El Brexit amenaza la confianza de los extraños
Podría ser un golpe económico grande y no sólo para el Reino Unido.
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Supongamos que la campaña por salir de la Unión Europea, a la que uno podría llamar “Proyecto Mentira”, gana al referendo la próxima semana. ¿Qué tan malas podrían ser las consecuencias en los próximos años? Podrían ser muy malas, de hecho.
Mark Carney, gobernador del Banco de Inglaterra, destacó mientras daba a conocer el informe de inflación para mayo: el Comité de Política Monetaria (MPC) “estima que los riesgos más significativos a sus proyecciones se relacionan con el referendo”. Más adelante añadió, “un voto para salir de la UE podría tener efectos económicos concretos: sobre el tipo de cambio, sobre la demanda y sobre el potencial de oferta de la economía, que podrían afectar la determinación adecuada de la política monetaria”. El más reciente reporte de inflación añade que la campaña ya ha causado, en parte, una baja en el valor de la libra esterlina.
El Tesoro del Reino Unido ha entregado un análisis detallado de los riesgos de corto plazo. Esto es, inevitablemente, controversial. Pero es importante recordar que el Tesoro es notablemente escéptico sobre la UE. Su principal escenario es que el PIB sería 3,6% más bajo después de dos años en comparación con que el Reino Unido votara por quedarse, el desempleo 520 mil personas más alto y la libra 12% más baja. En un escenario peor, el PIB sería 6% más bajo, el desempleo 820 mil personas más alto y la libra 15% más baja. El Instituto de Estudios Fiscales ha añadido que –en vez de una mejora anual de 8 mil millones de libras en la posición fiscal si la contribución neta a la UE cayera– el déficit presupuestario podría ser entre 20 mil millones de libras y 40 mil millones de libras más alto en 2019-20 que de otra manera.
Mucho más importante que esas proyecciones inevitablemente inciertas es el análisis de los tres canales a través de los cuales el Brexit funcionaría en el corto plazo. Éstos son el “efecto transición”, que vendría de la percepción de que Inglaterra se ha vuelto permanentemente más pobre; el “efecto de incertidumbre”, que vendría de la inevitable ignorancia sobre el régimen de políticas post-Brexit; y, finalmente, el “efecto de condiciones financieras”, que funcionaría a través de la percepción de que Inglaterra es un lugar menos llamativo y más riesgoso para invertir dinero.
Una pregunta importante es si las posibilidades modeladas capturan todos los riesgos. La respuesta es que no.
El Tesoro argumenta que la economía podría llegar a un “punto de inflexión”, tras el cual ocurrirían peores resultados. Así, “un golpe a la libra esterlina podría causar una contracción repentina en los préstamos en moneda extranjera a bancos ingleses”. Ya que cerca de la mitad del financiamiento de ventas al por mayor de largo plazo de los bancos está en monedas extranjeras, el acceso reducido a ese financiamiento podría causar inestabilidad financiera significativa.
Una fuente obvia de fragilidad es el gigantesco déficit de cuenta corriente. Éste alcanzó el 7% del PIB en el último trimestre de 2015. Carney ha dicho que Reino Unido es dependiente de “la amabilidad de los extraños” para sostener su actual estándar de vida. Más precisamente, depende de su confianza. El déficit de cuenta corriente trae riesgos incluso en tiempos normales. Pero la incertidumbre causada por el Brexit podría llevar a un giro agudo en los flujos de capital.
La inversión directa neta desde el extranjero podría colapsar, por ejemplo. Los resultados podrían incluir una baja aguda en la libra esterlina, una caída en los precios de los bonos denominados en libra esterlina y un salto en la tasa de inflación.
Si esto fuera causado sólo por un golpe a la demanda, el MPC podría responder con una política expansiva. Incluso así, estaría forzado a políticas no convencionales, que posiblemente incluirían tasas negativas, dado lo bajo de las actuales. Pero si el Brexit también se viera como un golpe negativo a la oferta (como casi seguramente sería), los argumentos a favor de compensaciones monetarias serían más débiles. Los precios más altos serían entonces una forma de entregar la supresión necesaria de la demanda real.
Una fuente crucial de fragilidad, de la que el Tesoro naturalmente no dice nada, es política. Después del referendo, el Reino Unido ya no tendría un gobierno en un sentido significativo. El Partido Conservador, con una mayoría pequeña, estaría profundamente dividido entre sus facciones pro y anti Europa. La oposición del Partido Laborista ya está profundamente dividida sobre este y muchos otros temas.
De este pantano, tendría que salir un gobierno competente con una visión de lo que quiere lograr en negociaciones complejas con el resto de la UE y con el mundo. Luego, tendría que hacer frente a estas negociaciones con socios que podrían tener muchas otras preocupaciones y tratarían al Reino Unido con una mezcla venenosa de hostilidad y desprecio. Tendría que decidir si mantiene o modifica las leyes creadas por más de cuatro décadas de membrecía en la UE y, si opta por lo segundo, cómo hacerlo. Tendría que manejar el impacto del Brexit en la coherencia del Reino Unido y sus relaciones con Irlanda. Mientras hace todo eso, tendría que manejar la economía, la posición fiscal y el día a día de la vida política. Cualquiera que crea que los líderes de la campaña del Brexit podrían manejar todo esto está seguramente tomando drogas ilegales.
Más allá, las consecuencias del Brexit probablemente no se limitarán al Reino Unido. El impacto directo de la inestabilidad económica inglesa en el mundo puede no ser mucho, aunque la Eurozona no está en una buena posición para hacer frente a shocks negativos. Pero los efectos indirectos podrían ser importantes. Desde afuera, podría verse la salida del Reino Unido como una señal de que la UE es un barco que se hunde. Dentro de la UE, nacionalistas y xenófobos ganarían coraje. El Brexit podría, de esta manera, ser un golpe importante para la UE. Al menos, forzaría una distracción gigantesca de atención y esfuerzos. Sin embargo, quizá la consecuencia más importante podría ser una señal de poder a las fuerzas populistas. Si el Reino Unido puede elegir Brexit, quizá Donald Trump se volverá presidente de EEUU.
El Brexit, en resumen, podría ser un shock económico importante y no sólo para el Reino Unido. Esto es en gran parte por la fragilidad que lo precede y las muchas incertidumbres que lo seguirían. El referendo en sí es irresponsable. El resultado podría bien ser devastador.