El cierre parcial del gobierno de Estados Unidos está generando efectos en toda la economía del país, y amenaza con golpear la confianza entre empresas que ya están nerviosas por las disputas comerciales y la turbulencia en las bolsas. Históricamente, los shutdowns han tenido efectos económicos acotados, pero el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, advirtió la semana pasada que una disputa más larga que los impasses anteriores podría comenzar a empeorar las perspectivas.
El cierre federal por estancamiento del diálogo en Washington, que ya cumplió cuatro semanas, alimenta las preocupaciones particulares sobre discusiones pendientes ante la necesidad de levantar o suspender el límite de la deuda pública de EEUU este verano (boreal), así como sobre el destino de los techos de gasto público que se alcanzarán en el año.
"El shutdown definitivamente es un riesgo significativo si dura por meses y no semanas", dijo Ethan Harris, el director de investigación económica global en Bank of America. "Los mercados son sensibles a las señales de disfunción en Washington".
Efectos directos
El impacto económico más inmediato se relaciona con la reducción en el trabajo que realizan los empleados federales. En 2013, más de 800 mil funcionarios fueron suspendidos por 16 días, lo que significa que se les pidió no ir a trabajar y no recibieron sueldo. La Oficina de Análisis Económico estimó que, a consecuencia de ello, el Producto Interno Bruto real fue menor en 0,3 punto porcentual.
Estimaciones recientemente actualizadas de economistas de la Casa Blanca sugieren que el efecto del trabajo no realizado por 380 mil funcionarios federales suspendidos esta vez recortará en 0,08 puntos el PIB durante cada semana que dure el shutdown. Adicionalmente, la pérdida de trabajo realizado por contratistas recortará en 0,05 puntos la actividad.
El cierre federal también podría tener un impacto fuerte, aunque temporal, en los datos de empleo de EEUU. Los trabajadores federales que están en casa y sin sueldo podrían clasificarse como cesantes en los datos de la Oficina de Estadísticas Laborales para enero, dijeron analistas de JPMorgan Chase. Los datos de nóminas también se verán afectados.
Debería haber una recuperación rápida en esos indicadores tan pronto como los empleados gubernamentales vuelvan a trabajar. El costo general del cierre federal de octubre de 2013 fue bastante modesto: la economía creció a un ritmo anualizado de 3,2% en el cuarto trimestre de ese año.
Efectos más amplios
A medida que el shutdown entra a territorio desconocido, sin embargo, los efectos económicos crecen. Como advirtieron los analistas de S&P la semana pasada, "mientras más dura el cierre federal, más daños colaterales sufrirá la economía".
Los efectos indirectos, no capturados por los modelos económicos acotados, incluyen gasto potencial perdido por individuos sin sueldo. Sobre los 800 mil funcionarios que no están recibiendo salario -que, además de los suspendidos, incluye a quienes se les ha pedido trabajar, como el personal de seguridad de los aeropuertos- cientos de miles de contratistas también están siendo afectados.
Una investigación de Scott Baker, de la Escuela de Administración Kellogg de la Universidad Northwestern, y Constantine Yannelis, de la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York, sugiere que el shutdown de 2013 generó una caída de entre 10% y 15% en el gasto de los consumidores por parte de trabajadores federales que no tenían sueldo.
Michael Feroli, economista para EEUU de JPMorgan Chase, apunta a dos tipos más de contagio: las interrupciones en servicios que presta el gobierno y los efectos sobre la confianza de consumidores y empresas. Las crecientes filas en los puntos de seguridad de los aeropuertos son ejemplo de lo primero, a medida que un número creciente de trabajadores se declara enfermo para no ir a trabajar sin sueldo.
Daño adicional saldrá de las interrupciones a los procesos de permisos federales y esquemas de préstamos, así como a los procedimientos administrativos, incluyendo a los que rigen las ofertas públicas iniciales y la aprobación de fármacos. El cierre de parques y museos golpeará al turismo en algunos sectores.
Y si el shutdown dura lo suficiente, comenzarán a surgir preguntas sobre la entrega del programa de asistencia nutricional suplementaria, que ayuda a más de 40 millones de personas a comprar alimentos cada mes.
Efectos de confianza
Los efectos directos e indirectos del cierre podrían, si dura todo el trimestre, restar cerca de 1 punto porcentual del crecimiento del PIB, según Bank of America, lo que obligaría a rebajar sus previsiones para el período a un salto anualizado de 1,3%. Jamie Dimon, CEO de JPMorgan, dijo esta semana que el shutdown podría llevar el crecimiento trimestral a cero.
La preocupación más amplia es por el mensaje que envía el cierre federal sobre la habilidad de los políticos de gobernar eficazmente, en un momento frágil para la confianza en EEUU. La historia sugiere que la confianza corporativa y doméstica se verá golpeada por el impasse: la confianza de los consumidores cayó agudamente a fines de 2013 por un cierre que duró 16 días.
Las minutas del encuentro de la Fed en diciembre señalaron que los contactos corporativos en varias regiones ya parecían "menos optimistas" que antes, en atención a varios temas, entre ellos el comercio, el decaimiento del estímulo fiscal, el crecimiento global desacelerado y la reciente volatilidad de los mercados financieros. Todo ello era previo al inicio del shutdown.
Una medición de incertidumbre política diseñada por académicos (entre ellos Barker) ha subido agudamente. Un cierre federal prolongado sólo empeoraría ese contexto, especialmente dadas las importantes batallas fiscales que se avecinan. A lo largo del año, EEUU nuevamente tendrá que atravesar el proceso doloroso de levantar o suspender el techo de la deuda pública, lo que involucrará intensos roces entre el Congreso y la Casa Blanca. Además, habrá presión para que el Legislativo levante los topes al gasto público que de otra manera se alcanzarían en el próximo año fiscal, generando un llamado "precipicio fiscal" que afectaría aún más el crecimiento.