El champán francés y el queso parmesano italiano son algunos de los artículos europeos amenazados en caso de que el Presidente estadounidense Donald Trump imponga aranceles a las importaciones de la UE, ya que los productores advierten de que los consumidores estadounidenses tendrían dificultades para permitírselos.
Los presupuestos de los hogares estadounidenses se ven afectados por la subida de los precios de los huevos y los nuevos aranceles sobre los productos procedentes de México, Canadá y China, por lo que los productores de alimentos y vinos europeos advierten de que los consumidores estadounidenses despreciarán sus exquisiteces más caras en favor de imitaciones más baratas fabricadas en el país.
Mientras Estados Unidos depende de México para productos frescos como aguacates y fresas, y de Canadá para alimentos básicos como trigo y carne de vacuno, Europa le proporciona sus importaciones más refinadas. Entre ellas figuran el queso y el vino que, según un informe de Rabobank del mes pasado, serían los dos sectores más afectados por los aranceles del 25%.
La UE exportó a EEUU alimentos y bebidas por valor de 38.000 millones de euros (US$ 41.210 millones, aproximadamente) en 2024, pero sólo importó de América 14.000 millones de euros (poco más de US$ 15.180 millones). Trump amenazó el mes pasado con imponer un arancel del 25% a las importaciones procedentes del bloque, quejándose de que "se formó para joder a Estados Unidos". Los productores europeos se preparan para el golpe.
"El impacto en términos de volumen (de ventas) podría ser muy, muy alto", advirtió Filippo Marchi, director general de la empresa láctea italiana Granarolo, que exporta parmesano a Estados Unidos.
Los productores europeos de alimentos y vinos escaparon relativamente ilesos en 2019, cuando Trump impuso aranceles de importación del 25% a una variedad de sus productos, aunque no al champán, durante una disputa con la UE sobre la ayuda estatal al fabricante de aviones Airbus.
Pero Marchi dijo que el parmigiano era más asequible en 2019 -unos 13 euros por kilogramo con los aranceles incluidos- mientras que el Parmigiano exportado a los EEUU el año pasado había subido a 15 euros por kilo debido a los mayores costes de las materias primas.
Un nuevo arancel del 25% elevaría el precio al por mayor del Parmigiano casi un 50% más que hace dos años, poniéndolo fuera del alcance de todos, excepto los consumidores más ricos, dijo Marchi. "Podría ser muy, muy difícil para los estadounidenses seguir comprando como lo hacían en el pasado".
EEUU es el mayor mercado de exportación de vinos y licores de Francia, con unas ventas que alcanzaron los 3.800 millones de euros (US$ 4.120 millones) el año pasado. En 2023, se enviaron a EEUU 26,9 millones de botellas de champán, por valor de 800 millones de euros (US$ 868 millones).
"Tendremos que exportar a otros lugares", afirma Alexandre Chartogne, cuya casa de champán Chartogne-Taillet vende a Estados Unidos el 30% de su producción anual de burbujas. "Hay todo un público en Estados Unidos que parece necesitar la cultura de Europa", afirmó el fabricante de champán. "Es triste... Si cierran las fronteras a las importaciones -si ponen más aranceles- perderán el acceso a (esto)".
Coldiretti, el influyente grupo agrícola italiano, calcula que los consumidores estadounidenses tendrán que pagar 2.000 millones de euros (US$ 2.170 millones) más por sus productos italianos importados favoritos, como el vino, el queso, el aceite de oliva y el jamón, si Trump cumple su amenaza arancelaria.
"Para algunos productos no hay equivalentes locales", afirma Luigi Pio Scordamaglio, director de asuntos internacionales de Coldiretti. "Es una opción en la que todos pierden y espero que EEUU evalúe muy bien antes de tomar esta decisión".
Además de los productores europeos y los consumidores estadounidenses, los importadores de alimentos, los minoristas de alimentación y los restaurantes también sufrirán las consecuencias, si los elevados aranceles hacen subir los precios.
"Va a perjudicar a todo el mundo, desde las tiendas especializadas en quesos hasta los restaurantes de lujo", advirtió Andrea Berti, director ejecutivo de Alimentias, uno de los principales comerciantes de queso, añadiendo que su empresa no tendría "más remedio que repercutir el coste a minoristas y restaurantes" si se imponen aranceles.
Falta de certezas
Más que los aranceles en sí, es la imprevisibilidad de la caótica política de Trump, que va y viene, lo que está presionando a las empresas.
Benjamin Aneff, socio gerente de Tribeca Wine Merchants y presidente de la US Wine Trade Alliance, dijo que los grupos de restaurantes que dependen en gran medida de las lucrativas ventas de vino para su rentabilidad se ven afectados.
"Cuando los grupos de restaurantes no pueden saber si el vino será arancelado o no, no abren nuevos restaurantes", afirmó. "Cuando las empresas no pueden saber si seguirán contando con ese centro de beneficios, no pueden abrir nuevos restaurantes".
Thijs Geijer, economista senior de ING especializado en alimentación y agricultura, dijo que muchos comerciantes estadounidenses de alimentos y vinos han acelerado las importaciones desde el año pasado para intentar adelantarse a los posibles aranceles. "Para todos los vinos espumosos -champán, prosecco, cava- las cifras de exportación han sido especialmente elevadas", dijo.
Sustitutos
Algunos productores y comerciantes también esperan que sus productos se salven, como en 2019, cuando Trump, al imponer aranceles al queso europeo, estableció excepciones para el Gouda y el Edam. "Incluso la gente dentro del sector lácteo holandés no sabía por qué ese era el caso", dijo Geijer.
Pero los productores y comerciantes son muy conscientes de que los consumidores estadounidenses que no quieran o no puedan pagar tanto más por productos importados optarán por sustitutos locales.
En palabras de Owen Wagner, economista de Rabobank: "Cuando se trata de vino, los consumidores pueden creer que una cosecha concreta es estupenda, pero si se encareciera un 25%, quizá no pestañearían en cambiar a alguno de California".
Mientras Trump argumenta que los aranceles impulsarán la producción nacional, los productores europeos de alimentos y vino defienden que sus productos son distintos. "Estados Unidos hace grandes quesos", dijo Berti. "Pero no se puede replicar un auténtico Parmigiano Reggiano o Brie de Meaux. Algunos de estos productos están ligados a regiones específicas, su clima, su suelo. No se pueden fabricar en otro sitio".
Chartogne, que afirma que en su pueblo se produce champán desde el siglo VIII, se muestra de acuerdo. "Pueden intentar copiar, pero sólo será una imitación. Pueden hacer un vino espumoso muy bueno, pero no tendrá nada que ver con el champán".