¿Cuánto confía en sus colegas: a) lo suficiente para dejar un paraguas en su escritorio el fin de semana; b) lo suficiente para comer sus sospechosas galletas caseras; c) lo suficiente para permitirles elegir al jefe?
The Guardian se inclina por c).
El periódico designó a un nuevo editor en marzo tras permitirle al personal un voto indicativo sobre los candidatos. Hubo manifiestos, campañas electorales y críticas indirectas en entrevistas mediales.
Por momentos, la votación fue un caso de la vida corporativa imitando, e incluso eclipsando, a la política británica. Un candidato dijo que concordaba con el líder liberal demócrata Nick Clegg, repitiendo uno de los lemas de la última elección presidencial, cuando Clegg fue visto como una figura que había que cortejar. Otro prometió no cumplir un tercer período de cinco años, justo antes de que el primer ministro David Cameron hiciera lo mismo. Ninguno ganó.
Otras organizaciones que le darán una voz a los empleados incluyen a WL Gore, el creador de Goretex, una "democracia de innovación" en la que el personal eligió a su actual CEO en 2005. En la cadena de sandwiches Pret A Manger, los empleados pueden votar por los nuevos miembros del equipo, dediciendo si es que se mantienen al final de su primer día.
¿Es la democracia corporativa una buena idea? "Uno podría pensar que mientras mayor es el riesgo, mayor el retorno", afirma Dan Cable, profesor de la Escuela de Negocios de Londres. "Funciona, pero es extremadamente rara, porque requiere una cultura muy diferente".
Primero, los pro. Los empleados pueden usualmente votar con su sindicato (irse a huelga) o con sus pies (irse a otro lugar). Votar por el jefe representa una forma superior de compromiso. Probablemente inspira más sentimientos acogedores que infinitos frascos de galletas gratis o viajes grupales para plantar árboles.
Los manifiestos también hacen pública la batalla por ideas dentro de una organización. "Podemos estar más confiados sobre nuestro sentido del humor", escribió un candidato de The Guardian. "Los bonos necesitan ser reevaluados", sostuvo otro. Podríamos publicar menos historias y eliminar el diario impreso de la semana, escribió un tercero. El personal puede escuchar de sus propios ejecutivos qué está en juego y responderles directamente.
Pero los contra son significativos. Un voto crea un gran sesgo en contra de candidatos externos, a quienes les faltará un fan club interno y quienes no podrán hacer campaña. Debido a que los empleados en Reino Unido de Pret A Manger son a menudo foráneos, algunos argumentan que los postulantes británicos tienen una desventaja por su sistema de votación.
Los votos de personal también se deforman internamente, dándole el mayor peso a la parte más grande de una organización. Los altos ejecutivos que tienen contacto con sólo un número limitado del personal saldrán perdiendo.
De hecho, el proceso podría priorizar las habilidades y estrategias equivocadas. La genialidad podría ceder ante la amabilidad. Los pavos no votan por la Navidad, por lo que es poco probable que el personal vote por una reestructuración. Dado que la primera tarea de muchos jefes es despejar los escritorios, esto podría ser un problema. Sin embargo, la investigación de la industria manufacturera sugiere que se puede confiar en que los empleados piensen en el interés superior de la organización.
El voto de The Guardian no era vinculante. Pero el resultado fue claro: la subeditora Katharine Viner ganó 53% de los más de 800 votos. Ese era un mandato con el que el Scott Trust, dueño del diario, no podía estar en desacuerdo. Y Viner así designada superando a otros candidatos, incluyendo el favorito de las corredoras de apuesta.