Hay quienes googlean y hay aquellos que molestan a los que googlean. Como miembro del primer grupo, las personas que no buscan reflexivamente las cosas en línea en el mejor de los casos me han dejado boquiabierta, y en el peor de ellos me han causado temor por el futuro de la humanidad. No obstante, he aprendido recientemente que aquellos que acuden a un buscador al momento de olvidarse de cualquier dato no están tanto mejor.
Antes de discutir las últimas investigaciones en esta área, vale la pena volver al 2011, cuando algunos comentaristas contribuyeron a la percepción de que "esta nueva tecnología, sin duda nos va a arruinar". Ese año, Betsy Sparrow de la Universidad de Columbia y sus colegas publicaron un artículo en Science titulado "Los efectos de Google en la memoria: las consecuencias cognitivas de contar con información a nuestro alcance", iniciando el debate sobre la última crisis existencial de la web.
Los propios investigadores tomaron una postura positiva hacia sus resultados. Claro, los sujetos del estudio olvidaban datos banales ¬– como el hecho de que "el ojo de un avestruz es más grande que su cerebro" – cuando pensaban que los datos estaban siendo guardados por una computadora en frente de ellos. Y, sí, su memoria mejoraba cuando se les decía que los datos no estaban siendo guardados. Pero la parte más interesante fue un experimento separado en el que estos datos se guardaron en carpetas genéricamente denominadas, como "Hechos", "Datos" e "Información".
Los participantes podían recordar en qué carpeta se encontraba guardado un hecho casi la mitad de las veces, pero sólo podían recordar los hechos mismos el 23 por ciento de las veces. Como los investigadores escribieron: "Estos resultados parecen inesperados en la superficie, dado el carácter memorable de las declaraciones y los nombres poco memorables de las carpetas". O como la Dra. Sparrow dijo al New York Times en una entrevista: "Me dejó sin palabras".
Que recordemos dónde puede ser obtenida la información, en lugar de almacenar la información en sí misma, no es nuevo. Los sistemas de almacenamiento pueden ser libros, notas, USB, la web – o incluso compañeros de trabajo o amigos. Cuando alguien te interrumpe en el trabajo y dice: "¡Eh! Estoy teniendo problemas con una presentación y he oído que eres un genio con PowerPoint", te está utilizando como memoria de almacenamiento. Y cuando miras fijamente a la pared y preguntas si dicha persona ha googleado la solución antes de pedir ayuda, estás indicando una falta de voluntad para actuar como un servicio de asistencia de TI.
Pero aquellos que, como yo, googlean antes de pedir ayuda pueden enfrentar un escollo inesperado. Según un estudio publicado el mes pasado por un grupo de académicos de la Universidad de Yale, el mero hecho de utilizar un buscador puede llevarnos a sobrevalorar lo que sabemos.
Los investigadores establecieron una serie de experimentos. En la mayoría de los escenarios, la mitad de los sujetos utilizaron un buscador para buscar temas preseleccionados y la otra mitad no. Luego se les pidió a todos los sujetos que evaluaran su capacidad de responder a las preguntas en un área temática totalmente ajena. El grupo que utilizó el buscador en el primer paso se calificó como significativamente más capaz que el segundo grupo.
Varios experimentos buscaron una serie de explicaciones obvias de por qué esta sobreestimación podría suceder. ¿Qué pasaría si al primer grupo se le dijera exactamente qué escribir en el buscador y al segundo grupo se le mostrara el mismo artículo al que fue expuesto el primer grupo? ¿Qué pasaría si ambos grupos pasaran la misma cantidad de tiempo realizando el primer paso? ¿O si la información solicitada no fuera algo que la web pudiera resolver? ¿O si no hubieran resultados en absoluto de la búsqueda? ¿O si se utilizaran diferentes buscadores?
En todos los casos, el grupo que tenía algún tipo de interacción con un buscador se calificó más alto.
En cuanto a por qué esto podría ser el caso, los investigadores creen que podemos estar perdiendo la noción de cuánto dependemos del Internet para obtener acceso instantáneo a la información y por lo tanto nos hemos vuelto "mal calibrados" con respecto a nuestro verdadero conocimiento.
Hasta que se investigue más a fondo, tal vez sea necesario añadir a la larga lista de nuestros conocidos prejuicios comunes esta ilusión de conocimiento después de interactuar con un buscador.
Mientras tanto, tal vez valga la pena recordar esto la próxima vez que utilices un buscador. O, en su defecto, recordar dónde has encontrado este artículo.