntocom en 2001 no significó que Internet era enormemente exagerado, pese a que algunos saltaron a esa conclusión. De la misma manera, la agitación de hoy no cambiará el hecho que los mercados emergentes crecerán más rápido que el mundo desarrollado durante décadas.